Anthony Garotinho y Sergio Cabral, dos de los gobernadores que ha tenido Río de Janeiro en los últimos quince años, amanecieron este viernes tras las rejas, tras ser detenidos esta semana por diferentes asuntos de corrupción.
Ambos fueron trasladados el pasado jueves al presidio de Bangú, un complejo penitenciario con capacidad para unos 15.900 presos pero que hoy se calcula que alberga a cerca de 27.000 detenidos y cuya administración estuvo entre sus responsabilidades de Gobierno.
El convoy policial que trasladó a Cabral fue recibido por decenas de personas que celebraron el arresto de quien gobernó el estado de Río de Janeiro entre 2007 y 2014, detenido por fraudes con contratos mediante los cuales habría desviado unos 66 millones de dólares, de acuerdo a las acusaciones formuladas por la Fiscalía.
Algunos manifestantes llegaron a lanzar fuegos artificiales y descorcharon botellas de espumosos al paso de los vehículos, en lo que muchos consideraron una reacción a la gravísima crisis financiera en que está el estado que este año fue sede de los Juegos Olímpicos.
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Muchas de los contratos fraudulentos con constructoras de los que se valió la red de corrupción supuestamente dirigida por Cabral fueron precisamente para obras destinadas a mejoras que la ciudad requería para los Juegos Olímpicos o el Mundial de fútbol de 2014.
Garotinho fue gobernador de Río de Janeiro entre 1999 y 2002 y tras dejar ese cargo, en el que fue sucedido por su esposa Rosinha Garotinho, llegó a ser candidato a la presidencia de Brasil por el Partido Socialista y quedó en tercer lugar.
Fue detenido el pasado miércoles, acusado de dirigir una trama de corrupción en el marco de las elecciones municipales celebradas el pasado octubre, mediante la cual se repartía dinero entre electores para que votasen por determinados candidatos.
Tras ser detenido, tuvo un colapso nervioso y debió ser ingresado en un hospital, pero recibió el alta la noche de este jueves y fue también trasladado al presidio de Bangú en una ambulancia.
La salida del exgobernador del hospital fue grabada por algunos de los presentes y tuvo momentos de dramatismo.
"No es un bandido. Lo quieren matar", decía sollozando una de sus hijas mientras el exgobernador era llevado en una camilla hacia la ambulancia que le trasladó a la cárcel.
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Garotinho llegó a discutir con algunos enfermeros y policías, que le empujaron con rigor contra la camilla mientras el exgobernador gritaba que era "responsable" de la captura de "muchos" traficantes de drogas presos en Bangú y que corría peligro en esa prisión.
Según informó la dirección del penal, Cabral y Garotinho han sido alojados en celdas individuales en un ala reservada para presos con estudios universitarios.
Mientras estén detenidos, deberán vestir las camisetas verdes y los pantalones azules que usan todos los presos de Bangú y estarán sometidos a las estrictas reglas del presidio.
"Todos los internos son tratados de forma igualitaria", indicó la Secretaría de Administración Penitenciaria de Río de Janeiro en una nota, en la que explicó que los exgobernadores podrán estar en el patio de la prisión durante tres horas por día y recibir visitas sólo los días previstos para ello.
En el comunicado, también se informó sobre el menú de la cárcel, que es el mismo para todos los presos.
"En el desayuno, pan con mantequilla y café con leche. Para el almuerzo, carnes blancas o rojas, con arroz o pastas, fríjoles, legumbres y ensaladas, con postre y gaseosas", que es lo mismo que se ofrece a la hora de la cena, según el comunicado.
Con información de EFE