Los “trackings”, encuestas, mediciones de opinión han llovido en Colombia. La desinformación y la guerra psicológica por igual. Las campañas de cada candidato han hecho lo suyo para poner a rodar tantas verdades como mentiras sobre el contrario.
Beatriz de Majo / El Político
Así que resulta complejísimo, dentro todo el marasmo preelectoral, intentar hacer una predicción sobre el resultado de la medición de este domingo 19 de junio.
Es un “cabeza a cabeza” que inspira todo tipo de triquiñuelas para convencer a los no decididos por ninguna de las dos duplas presidenciales o a quienes se sienten tan desesperanzados que han escogido la opción del voto nulo o la de no votar.
Es su manera de protestar porque ninguna de las dos opciones de cambio consigue sacarlos de su desconfianza en la manera tradicional de hacer las cosas.
Así que serán estos los que al final decidirán la suerte del país vecino.
Alternativa de Izquierda
La aceptación de la alternativa de izquierda radical encabezada por Gustavo Petro tocó su techo hace varias semanas. Casi la mitad de los votantes le tiene aversión o miedo. En los días pasados han aflorado ante la opinión pública capítulos inmorales y transgresores de la legalidad electoral en sus actuaciones políticas que abonan el rechazo.
La mentira y las triquiñuelas de la clique que rodea al candidato ex guerrillero han puesto de relieve que no existen límites éticos dentro de su círculo íntimo a la hora de conseguir lo que se quiere: la silla presidencial.
Cualquier cantidad de manejos ilegales han sido puestos en ejecución para ganar favorabilidad de manera tan visible como desvergonzada. La presión de este grupo sobre los campesinos del país para sumarlos a la votación a su favor ha sido descarada.
Alternativa inesperada del empresario
La inesperada alternativa de un empresario de edad avanzada con escasa trayectoria pública y con un temperamento irreductible genera enormes interrogantes.
Pero es la única opción antes de que el país sea sometido por un comunismo feroz, resentido, atrabiliario. Con lo que resultaría impracticable una recuperación de la economía de Colombia. En medio de la crisis que se ha instaurado a raíz de la pandemia y que ha alimentado la guerra de Rusia y Ucrania.
Este hombre, Rodolfo Hernández, encarna un imponderable de alto riesgo. Pero con él, al menos las libertades no deberían sentirse comprometidas. Los Estados Unidos pudieran secundarlo en la resolución de conflictos de mucha envergadura como el narcotráfico, la seguridad y la paz.
El hecho de no contar con partido político de sustento lo obligará a convocar un equipo de gobierno con asesores. Es posible prever que el mundo empresarial lo rodeará con las mejores propuestas liberales y sanas para la hora colombiana actual.
Si hay alguien que pudiera dar un paso a favor de la eliminación de la polarización es este hombre del cual todo está por descubrir.
La Colombia indecisa
A menos de una semana de la votación, del examen de los pulsos de intención de voto más confiables es posible decir que será la Colombia indecisa quien decantará la presidencia en pro de su favorito.
Así van los números:
- Casi dos tercios de los colombianos con seguridad se acercará a las urnas (62%) lo que ya resulta ser un hecho históricamente muy relevante y un logro de la democracia.
- También es seguro que cerca de un 10% el electorado no se moverá de sus casas.
- La categoría de indecisos, es decir, los que no saben si votarán (10%) y los que posiblemente voten (13,5%) es verdaderamente inmensa, casi una cuarta parte de los votantes.
- El voto en blanco que pudiera ubicarse en un 5 a 7% aparece en la tarjeta, pero la Registraduría ha aclarado que no tiene un efecto jurídico de acuerdo al Artículo 258 de la Constitución. Esos votos le restarán a ambos contrincantes.
Así que cualquier especulación en torno a lo anterior, por apegada a la realidad que quiera, puede ser inexacta.
Nos queda esperar que el colombiano votante lo haga bien y piense más en los peligros que en las promesas. Que valore lo que puede perder más que lo que le ofrecen que ganará.