Argentina inició el pasado sábado un nuevo confinamiento de nueve días más estricto para detener el sostenido avance del COVID-19. La decisión, considerada por muchos tardía, es consecuencia del aumento de casos en las principales ciudades del país que acumula casi 74.000 muertos y cerca de 3,5 millones de contagios.
El Político
Las autoridades destacaron el "alto acatamiento" de la población a la medida que incluye el cierre de fronteras hasta el 11 de junio. "Hay poca circulación y un compromiso de la ciudadanía para cumplir con el objetivo del Gobierno de bajar contagios", dijo la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, citada por El Periódico.
"Estamos viviendo el peor momento desde que empezó la pandemia", reconoció Fernández el pasado jueves. El nuevo confinamiento solo afectará tres días laborales debido a que los demás son feriados. Sin embargo uno de los principales temores del gobierno argentino es la posibilidad de que surjan escenas dramáticas como las de Brasil.
El principal temor se centra en el peligro que supone el colapso de las unidades de cuidados intensivos. Especialistas aseguraron a Infobae que la segunda ola de la pandemia tiene una peligrosa peculiaridad: el 31% de los pacientes en las terapias intensivas de hospitales de todo el país tiene menos de 49 años. El 15% de los fallecidos, menos de 50 años, de acuerdo con el Ministerio de Salud del país. Muchos de los fallecidos no tenían enfermedades previas diagnosticadas.
Argentina tuvo su primer confinamiento a fines de marzo de 2020. Por varios meses logró controlar la pandemia. La politización de la crisis sanitaria, con fuerzas opositoras llamando a desconocer las medidas de aislamiento, terminó por abrir el muro de contención del virus.
¿Por qué aumentaron los casos?
El presidente Alberto Fernández pidió a la oposición no hacer "especulaciones" sobre las medidas. Fernández remarcó que no son horas de "sacar ventajas" sino mantenerse "unidos" para enfrentar la "catástrofe". Semanas atrás, la capital, administrada por el alcalde opositor Horacio Rodríguez Larreta, se negó a acatar la suspensión de las clases presenciales en los colegios. El Tribunal Supremo le dio la razón y el Gobierno calificó ese fallo de político.
"Fracasó la solidaridad, el clima de cooperación que tuvimos en marzo y abril de 2020. En abril teníamos la situación controlada en todo el territorio nacional, con excepción de dos focos. Una situación parecida a ese comienzo en China donde lo que hicieron fue aislar Wuhan y con eso se terminó. En vez de aislar Buenos Aires, se liberalizó y se logró que el virus irradiara a todo el país", sostiene el sociólogo Daniel Feierstein, autor del ensayo Pandemia, un balance social y político de la crisis del Covid-19.
El especialista considera que el crecimiento sostenido de los contagios es resultado de "un nivel de naturalización y negacionismo" que ha compartido el Gobierno y buena parte de la sociedad. "Hay una muy mala visión sanitaria por parte del Gobierno y una actitud de boicot permanente por parte de la oposición", dijo.