Duro o blando , para comenzar la palabra Brexit es nueva en el lenguaje político, y expresa la fusión de fusión de dos palabras Br de british y exit de salida, es decir se refiere a la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
El Político
A esto tiene que agregarle los dos sufijos: duro y blando, porque los ingleses saben de matices, en eso han vivido desde hace siglos. Un Brexit duro es aquel que se da sin transición y se trata del corte radical, un Brexit blando permitiría mantener las ventajas de la comunidad europea y minimizar las desventajas.
El último giro de la política británica ha salpicado gravemente a la propia Corona. La decisión del primer ministro conservador Boris Johnson de suspender el Parlamento para intentar evitar las maniobras de los que se oponen a una ruptura sin acuerdo con la UE ha desencadenado una crisis gravísima que afecta a toda la Unión Europea.
Crisis en la Unión Europea
La Unión Europea ha desarrollado un sistema jurídico y político, el comunitario europeo, único en el mundo. Se rige por mecanismos y procedimientos de funcionamiento interno complejos, que se han evolucionado hasta conformar un sistema híbrido de gobierno transnacional difícilmente homologable. Combina elementos próximos a la cooperación multilateral con otros de vocación netamente supranacional. Regidos ambos por una dinámica de integración regional muy acentuada.
Todo esto desemboca en una peculiarísima comunidad de Derecho, cuya naturaleza jurídica y política es muy discutida.
La Unión Europea, y antes las Comunidades, promueve la integración continental por medio de políticas comunes que abarcan distintos ámbitos de actuación, en su origen esencialmente económicos y progresivamente extendidos a ámbitos indudablemente políticos.
Para alcanzar sus objetivos comunes, los estados de la Unión le atribuyen a esta determinadas competencias, ejerciendo una soberanía en común o compartida que se despliega a través de los cauces comunitarios.
«Nunca hubiera pensado que lo de “retomar el control” podía ser algo tan siniestro», dijo el ex primer ministro belga, Gyu Verhofstadt, encargado de representar al Parlamento Europeo en las negociaciones del Brexit en la anterior legislatura.
La nueva presidenta de la Comisión, la alemana Ursula van der Layer, había dicho en su discurso de investidura que favorecería la concesión de una nueva prórroga del artículo 50 «si los británicos lo necesitan por una razón importante». El último movimiento por parte del primer ministro Johnson puede tener como consecuencia unas elecciones anticipadas que es una de esas «razones importantes» con las que se especula en Bruselas.
En la carta que Johnson ha enviado a los diputados conservadores decía que siempre había pensado que en esta época estaban perdiendo el tiempo y que este calendario forzado les deja el tiempo necesario para poder ratificar un eventual nuevo acuerdo de retirada, que él espera conseguir ahora.
Las dos opciones del primer ministro
La idea de Johnson es precisamente enviar a Bruselas, sede de la UE, el mensaje de que no deben esperar nuevas peticiones de aplazamiento o sorpresas de otro tipo, sino que las opciones se reducen a aceptar el Brexit sin acuerdo o someterse a sus intentos de reabrir el tratado ya pactado con su predecesora Theresa May.
Cualquier permanencia del Reino Unido dentro de la UE más allá del 1 de noviembre abre problemas técnicos y jurídicos, el primero de ellos la necesidad de que quien quiera que sea el inquilino del numero 10 de Downing Street debería entonces nombrar a un comisario, o de lo contrario podría ponerse en cuestión la validez jurídica de todo el Colegio de Comisarios.
La única opción interesante para Bruselas sería la anulación pura y simple del artículo 50, es decir la renuncia al Brexit, para lo que el Tribunal Europeo de Justicia ha dicho que los británicos tienen hasta el último segundo del 31 de octubre.
¿Podía Isabel II haberse negado a suspender el Parlamento?
La soberana podía haber decidido no seguir el consejo del jefe del Ejecutivo y negarse a dar su consentimiento para cerrar el Parlamento, pero, esto era, según los analistas, improbable.
Una decisión de este tipo hubiese supuesto que Isabel II abandonase el papel neutral que se ha esforzado por mantener desde su coronación en 1953, y que la ha llevado a basar sus pronunciamientos en el criterio propuesto por el primer ministro en cuestión.
Es por ello, que varios políticos de la oposición han acusado a Johnson de "utilizar" a la monarca y ponerla en una situación comprometida al borde de una "crisis constitucional", con el objetivo de ejecutar a toda costa el Brexit o salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE)
Mister Solo
El actual primer ministro llegó al poder en una elección interna de los conservadores, aupado por un puñado de euroescépticos radicales, después de que Theresa May dimitiera abandonada por los suyos. Johnson no tiene mayoría en la Cámara ni la legitimidad que otorga una victoria electoral incontestada.
