La líder de facto de Birmania, Aung San Suu Kyi, aseguró hoy en Tokio que el Gobierno de su país tratará de resolver los últimos episodios violentos en el convulso estado de Rakhine "mediante los debidos procesos legales".
Al ser preguntada por supuestas violaciones de derechos humanos perpetradas ahí por el ejército desde el último brote de violencia, la líder birmana aseguró que el Ejecutivo está siendo transparente al respecto.
"No hemos ocultado nada de lo que ha sucedido desde que comenzaron los ataques el pasado 9 de octubre", afirmó durante su intervención en el Club Nacional de Prensa de Japón en Tokio.
En dicha fecha un grupo armado no identificado atacó tres puestos de control policial de la región, un ataque en el que perecieron nueve policías y ocho asaltantes.
Acto seguido, los militares bloquearon completamente el acceso a la región a medios y organizaciones no gubernamentales para iniciar una barrida contra los presuntos atacantes.
Desde este suceso, al menos 40 personas han muerto, según cifras oficiales, entre policías, militares, asaltantes y vecinos.
Algunas ONG, por otro lado, apuntan que la cifra de muertos podría ser mayor a la estimada por las autoridades a las que acusan de ejecuciones extrajudiciales, violaciones, saqueos y quema de poblados.
"Tenemos que tener cuidado de no culpar a nadie a menos de que tengamos pruebas claras de quién es responsable y de qué es responsable", añadió Aung San Suu Kyi, que recordó que esta semana un grupo de diplomáticos pudo visitar Rakhine para poder ver cómo se está gestionando la situación.
"Todo el mundo debe ser considerado inocente hasta que se demuestre que es culpable", dijo la líder birmana antes de asegurar que las autoridades harán públicas todas las averiguaciones sobre estos sucesos y que éstos se gestionarán "mediante los debidos procesos legales".
Durante su visita de cinco días a Japón, la premio Nobel de la Paz ha logrado el apoyo del Gobierno nipón para intentar solventar la delicada situación en el oeste de Birmania.
En ese sentido, la líder apreció mucho el apoyo nipón "a la reconciliación nacional y a los esfuerzos para lograr la paz, porque son la base del nuevo Estado que queremos erigir".
En Rakhine vive el grueso de la comunidad rohingya, minoría que reside ahí desde hace siglos, pero cuyos miembros no son reconocidos como ciudadanos birmanos, sino como inmigrantes bengalíes.
Unos 120.000 rohingya viven confinados en 67 campos y sufren todo tipo de restricciones desde el brote de violencia sectaria en 2012 entre esta minoría musulmana y la mayoría budista de la región que causó al menos 160 muertos.
Con información de EFE