“Da miedo, pero cada día es más difícil conseguir alimentos. Tenemos que ir preparándonos”, dijo Ramiro Ramírez, uno de los unos 100 mil venezolanos que decidieron cruzar la frontera con Colombia para gastar lo que les queda de ahorros y comprar comida.
El gobierno de Colombia decidió que por el momento no dejará pasar a más venezolanos. “Hemos tomado la decisión de que no se va a repetir una jornada adicional, como estás que han pasado los dos últimos fines de semana”, explicó la ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín.
“Así que el próximo fin de semana no habrá paso en la frontera”, agregó Holguín, que también dijo que ambos gobiernos están trabajando para que la apertura de la frontera sea definitiva en algún momento.
La apertura de la frontera representaba una posibilidad para los venezolanos. Un caso es el de Tebie González y Ramiro Ramírez (en la imagen), una pareja que dejó a sus dos hijos con familiares para cruzar al país vecino por el “corredor humanitario” y así comprar la mayor cantidad de artículos de primera necesidad que les fuera posible.
En Venezuela, Tebie y Ramiro viven en un lindo apartamento. En el armario tienen ropa de macas reconocidas y en la puerta del refrigerador imágenes de sus vacaciones por el mundo. El problema es que comienzan a sentir hambre.
“Es dinero que habíamos ahorrado en caso de una emergencia, y esto es una emergencia”, dijo Ramírez, con respecto a los ahorros que gastaron del otro lado de la frontera.
Como gerente de ventas en una cadena de mueblerías de San Cristóbal, en el occidente de Venezuela, González, de 36 años, tiene un ingreso que supera varias veces el salario mínimo. Pero sus ingresos no pueden con una inflación del 700 por ciento.
El negocio de refacciones para autos de Ramírez quebró cuando el presidente Nicolás Maduro cerró la frontera con Colombia el año pasado, ya que se eliminó la mejor vía regional para el ingreso al país de bienes importados.
Este año, la pareja dejó de ir a restaurantes, descartó el plan de comprar una segunda vivienda y puso en venta uno de sus dos autos.
El viernes por la noche, cuando Ramírez, de 37 años, fue a buscar algo para comer se encontró con que el refrigerador estaba vacío.
Por estas razones decidieron cruzar la frontera y comprar en Colombia, igual que miles de venezolanos más. En su cocina quedaba un poco de aceite vegetal en el fondo de una jarra de plástico, un paquete de harina y sobras de arroz cocido.
En los supermercados no hay azúcar para el café, mantequilla para el pan ni leche para su bebé de un año. Sobre la experiencia de cruzar la frontera, González dijo: “Pensé que iba ser más fácil. Fue humillante, como si fuéramos animales, refugiados”.
Ramírez, su esposo, le respondió: “Pero mira la diferencia de este lado. Es como Disneylandia”.
No sólo había alimentos de todo tipo, sino que todo era mucho más barato que en el mercado negro venezolano, una de las pocas posibilidades que quedan ahora que la frontera permanecerá cerrada.
Con Información de Telemundo