A las 09.53 del 18 de julio de 1994 una bomba estalló en la mutualista judía AMIA en Buenos Aires y acabó con la vida de 85 personas. Entre ellas se encontraba Paola. Veintidós años después, su padre continúa recordando de manera "permanente" el peor atentado de la historia del país.
"Fue el primer día que mi hija entró a la AMIA" y se convirtió en "el último día de su vida", revela en una entrevista con Efe Luis Czyzewski, padre de la joven de 21 años fallecida en el ataque contra la sede de la Asociación Mutualista Israelita Argentina (AMIA).
Aquel 18 de julio, Paola, estudiante de tercero de derecho, comenzaba sus vacaciones de invierno, por lo que se acercó a la mutual judía a ayudar a sus padres, que trabajaban allí como auditores.
Cuando estalló la bomba, el padre estaba en el cementerio israelita de La Tablada, la madre se encontraba en una parte del edificio que no se derrumbó -por lo que logró sobrevivir-, y Paola salía del ascensor para ir a buscar un café a la puerta de la AMIA.
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"Una tragedia tan importante hace dividir la vida en dos partes: la que tuvimos antes y la que tenemos después", afirma Czyzewski, quien logró aprender a vivir "de esa manera". Por eso siempre dice que el día del atentado se cargó "una mochila" que sabe que va a llevar puesta "toda la vida".
En cuanto a la investigación del atentado, considera que fue contaminada al sufrir "una injerencia política demasiado fuerte" y el resultado actual es "absolutamente pobre" debido a que, a su juicio, los poderes públicos de Argentina no dieron la respuesta adecuada.
Para él, el memorando de entendimiento que se firmó con Irán para intentar esclarecer el ataque, cuya planificación y ejecución es atribuida al grupo terrorista Hizbulá, fue el "grotesco más grande" que cometió el Gobierno de Cristina Fernández (2007-2015).
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El acuerdo fue rubricado en enero de 2013 y ratificado un mes después por el Parlamento argentino, pero en mayo de 2014, a petición de la AMIA y de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA, brazo político de la comunidad judía local), un tribunal declaró su inconstitucionalidad.
"Uno no puede razonar el por qué" del tratado, que, bajo su punto de vista, fue un "error descomunal", un "absurdo jurídico, legal y político de una magnitud inexplicable", que no solo dañó la causa AMIA sino al país entero porque dejó su seriedad y su racionalidad en evidencia.
Czyzewski mantuvo una estrecha relación con quien fue el fiscal especial de la causa, Alberto Nisman, hasta su fallecimiento el 18 de enero de 2015, cuando fue hallado con un disparo en la sien cuatro días después de acusar a Cristina Fernández por supuesto encubrimiento de los iraníes señalados como responsables del atentado.
De hecho, lo llamó un día después de que presentara la denuncia. "Le dije: ‘Alberto, ¿sabes dónde te metiste?’ y me respondió que mejor que nunca porque si no lo hubiera hecho, no podría mirar a sus hijas a los ojos", relata antes de agregar que para él, aquella fue una respuesta "terrible".
La investigación oficial aún no ha determinado si se trató de un suicidio -inducido o no- o de un homicidio, como sostiene la familia del fiscal fallecido, pero según Czyzewski, Nisman no tenía "un perfil de desmoronarse". Al contrario: cuando lo presionaban, sacaba más "fortaleza", asevera.
Él cree que su muerte afectó de una forma "muy fuerte" a la causa AMIA porque era su máximo "impulsor" pero, ante todo, produjo un "terremoto mayúsculo" en Argentina.
"Siendo realista, uno piensa que cada día que pasa es un día que más se aleja la posibilidad de saber la verdad", admite el padre de Paola, quien cada día cree "menos" pero, a su vez, necesita "más" que se haga justicia.
Por eso está convencido de que pase lo que pase, continuará luchando. "Si uno mira el resultado, el fracaso es mayúsculo y el éxito es así: chiquito. Pero bueno… seguimos", sentencia.
Con información de Diario Las Américas