La decisión de varios caudillos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia de regresar a la insurgencia armada, -nunca dejaron de hacer la guerra a la democracia en su país-, evidencia una vez más lo forzado e inútil que es negociar con gobiernos o agrupaciones vinculadas al iluminismo del castro chavismo.
Pedro Corzo/El Político
Los diálogos que ha sostenido la oposición venezolana, tanto con Hugo Chávez como con Nicolás Maduro han concluido sin resultados. Las veces que sectores de la oposición cubana quisieron dialogar con el castrismo para buscar un cambio de régimen o iniciar un proceso de transición no tuvieron repuesta de parte de la nomenclatura, y las pláticas que sostuvieron en La Habana el gobierno de Colombia con las FARC han terminado con una facción de los dialogantes clamando por la guerra.
La dictadura cubana tiene características que la diferencian de sus pares del hemisferio, algo similar ocurre con los insurgentes colombianos, que no tienen semejanzas con los otros grupos irregulares que han operado en el continente.
Algunos de los aspectos que distinguen el totalitarismo castrista y los irregulares de Colombia, es que La Habana instrumentó su propuesta y control sobre un proyecto claramente imperialista y los insurgentes colombianos de ser luchadores políticos armados, evolucionaron a actividades contrarias a sus propuestas, terminando como secuestradores y narcotraficantes.
Por otra parte, el régimen castrista ha durado más de sesenta años y las guerrillas colombianas han sido las únicas que por décadas sostuvieron un conflicto con el estado que aun sin estar en riesgo de desestabilización decidió suscribir un acuerdo de paz, que como apunta el intelectual antioqueño, Horacio Puerta Cálad, “se veía venir su final”, porque al parecer, su análisis le dejó apreciar que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y La Habana, defienden propuestas que tienen una visión extremadamente excluyente de los derechos de los otros.
El iluminismo de la dictadura insular y de sus aliados de las FARC les empareja. Ambos obligan a recordar una consigna de principios del siglo pasado, “Todo el poder para los soviets”, un objetivo a lograr sin que importen los abusos y depredaciones en que se incurran por tal de alcanzarlo y controlarlo.
No es casualidad que el pronunciamiento de estos insurgentes haya tenido lugar después de la sesión del Foro de Sao Paulo en Venezuela, donde se viene afirmando están radicados hace más de un año. Hugo Chávez apoyó las FARC y Maduro más allá de la alianza los respalda porque los insurgentes colombianos son un núcleo duro al que puede recurrir en momentos de crisis.
Venezuela es una especie de santuario para los insurrectos como lo ha sido y es Cuba. Un refugio donde alistarse y buscar protección cuando sea necesario, pero las FARC y el ELN son también una guardia pretoriana que tiene que defender el chavismo por su propia supervivencia, en realidad, esta alianza no es política y menos ideológica, es un grupo de delincuentes que se asocian para cometer sus crímenes.
Estos complotados contra las democracias y las libertades ciudadanas están conscientes que sus operaciones subversivas o guerrilleras tienen que ser transnacionales en su ejecución y preparación, aunque por respeto a la verdad hay que reconocer que las guerrillas izquierdistas latinoamericanas siempre contaron, las colombianas no son la excepción, con el beneplácito de varios gobiernos europeos y con la miopía de algunas Ongs que tendían solo a ver los crímenes de los gobiernos y no de los grupos irregulares.
La ingenuidad de algunos amantes de la justicia social los ha convertido en cómplices de asesinos, al igual que el aborrecimiento a lo que representa Estados Unidos ha conducido a muchos a respaldar proyectos criminales como el castro chavismo.
Pero regresando a Colombia es válido recordar que en los tiempos de la lucha armada Fidel Castro y Ernesto Guevara gustaban usar los términos, “condiciones objetivas y subjetivas”, entendiendo que el país que reuniera ambas particularidades, de exclusiva interpretación de ambos depredadores, era un bocadillo que se encontraba listo para ser engullido, lo que lleva a pensar, está Colombia, desde la perspectivas de los foristas, lista para ser devorada, son tantos los errores de su clase política que “la mesa esta puesta”.
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