China, y no Rusia, presenta el mayor reto a la política internacional de Biden. Lejos quedaron aquellos tiempos de un Joe Biden sonriente que se reunía con Xi Jinping. Eso fue durante el mandato de Barack Obama, cuando el escenario mundial era totalmente distinto. En los tiempos actuales, el mandatario electo de Estados Unidos ya no ve en China un posible colaborador para frenar a Corea del Norte. Beijing es un rival en lo comercial y lo político. No es tiempo de sonrisitas para la foto.
El Político
No es menor el reto que representa China para las relaciones internacionales de Biden. El régimen de Beijing no solo es una piedra en el zapato para el presidente en ejercicio, Donald Trump. El presidente electo necesita mostrar su temple desde el inicio, señalan analistas. La razón es que Beijing extiende sus inversiones hacia América, lo cual representa un afán expansionista que Washington no debería perder de vista.
Beijing es visto cada vez más no como el socio potencial de Estados Unidos, sino como su rival principal. Es bueno recordar que, durante las primarias demócratas de febrero, Joe Biden se refirió al presidente de China, Xi Jinping como un «matón» y dijo que Beijing tenía que «seguir las reglas». Igualmente, un anuncio de la campaña de Biden, en junio, acusó China de engañar a Trump, detalla CNN en español.
Política y economía en relaciones internacionales de Biden con China
«Los demócratas serán claros, fuertes y consistentes en hacer retroceder donde tenemos profundas preocupaciones económicas, de seguridad y de derechos humanos sobre las acciones del Gobierno de China», dijo la plataforma del partido demócrata en 2020. Con eso se establece claramente la posición política del partido al cual pertenece el presidente electo Joe Biden.
En lo económico, la guerra comercial implementada por Trump con China es un tema de política internacional que Biden enfrentará. Desde 2018, la administración Trump ha impuesto aranceles a cientos de miles de millones de dólares de importaciones chinas. La medida obedece al interés de reducir el déficit comercial de Estados Unidos con China y obligar a Beijing a abrir aún más su economía.
En enero de 2020 Beijing y Washington llegaron a un acuerdo comercial básico, conocido como de «fase uno». Sin embargo el avance ha sido lento. Persisten muchas áreas de desacuerdo, incluidos los subsidios de China para las empresas estatales que compiten en el mercado global.