Kamala Harris cerró su campaña presidencial en un evento en la Elipse de Washington D.C., un lugar simbólico que recuerda el discurso de Donald Trump antes del asalto al Capitolio en 2021.
En su discurso, Harris intentó presentar una imagen optimista en contrastante con la de Trump, a quien describió como un "tirano mezquino" y "consumido por el rencor".
Harris acusó a Trump de haber pasado una década dividiendo al país y sembrando el miedo.
Enfatizó que su rival busca "poder sin límites" y está obsesionado con la venganza, sugiriendo que su liderazgo sería caótico y perjudicial para la clase media.
"Él quiere encarcelar a sus oponentes; yo les daré un lugar en mi mesa", afirmó, buscando diferenciar su enfoque conciliador del de Trump.
A pesar de sus críticas, Harris prometió trabajar para mejorar la vida de los estadounidenses, centrándose en temas económicos y buscando soluciones comunes.
Sin embargo, muchos analistas consideran que su mensaje podría no resonar entre los votantes que enfrentan preocupaciones más inmediatas, como la inflación y el costo de vida.
Reacción de Trump
La campaña de Trump respondió rápidamente, acusando a Harris de recurrir a "mentiras y ataques personales" para desviar la atención de su propio historial. Durante un mitin en Pensilvania, Trump reafirmó que él es quien puede "arreglar" el país, contrastando su mensaje con el enfoque divisivo que Harris le atribuyó.
El cierre de campaña de Kamala Harris fue una mezcla de promesas optimistas y ataques directos hacia Donald Trump, en un intento por movilizar a los votantes en un clima electoral tenso y polarizado.
Sin embargo, su estrategia podría ser vista como arriesgada ante un electorado cansado de la retórica política.