Ha heredado un Gobierno (aunque haya cambiado todos sus ministros) empantanado en el Brexit pues May fue incapaz de cerrar el periodo de sesiones durante más de dos años. Y ha llegado al poder en un momento de máxima tensión entre el Legislativo y el Ejecutivo, sin una mayoría clara para ninguna decisión y con un presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, claramente dispuesto a dar voz y poder a los diputados.
El alter ego es un orador
Todos los ingredientes para una crisis constitucional de proporciones desconocidas durante décadas. La última vez en que se forzó una suspensión del Parlamento como único modo de que el Gobierno esquivara la oposición de los Lores a una de sus iniciativas legislativas fue en 1948.
Recursos de los opositores a Johnson
El Brexit duro no es una realidad, la oposición tiene caminos viables tanto políticas como jurídicas. Pero todas ellas son complejas y llenas de aristas.
La Orden Permanente número 24
En el lenguaje parlamentario es la posibilidad de que un diputado reclame un debate de emergencia. Esa era la opción manejada por laboristas y el resto de grupos de la oposición, junto con un puñado de conservadores moderados, para frenar por la vía legal un Brexit sin acuerdo.
Ventajas e Inconvenientes
Con el respaldo de Bercow se daba por descontado que sería el método más rápido para aprobar una resolución con fuerza legal, en la que se podría exigir un nuevo retraso en la fecha del Brexit. Inconvenientes: requiere un largo y tedioso proceso para el que puede no haber tiempo. Con los planes actuales de Johnson, el Parlamento no se volverá a reunir hasta el día 3 de septiembre y se disolverá el día 10.
La diputada laborista Yvette Cooper logró una proeza similar hace escasos meses y sacó adelante su iniciativa en un tiempo récord de tres días. El consenso contra May, cuyo final se anticipaba, no es el mismo que el consenso contra Johnson, a quien muchos desean aún otorgar un margen de confianza.
La moción de censura
El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, sugirió la posibilidad de ponerse al frente de un Gobierno de unidad nacional con el único propósito de extender la prórroga del Brexit, convocar elecciones y prometer un futuro nuevo referéndum sobre el Brexit. La propuesta nunca cobró vuelo, porque Corbyn genera tal desconfianza en el electorado que ni los conservadores más espantados con Johnson querrían esta opción
Pero, si la moción es la única vía para impedir que al Parlamento se le corte la voz, algunos diputados, como el exabogado general del Reino Unido Dominic Grieve, han sugerido que estarían dispuestos a votar con la nariz tapada. El tiempo apremia, y si Corbyn decidiera ir adelante con el desafío, debería ser a partir del 4 de septiembre. Apenas cinco días para derribar a un Gobierno, y ni siquiera de ese modo se despejaría el panorama.
Elecciones anticipadas
Bajo la nueva Ley del Mandato Parlamentario Fijo, de 2011, una moción de censura con éxito abre un plazo de 14 días para que se intente formar un nuevo Gobierno. De concluir esas dos semanas sin éxito, deben convocarse nuevas elecciones.
En teoría, y es mucho suponer, podría formarse un Gobierno de unidad para reconducir la situación. Pero, ¿encabezado por quién? ¿Con qué objetivos? Y sobre todo, si Isabel II ya ha hecho uso de su prerrogativa real para disolver el Parlamento a partir del día 10, ¿hay modo de echar atrás esa decisión? ¿O se anulan los plazos?
En cualquier caso, una moción de censura que tuviera éxito mandaría un claro mensaje contra Johnson y abriría el camino hacia unas elecciones que, paradójicamente, podrían acabar siendo el mayor respaldo el primer ministro.
El desafío legal
La prerrogativa de Isabel II de disolver las Cámaras es una de las pocas que se escapa del control judicial. Pero la decisión es un formalismo que responde al consejo previo transmitido por el primer ministro. Es en ese matiz donde los juristas creen que se abre un abanico de posibilidades.
Lo que se impugnaría ante los tribunales no sería la decisión de la monarca, sino el consejo del Gobierno. La base jurídica sería la manifiesta mala fe mostrada al clausurar el Parlamento para acallar la voz de los diputados y saltarse su soberanía en un asunto de tal trascendencia constitucional como es el Brexit.
Ni siquiera en este caso hay consenso entre los expertos.
El Parlamento ya dio en su día luz verde a la decisión de poner en marcha el proceso de separación de la UE, así que esa decisión constitucional ya fue solventada. En cualquier caso, la opción de acudir a los tribunales para impedir que Westminster cierre sus puertas se da por descontada .