Los criterios tradicionales de evaluación de crédito se basan en calificaciones que muchos solicitantes de bajos ingresos no tienen: historial crediticio, garantías y flujos de ingresos verificables, entre otros. ¿Qué ocurriría si estos clientes pudieran ser evaluados de una manera diferente?
BID Invest/El Político
Cuanta menos experiencia crediticia, mejor. Esto resume el hallazgo principal de un estudio publicado recientemente por BID Invest junto a Banco Familiar en Paraguay, que aborda una pregunta que parece simple: ¿el acceso al crédito mejora o empeora la situación de las personas de bajos ingresos? Tal parece que están mejor siempre y cuando hubiesen tenido un historial crediticio limitado o ninguno en lo absoluto. Para estas personas, la aprobación de un préstamo llevo a calificaciones de crédito estables y menos mora en los dos o tres años siguientes, en comparación con aquellas personas con más experiencia crediticia.
Banco Familiar es uno de los principales bancos en Paraguay que atiende a clientes de bajos ingresos, y desarrolló un producto de crédito y un sistema de calificación (llamado Credicédula) específicamente dirigido a un mercado desatendido, como los trabajadores informales.
Llegar a esta población requiere un enfoque de evaluación de crédito diferente. En este caso, se calculó una calificación basada en información demográfica, como edad, sexo y dirección, así como en estimaciones de ingresos y un breve cuestionario. Las calificaciones de crédito tradicionales de la agencia o bureau de crédito no se incluyeron en la ecuación. Las decisiones de elegibilidad de préstamos se tomaron de manera rápida y estricta: o estás adentro, o estás afuera.
Este enfoque de generar la calificación basado en un algoritmo nos permitió medir el impacto de recibir una oferta de préstamo formal sobre distintos resultados crediticios. Para esto, comparamos a personas que estaban un poco por encima del umbral de la calificación y que recibieron una oferta de préstamo, con aquellas que se encontraban justo por debajo del umbral y a las que se les negó el acceso. Al estar ambos grupos tan cerca al umbral de aceptación la expectativa es que sean casi similares. Utilizamos datos de la oficina de crédito de Paraguay (Equifax) para comparar los informes de crédito de 1.060 solicitantes dos o tres años después de su solicitud, junto con datos de encuestas recopilados de un grupo de solicitantes.
Lo bueno y lo malo
En el lado positivo, las personas a las que se les otorgó la elegibilidad para el préstamo mostraron tener una mayor interacción con el mercado crediticio formal dos o tres años después, en comparación con sus pares que no fueron elegibles al crédito. Esto se observó considerando la cantidad de solicitudes recibidas de los prestamistas que aparecen en los informes de crédito. Estos resultados sugieren que la oferta de préstamo inicial que recibieron puede haber aumentado su credibilidad a los ojos del mercado, o en sus propios ojos, incrementando su confianza y capacidad para acercarse a los prestamistas formales, abriendo así la puerta a nuevas oportunidades de crédito.
Del mismo modo, las personas elegibles para el préstamo que fueron encuestadas reportaron costos de crédito más bajos a largo plazo, lo que indica que a medida que aumentaron sus interacciones con el mercado, obtuvieron acceso a mejores tasas de interés.
Volviendo a unos de los puntos principales de este blog, los resultados también muestran que la experiencia es importante. Los solicitantes con historial crediticio limitado o nulo antes de solicitar este préstamo fueron los que más se beneficiaron, tanto en términos de puntajes crediticios estables como de menor incumplimiento o mora dos o tres años después.
Por otro lado, las personas que tenían más experiencia en el mercado de crédito antes de presentar la solicitud mostraron casi el doble de probabilidades de incumplimiento y terminaron con puntajes de crédito más bajos. Esto se explica posiblemente porque estas personas fueron excluidas previamente de otros prestamistas debido a un mal historial crediticio, que continuó después de que obtuvieron acceso a este nuevo préstamo.
En otras palabras, al ofrecer préstamos basados únicamente en un puntaje generado por un algoritmo, algunos solicitantes que deberían haber sido eliminados fueron aprobados para el préstamo.
¿Por qué importan estos resultados? Porque arrojan luces sobre la efectividad de los métodos alternativos de calificación crediticia, que son una pieza importante del rompecabezas de la inclusión financiera. En este caso, si bien la nueva metodología del banco ofreció un camino de acceso hacia el mercado financiero formal para los trabajadores informales e incluso para otros que de otro modo no habrían clasificado, no es una solución única para todos.
Por el contrario, los enfoques de evaluación de crédito alternativos como éste pueden ser más beneficiosos, tanto para los bancos como para los prestatarios, cuando se combinan con las herramientas tradicionales de calificación crediticia, y solo cuando se aplican a clientes con una experiencia crediticia limitada. De esta forma, se espera que todos los prestatarios podrán estar mejor que antes
De los autores
Viviane Azevedo is an Economist in the Development Effectiveness Unit of IDB Invest where she supports project origination teams, conducts impact evaluations, develops tools for impact measurement and management, and leads collaboration with various MDB working groups. Viviane has over 10 years of experience in the design, supervision, and evaluation of development projects. She previously worked at the IDB in the Opportunities for the Majority Unit, the Research Department, and the Social Sector. Before joining the IDB Group, Viviane was an assistant Professor of Economics at the Loyola College in Maryland. She has a PhD in Economics from the University of Illinois at Urbana-Champaign.
Terence Gallagher, de nacionalidad británica, es el jefe de inclusión financiera en BID Invest desde abril de 2018, con sede en Washington, D.C. Antes de su incorporación a BID Invest, se desempeñó desde 2008 como especialista en micro y pequeñas empresas y como responsable de las inversiones en América Latina y en África Subsahariana para la Corporación Financiera Internacional (IFC) del Grupo Banco Mundial en la oficina de Río de Janeiro. Terence comenzó su carrera como banquero de inversiones en Citigroup en Londres, Nueva York y São Paulo, en esta última ciudad se dedicó casi una década a brindar apoyo a los gobiernos y corporaciones de mercados emergentes para acceder a los mercados internacionales de capital. Desde 1999, se dedica a las microfinanzas, al principio trabajando como consultor para diversas organizaciones como Acción Internacional, Development Alternatives Incorporated y Planet Finance. Posee una maestría en economía de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.