Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista (PRO), anunció este miércoles su tercera candidatura para las presidenciales en noviembre de 2017 en Chile, pese a que es investigado por el uso en la campaña pasada de un avión privado de una empresa brasileña y que no declaró ante el Servicio Electoral.
"Reafirmo que seré candidato presidencial", publicó en su cuenta de Facebook el político de 43 años, quien afronta actualmente ante la Justicia imputaciones por la financiación de su campaña anterior.
Enríquez-Ominami es investigado por el Ministerio Público por el uso en la campaña de un avión privado perteneciente a una empresa brasileña, lo que no declaró ante el Servicio Electoral (Servel) y según la Fiscalía, pudo haber infringido la Ley de Donaciones, fraude de subvenciones e ilícitos tributarios.
"Las banderas de cambio y las causas que hemos defendido desde el PRO y en mi trayectoria siguen siendo causas por las que vale la pena competir y luchar con toda nuestra fuerza", sostuvo el dirigente, que ha sido citado a declarar en la causa pero se ha acogido a su derecho a guardar silencio.
Enríquez-Ominami irrumpió en la política al obtener un 20,13 % de los votos en las elecciones presidenciales de 2009 y nuevamente se postuló en 2013, cuando obtuvo sólo un 10,98 %.
El hijo de Miguel Enríquez, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que murió en combate contra las fuerzas represivas de Augusto Pinochet, admitió que "los políticos no somos seres superiores, cometemos errores".
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Junto con respaldar las reformas que impulsa la presidenta Michelle Bachelet, criticó las eventuales candidaturas de los expresidentes Ricardo Lagos o Sebastián Piñera.
"Algunos nostálgicos del pasado añoran los años cuando las cosas se negociaban en la cocina y los políticos les hablaban a los chilenos desde el púlpito", dijo al respecto.
"Los políticos que creen que ellos se sacrifican por el país o los que piensan que sin ellos el país se va a hundir no entienden lo que está pasando en Chile", agregó y descartó que Chile esté en una crisis terminal tras el descubrimiento de casos de corrupción que han hecho crecer la desconfianza ciudadana hacia la política, los políticos y las instituciones.
A su juicio, se trata en realidad "del nacimiento de una democracia, más participativa".
"Los desafíos que Chile enfrenta son enormes. Pero no son apocalípticos. No estamos ante una crisis terminal. Más bien somos testigos del nacimiento de algo nuevo. Una democracia vibrante, horizontal, en que la gente participa y ejerce sus derechos no debería ser motivo de temor sino razón de orgullo", aseveró.
Remarcó, además, su respaldo a las reformas que impulsa Bachelet, aunque criticó al Gobierno porque "han sido mal defendidas y torpemente implementadas".
"Yo creo en esas reformas porque estoy comprometido con la justicia social y con los derechos sociales. También porque el país necesita volver a crecer y porque el camino de depender de las exportaciones del cobre y otras materias primas no nos llevará al lugar donde queremos estar", enfatizó.
Insistió por último en que la gente "quiere políticos que trabajemos por ellos. Busca líderes que defiendan sus intereses, no los intereses de los más poderosos ni sus propios lugares en la historia".
Con información de EFE