El Gobierno de China pidió a la comunidad internacional que deje de "interferir en sus asuntos internos" al pedir información sobre Liu Xia, la viuda del recientemente fallecido nobel de la Paz Liu Xiaobo, cuyo paradero se desconoce desde su asistencia al funeral, el 15 de julio.
"Nos oponemos firmemente a que otros países interfieran en los asuntos internos de China con distintas excusas", señaló hoy en rueda de prensa el portavoz de Asuntos Exteriores chino Lu Kang al ser preguntado por la situación de Liu Xia cuando se cumplen dos semanas desde su desaparición.
"No es una cuestión diplomática", añadió Lu al comentar los mensajes de preocupación que hacia la viuda han enviado gobiernos como EEUU o los de varios países de la Unión Europea.
También defendió que Liu Xia, de 56 años y que pasó 21 de ellos casada con Liu Xiaobo, "es una ciudadana china, y el Gobierno protegerá sus derechos legítimos de acuerdo con la ley".
Las últimas imágenes de la viuda, también escritora y que ha sufrido años de arresto domiciliario sin estar acusada de ningún delito, son las del funeral de su marido, primero en el velatorio y después en el barco desde el que las cenizas del nobel fueron arrojadas al mar.
Varios periodistas de medios internacionales, entre ellos Efe, intentaron en días posteriores visitar el domicilio de Liu Xia en Pekín, siendo interceptados o retenidos por esbirros y fuerzas de seguridad.
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Liu Xiaobo falleció el 13 de julio a los 61 años, víctima de un cáncer de hígado diagnosticado apenas un mes y medio antes.
Histórico participante en las protestas de Tiananmen de 1989, donde salvó las vidas de muchos estudiantes al negociar con el Ejército un desalojo pacífico de la plaza homónima, fue condenado en 2009 a 11 años de prisión por ser uno de los autores de la "Carta 08″, un documento en el que cientos de intelectuales chinos pedían cambios democratizadores.
En 2010 se le otorgó el premio Nobel de la Paz, un galardón que debido a su encarcelamiento no pudo recoger, por lo que en la ceremonia celebrada en Oslo la medalla y el diploma se depositaron en una silla vacía, un gesto que se ha convertido en un icónico símbolo del disidente.
EFE