En sus primeros cien días en la Casa Blanca el presidente estadounidense, Joe Biden, ha puesto en cuestión los tabúes económicos asentados en el país desde la década de 1980 al apostar por una destacada intervención estatal y un refuerzo de los endebles sistemas de bienestar social.
El Político
"Es una inversión en EE.UU. que solo se da una vez en cada generación, algo no visto desde que creamos el sistema de autopistas interestatales y la carrera espacial décadas atrás. De hecho, es la mayor inversión en empleos desde la Segunda Guerra Mundial", subrayó Biden al anunciar su plan de infraestructura en Pittsburgh (Pensilvania) a finales de marzo.
Se trata de un ingente plan de inversión pública de 2,25 billones de dólares diseñado para redirigir el tejido económico hacia un crecimiento sostenible y verde, que incluye más de 600.000 millones para modernizar la avejentada red de transporte y renovar la flota federal con vehículos eléctricos, reportó El Economista.
Semanas antes, había logrado que el Congreso aprobase un nuevo plan de rescate fiscal, el tercero en EE.UU. para contrarrestar la crisis desatada por la llegada de la pandemia del coronavirus al país, por un valor de 1,9 billones de dólares y con especial énfasis en el apoyo de las familias de menores ingresos.
Biden celebra crecimiento de la economía
Con una economía que creció en el primer trimestre del año alrededor de un 6,8%, según los datos que coteja la Reserva Federal de Nueva York, el demócrata se enfrenta a partir de ahora al momento de la verdad para cimentar su ambiciosa agenda.
La Casa Blanca tiene previsto desvelar esta semana el bautizado como "Plan de Familias Americanas" como colofón antes del discurso del mandatario en el Congreso este miércoles, reportó El Diario.
Se espera que la segunda parte del plan de infraestructuras y recuperación económica de Biden cueste al menos otro billón de dólares e incluya 500.000 millones de dólares en créditos fiscales.
La Casa Blanca realizó cambios de última hora a finales de la semana pasada para incluir unos 200.000 millones de dólares más para ampliar los subsidios a los seguros de salud incluidos en la Ley de Atención Médica Asequible, más conocida como Obamacare.
Biden con varios obstáculos
Sin embargo, Biden enfrenta desafíos para aprobar ambas partidas. El apetito de los demócratas más moderados y de la oposición republicana por aumentar el gasto se ha reducido desde que el mandatario asumiera su cargo.
Aunque el presidente ha dicho que quiere llegar a un acuerdo sobre infraestructuras con los republicanos, estos ya demostraron la semana pasada que no están dispuestos a gastar más de 800.000 millones de dólares, aproximadamente un tercio del precio de la propuesta de Biden.
Además, tanto los republicanos como demócratas moderados, como el senador Joe Manchin, se oponen a la propuesta de la Casa Blanca; de elevar el impuesto de sociedades desde el 21% al 28% para financiar el plan de infraestructuras.
Con toda probabilidad estos también se mostrarán en contra de la subidas impositivas que formarán parte de la segunda fase; para costear los programas sociales abanderados por el ala más progresista de los demócratas.
¿Cambio de paradigma?
Biden ha traído de vuelta a su país al multilateralismo. Lo ha situado, como describe Mauricio García de Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB); “en un escenario de equilibrio y sensatez que es una gran garantía de seguridad para las empresas”. Pero ¿es un cambio de paradigma?
Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores, contesta con un no rotundo: “Es un cambio de actitud muy importante; pero no de paradigma. America first seguirá siendo el lema que oriente su política comercial”.
Este nuevo ambiente puede permitir a las empresas españolas “ser más ambiciosas en sus planes de expansión”, comentan desde la FIAB. Pero convivirá con la prudencia y las dudas de las pymes.
Las barreras que puso Trump para traer talento exterior fueron un obstáculo para el grupo Premo.
“Este ha sido el principal freno a nuestros planes de expansión allí”, explica Ezequiel Navarro, su consejero delegado. “Con el cambio de Administración, nos estamos abriendo a mirar de nuevo a EE UU, pero con prudencia”, declara a El País.
Arrastre global de EE. UU.
La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, ya ha presentado una iniciativa al G20; (que aglutina a las principales economías avanzadas y en desarrollo) para establecer una tasa mínima global de sociedades del 21 %.
La idea es quebrar "la carrera a la baja" en materia de impuestos corporativos a nivel internacional; en palabras de Janet Yellen y establecer "sistemas fiscales estables y justos".
En una muestra más de que los tiempos pueden estar cambiando, la propuesta ha sido acogida con buenos ojos; por parte de grandes empresas, tradicionalmente opuestas a cualquier subida impositiva.
"Nosotros apoyamos un alza del tipo del impuesto de sociedades", apuntó en un comunicado el jefe de Amazon, Jeff Bezos; quien rara vez ofrece declaraciones públicas, a la vez que confió en que el Gobierno y el Congreso alcancen un compromiso "equilibrado" que "mantenga o mejore la competitividad de Estados Unidos".