El 1 de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador se encontró con un México roto: con 40.000 muertos anuales y casi 50.000 desaparecidos. La promesa de pacificar al país y cambiar balazos por abrazos le ayudó a ganar las elecciones presidenciales. Pero la realidad rima peor y la violencia alcanza cifras históricas.
El Político
Con más de 100 muertos diarios, México vive uno de los episodios más violentos de la historia, situación que el mandatario mexicano atribuye a la descomposición social heredada de gobiernos anteriores.
Sus primeros 11 meses, sin embargo, han sido un rosario de desaciertos sobre un asunto que mantiene bajo el terror a zonas del país.
En todos los puntos cardinales de México, se encienden hogueras: en el centro suceden decapitaciones y matanzas todos los días. Las entidades fronterizas también se suman al incremento violento. Sólo en las últimas semanas, en los límites de Chihuahua y Sonora, nueve miembros de la familia mormona LeBarón fueron asesinados, entre ellos seis niños.
Al periodo negro también incluye los 14 muertos en el operativo fallido de Culiacán, Sinaloa, para capturar a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera, el pasado 17 de octubre.
En Aguililla, Michoacán, 13 Policías Estatales fueron emboscados y muertos a mansalva, sin ningún tipo de apoyo logístico o de inteligencia.
Culiacán, Aguililla, y la zona fronteriza muestran lo mal que se hicieron las cosas en el pasado. Esto, sin duda, es irrefutable. Pero también nos permite saber lo mal que están haciendo en el presente. Sobre el pasado hay una crítica abierta, la identificación de errores, de corrupciones y de incapacidades. Del presente, no hay nada de ello.
A casi todos los “eventos”, como gusta a la nomenclatura oficial llamar a las masacres, López Obrador ha respondido frivolizando, como cuando advirtió al narco que “o dejaba de matar o avisaría a sus madres”.
Los expertos atribuyen el errático plan anti narco a una mezcla de desconocimientos e ingenuidad. Javier Oliva, especialista en seguridad nacional, asegura es preocupante que el gobierno no aprenda de los errores.
“Lo que deberían hacer (la administración de AMLO) es un ajuste en los programas y políticas de seguridad pública, porque están actuando como los sexenios anteriores, que son impermiables. La evidente falta de avance es una oportunidad para hacer una evaluación de lo que está ocurriendo en materia de seguridad, porque si siguen esta línea de ‘no vamos a mover ningún renglón’, están haciendo lo mismo que Peña Nieto, Calderón, Zedillo”, señaló.
Para corregir el rumbo, la administración actual cuenta con la Guardia Nacional, y una ley que permite transferir militares a tareas civiles. Al respecto, Oliva opina que los mandos mixtos nunca han tenido nunca una historia de éxito.
Durante una entrevista con Infobae México, el especialista destacó que es necesario repensar y reflexionar la actual estrategia de seguridad. A pregunta expresa sobre si los sucesos como el “Culiacanazo” invalidan la estrategia táctica que la Secretaría de Seguridad Ciudadana ha venido implementando, Oliva respondió: "no la invalida, pero sí la cuestiona, pues algo hay que revisar, si no no hubiera ocurrido lo de Sinaloa”.
“El problema está en la necesidad de demostrar que en el corto plazo se puede detener a los criminales”, puntualizó.
Los últimos hechos de violencia en el país ha evidenciado la bisoñez de los nuevos mandos militares, capaces de aceptar el reto de construir el nuevo aeropuerto de México, pero incapaces de mantener la seguridad en el país.
La muerte en cifras
Los focos rojos cubren nuestro mapa. Guanajuato, con 3,327 homicidios dolosos; Baja California, con 2,306; Jalisco, con 2,073; Michoacán con 1,844 y Chihuahua con 1,841. Pero también aparecen por ahí Veracruz, con 1,692 asesinatos; Ciudad de México, con 1,533; Guerrero, con 1,541. Un panorama como para llevarse las manos a la cabeza, sin duda.
