El cerco de la Justicia al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva ha obligado al Partido de los Trabajadores a acelerar el relevo en su dirección y a revisar su estrategia a dos semanas de las municipales de octubre, una prueba de fuego para el PT tras perder el Gobierno de Brasil.
Sergio Moro, el juez de la operación Lava-Jato, como se conoce a la investigación sobre la trama de Petrobras, tendrá que pronunciarse en los próximos días sobre la denuncia presentada esta semana por el fiscal contra Lula por desvío de dinero y corrupción, que ha caído como una bomba sobre el Partido de los Trabajadores (PT).
Aunque tanto el expresidente como el partido insisten en afirmar que la denuncia tiene un objetivo político y pretende sacar a Lula de la escena para evitar que se presente a las elecciones presidenciales de 2018, miembros de la formación admiten que tendrá un impacto inmediato que se medirá en los comicios municipales del próximo día 2.
El PT llega ya golpeado a la cita electoral tras su vuelta a la oposición por primera vez desde 2003 después de la reciente destitución de Dilma Rousseff y se vuelca en cerrar filas en defensa de su líder, el expresidente Lula.
La dirección del partido acordó esta semana pedir a sus candidatos municipales que apoyen públicamente a Lula y atribuyan las acusaciones en su contra a una estrategia de persecución política.
El propio Lula exhortó a sus correligionarios a que luzcan con orgullo el color rojo y la estrella que identifican al partido de izquierdas y que muchos candidatos han escondido en sus anuncios electorales por miedo a perder votos.
El PT no ha definido el papel que tanto Lula como Rousseff jugarán en la recta final de la campaña, aunque hasta ahora se han mantenido en un discreto segundo plano -especialmente la expresidenta- con apariciones esporádicas para apoyar a algún candidato.
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Su desafío es frenar la sangría de cuadros que ha sufrido en los últimos meses -durante el proceso que terminó con la destitución de Rousseff el pasado 31 de agosto- y mantener el gobierno en alguna de las capitales que todavía controla, como Sao Paulo, Goiania o Río Branco.
Un objetivo que le será difícil alcanzar a juzgar por las últimas encuestas, que vaticinan un desplome en las municipales.
Según un sondeo de Ibope divulgado esta semana, el candidato del PT en Sao Paulo y actual alcalde de la ciudad, Fernando Haddad, rozaría apenas un 9 % de votos, lo que le complicaría incluso entrar en segunda vuelta.
En la capital financiera de Brasil, los sondeos dan ventaja a Celso Russomano, un presentador de televisión, conservador y del Partido Republicano Brasileño (PRB), vinculado con la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Haddad, uno de los rostros más conocidos del PT y para muchos analistas un hombre que podría ser clave en la regeneración del partido, figura en las encuestas por debajo incluso de su antigua compañera de filas Marta Suplicy, ahora en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) que lidera Michel Temer, el nuevo presidente de Brasil y enemigo político de Rousseff y Lula.
El caso de Suplicy se ha repetido en cientos de cuadros del PT según un estudio realizado por al Folha de Sao Paulo que reveló que al menos 135 de los 638 alcaldes elegidos por el Partido de los Trabajadores abandonaron la formación o fueron expulsados en los últimos seis meses.
Este factor, unido a la dificultad de tejer alianzas, por la negativa del PT de apoyarse en los partidos que apoyaron la destitución de Rousseff, ha reducido a la mitad el número de candidatos a alcalde de este partido.
Según datos de las autoridades electorales, este año el PT presenta a 991 candidatos a alcalde, frente a 1.779 en 2012, de los que triunfaron 638, 17 de ellos en ciudades de más de 200.000 habitantes.
Unos 144 millones de brasileños están convocados a las urnas para elegir entre 9.186 candidatos a alcaldes y 247.338 aspirantes a concejales el próximo 2 de octubre.
Con información de EFE