La Catedral Metropolitana de Sao Paulo recibió con una ovación llena de gratitud los restos mortales del cardenal brasileño Paulo Evaristo Arns, quien falleció hoy a los 95 años de edad tras luchar durante toda su vida por la defensa de los derechos humanos en tiempos de dictadura.
En la tarde del pasado miércoles se dio inicio a un velatorio colectivo que se prolongará hasta el viernes, día en el que recibirá sepultara en la cripta de ese imponente templo de estilo neogótico.
El ataúd con el cuerpo de "Dom Paulo", como comúnmente se le llama en Brasil, llegó a las puertas de la Catedral en un coche fúnebre y fue cargado por sacerdotes de la Archidiócesis de Sao Paulo.
Mientras estos subían la escalinata de acceso al sagrado recinto, los devotos rompieron a aplaudir en medio de un tumulto de cámaras y fotógrafos que se arremolinaban alrededor del féretro del arzobispo emérito de la capital paulista, fallecido este miércoles después de llevar dos semanas ingresado en un hospital por problemas pulmonares.
La entrada a la Catedral la encabezó el cardenal Odilo Pedro Scherer, actual arzobispo de Sao Paulo, a golpe de incienso y entre nuevos aplausos, para luego dedicarle unas palabras durante una misa.
"La mayor parte de su vida estuvo dedicada al servicio de este pueblo, de la defensa de la dignidad humana, de la justicia social y de la defensa de los más pobres", manifestó Scherer rodeado de autoridades civiles y también de otras confesiones religiosas.
Evaristo Arns, de la Orden Franciscana, es uno de los símbolos más representativos de la lucha contra la dictadura militar que rigió Brasil entre 1964 y 1985, pues desde su posición, arzobispo de Sao Paulo, criticó con dureza las torturas, desapariciones y prisiones arbitrarias que se realizaron en esa época.
"Marcó profundamente nuestra ciudad, pero no solo eso, también marcó a Brasil entero", agregó Scherer en una opinión también compartida por algunos de los allí presentes en el funeral, como la del abogado Alexandre Pupo, de 23 años, quien dijo a Efe que Arns "simbolizó una época muy importante para la Iglesia" en el país.
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"Tuvo un compromiso social muy fuerte y de defensa de la democracia", comentó el joven, de confesión protestante, que no vivió esa época convulsa pero tiene conciencia de ella.
En 1972, Arns creó la Comisión de Justicia y Paz de Sao Paulo y como presidente regional de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) lideró la publicación del manifiesto "Testigo de paz", el cual contenía fuertes críticas al régimen.
Unos bancos más hacia delante, más cerca del altar donde reposa el cuerpo del cardenal fallecido, se encontraba Remi Cardozo, de 57 años, que intenta con dificultades tomar unas fotografías con su celular para inmortalizar el momento.
"Tenía un corazón enorme, albergó a todo el mundo en todas las épocas, incluida en la época de la dictadura", recordó a Efe Cardozo en referencia a los casos en los que dio refugio a perseguidos políticos y personas de escasos recursos.
Para Rogerio Vilanova, frecuente en las misas del cardenal cuando este alzaba su voz desde el altar de la Catedral para denunciar las violaciones de derechos humanos, "siempre luchó para el pueblo pobre y humilde".
A lo largo de su extensa trayectoria de 71 años de sacerdocio y 50 de episcopado, Arns llegó a trabajar también como periodista y escribió más de medio centenar de libros, pues una de sus pasiones que mantuvo hasta el final era mantenerse constantemente informado.
"Siempre que lo visitaba tenía periódicos, revistas y libros encima de la mesa", reveló Scherer en su discurso.
Su carácter reivindicativo le hizo ganarse el título de símbolo de la Iglesia progresista e incluso su nombre sonó en 1978 como uno de los cardenales "papables" en el cónclave en el que fue elegido San Juan Pablo II.
Su lema "de esperanza en esperanza" quedará marcado en la memoria del pueblo brasileño.
Con información de EFE