El número de soldados muertos en el ataque a la base militar de Uri, en la Cachemira india, aumentó a 18 con el deceso de uno de los heridos, mientras la cúpula del Gobierno indio, con el primer ministro, Narendra Modi, al frente, se reunió para analizar la situación.
El Comando Norte del Ejército indio confirmó en su cuenta de Twitter la muerte del soldado K. Vikas Janardhan en el hospital de Nueva Delhi al que fue trasladado tras el ataque, que tuvo lugar ayer de madrugada en la instalación militar.
Un día después del peor ataque en más de una década contra una base militar en la conflictiva Cachemira, Modi presidió una reunión a la que acudieron los titulares de sus principales ministerios como el de Defensa, Manohar Parrikar, y altos cargos militares, incluido el jefe del Ejército, Dalbir Singh.
Los asistentes analizaron la situación de seguridad en las zonas del país fronterizas con Pakistán, país al que ayer el ministro de Interior, Rajnath Singh, responsabilizó del ataque y llamó "Estado terrorista".
Tras la reunión, el viceministro de Exteriores y exjefe del Ejército, V.K. Singh, pidió sangre fría al decidir la respuesta militar al ataque y advirtió de que "la acción debe realizarse sin dejarse influir por las emociones y la ira".
Si bien reconoció que las Fuerzas Armadas deben mantenerse en "alerta", Singh consideró en declaraciones a los medios que los próximos pasos debe decidirlos el Gobierno.
De acuerdo con las primeras pesquisas realizadas por el Ejército indio los cuatro insurgentes que realizaron el asalto a Uri, base situada cerca de la línea de control (LoC, frontera de facto), formaban parte de un grupo asociado al movimiento terrorista Jaish-e-Mohammad (JeM) y portaban artículos con "marcas paquistaníes".
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Mientras tanto en Nueva Delhi, grupos políticos de extrema derecha organizaron manifestaciones contra Pakistán, continuando con las protestas que se han venido repitiendo desde ayer en diferentes puntos del país.
Los fallecidos en el ataque fueron despedidos hoy en una ceremonia militar en Srinagar, capital de verano de Cachemira, con presencia de la jefa del Gobierno regional, Mehbooba Mufti.
El ataque se produjo en medio de una oleada de protestas violentas en la región, que en los últimos dos meses y medio causaron al menos 85 muertos y más de 10.000 heridos, cientos de ellos con lesiones oculares, incluyendo ceguera total, como consecuencia de perdigones para contener a los manifestantes.
Nueva Delhi ha acusado reiteradamente a Islamabad de permitir y auspiciar el accionar en su territorio de grupos terroristas que tienen como fin atacar territorio indio.
La India y Pakistán mantienen un histórico litigio por la región de Cachemira que les ha llevado a librar dos guerras y multitud de conflictos bélicos menores.
Con información de EFE