El propio presidente de México— a quien no le agrada hablar sobre el tema— ha reconocido el aumento notable de homicidios y prometió tomar medidas inmediatas.
Durante su campaña presidencial, López Obrador habló del perdón y la reconciliación. Pero, ¿eso bastará? ¿Qué pasa con el sistema judicial, responsable de la impunidad casi absoluta que vive el país?¿y con el rebasado y podrido sistema penitenciario? ¿qué hay con las investigaciones pendientes sobre miles de muertos y desaparecidos? ¿el fortalecimiento de los grupos criminales? En el país hay tantas dudas como víctimas en espera de justicia.
Sobre este último punto, — la fuerza que pueden usar los narcos y sus sicarios— existe una zozobra nacional e inquietud mundial.
Luego del ataque a la familia LeBarón, cuyo saldo fue de nueve muertos, diversos medios de comunicación internacionales criticaron la estrategia de seguridad en el país. Además, tras el rechazo del presidente, Andrés Manuel López Obrador por aceptar la ayuda de su homólogo, Donald Trump y hacerle frente a los cárteles de la droga, fue cuestionado el Estado de Derecho.
“México no crece”, fue la frase que encaminó el análisis del periódico estadounidense The New York Times que recalcó que el problema de la violencia en el país está relacionado con el crecimiento mediocre.
“El problema de la violencia brutal en México y el de su pobre crecimiento económico están íntimamente relacionados. Se trata de dos desafíos que el presidente Andrés Manuel López Obrador debe considerar prioritarios en su sexenio. De otro modo, tendrá en sus manos a un México sin estabilidad económica ni social. Hay mucho en juego”, escribió la politóloga, Viridiana Ríos.
¿Becarios sí, sicarios no?
“Las becas no bastan para reducir el crimen organizado en México”. Para el ex candidato a la presidencia de Colombia, Sergio Fajardo, el gobierno mexicano necesita una estrategia integral de combate al crimen y la violencia; no obstante, advirtió que dar dinero no basta para frenar la incorporación de jóvenes al narco.
En entrevista con Aristegui Noticias, el también ex alcalde de Medellín, señaló que es importante entender cuáles son las cualidades de las comunidades donde predomina el crimen organizado. “Se necesita una intervención central y local. Tienen que estar unidos para enfrentarlo”.
Uno de los principales puntos del Plan de Paz y Seguridad de López Obrador, con el que pretende atacar la delincuencia en el país, es el garantizar empleo, educación, salud y bienestar a los mexicanos. También destaca la regeneración ética de la sociedad a través de becas a los jóvenes para que puedan seguir estudiando y/o trabajando.
Pretender frenar al crimen organizado con una estrategia de becas tampoco es una fórmula adecuada para Javier Oliva, quien asegura que a las organizaciones criminales con carreras delictivas largas se les ataca desde las finanzas: “Básicamente el crimen organizado se mueve por un asunto de dinero, ahora, también se necesita respuesta del estado para contener las acciones violentas de las organizaciones criminales”, contextualizó.
Con esta estrategia coincide el experto Edgardo Buscaglia, quien en diferentes artículos ha puntualizado que el combate al crimen atraviesa necesariamente por ataque al lavado de dinero.
Los recientes hechos contra la familia LeBarón han llevado a Buscaglia a clasificar a los cárteles mexicanos como terroristas. Sin embargo, Oliva dista de dicha opinión: “el terrorismo históricamente tiene cuatro causas, son las reivindicaciones separatistas o independentistas, tipo la ETA, reivindicaciones de tipo religioso, como puede ser el Ejército republicano irlandés, reivindicaciones de carácter étnico,como el terrorismo checheno y el terrorismo de reivindicaciones político o ideológicas, ninguna de éstas causas las encontramos en la violencia criminal en México, incluso calificarlos de terroristas es darles un nivel que no tienen, ni se merecen porque carecen de cualquier orientación ideológica”, argumentó.
© Proporcionado por THX Medios S.A. El Plan de Paz y Seguridad de López Obrador (Foto: Especial)
Rendición de cuentas y “cuentos”
Fuente: Infobae