Si los comicios de 2016 fueron los más polarizados de la historia estadounidense reciente, los de 2020 prometen superarlos. A 12 meses de la batalla en la que el Presidente buscará la reelección y sus rivales tratarán de frustrarla, sube la temperatura de una campaña acechada por la sombra del juicio político.
El Político
“El pueblo estadounidense está harto de las mentiras, engaños, calumnias, difamaciones y estafas de los demócratas. Su vergonzosa conducta ha creado una mayoría enfurecida. Y eso es lo que somos”, dijo Donald Trump el miércoles a la noche en un sofocante estadio repleto de seguidores en la ciudad de Monroe, Luisiana. “Somos una mayoría, estamos enojados y en 2020 votaremos para sacar de sus cargos a los demócratas inoperantes”, agregó.
Con su presencia, el Presidente buscó apuntalar la candidatura de Eddie Rispone a la gobernación del estado, que se definirá el próximo sábado en una segunda vuelta contra el gobernador demócrata John Bel Edwards. Los republicanos necesitan un triunfo en los últimos comicios del año para compensar las derrotas en Kentucky —donde el gobernador Ralph Alvarado perdió contra Andy Beshear— y Virginia —donde los demócratas se quedaron con el control de las dos cámaras legislativas del estado—.
El discurso marcó el tono de máxima tensión que tendrá la campaña de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020. Trump apeló a las mismas herramientas dialécticas que utilizó en 2016, mostrándose como el líder de la mayoría silenciosa que se cansó de los abusos del establishment liberal, que encarnan el Partido Demócrata y los principales medios de comunicación.
Entre el 3 de febrero y el 16 de junio se realizarán las primarias que definirán al rival de Trump. El duelo será muy diferente si el ganador es el ex vicepresidente Joe Biden, un moderado que forma parte de la dirigencia demócrata más tradicional, o alguno de los dos outsiders: Elizabeth Warren y Bernie Sanders, que están en el extremo izquierdo de la política estadounidense y proponen cambios radicales.
Al mismo tiempo, crece la incertidumbre por el avance del juicio político contra Trump por la sospecha de que presionó al gobierno de Ucrania para que investigue a Biden y a su hijo Hunter por sus negocios en el país. La Cámara de Representantes, controlada por la oposición, aprobó hace diez días las normas que regularán el proceso.
Estrategia de Donald Trump
“En lugar construir una coalición amplia o centrista, Trump trabajará para movilizar a su base, apelando a sus resentimientos y prejuicios, y presentándose a sí mismo como blanco de una vasta conspiración. Señalará el proceso de impeachment que se está llevando a cabo como evidencia de una ‘caza de brujas partidista’ y de una conspiración anti-Trump por parte del ‘estado profundo’. Seguirá atacando a los medios de comunicación como proveedores de ‘noticias falsas’, incluso a medios normalmente republicanos como Fox News, siempre que lo retraten con una luz que no sea de adoración. Exigirá la lealtad total de los republicanos y atacará a sus oponentes con epítetos despectivos, como ‘soñoliento’ Biden y ‘Pocahontas’ Warren”, dijo a Infobae Richard S. Katz, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Johns Hopkins.
Trump es un presidente fuera de lo común. Entre otras cosas, por su peculiar relación con la opinión pública. El 54% de los estadounidenses reprueba su gobierno y el 41% lo respalda, según el promedio de encuestas que realiza el sitio FiveThirtyEight.
Que tenga un saldo negativo de 13 puntos no es una buena noticia para ningún mandatario, pero lo curioso es que se mantiene en esos niveles desde que asumió. A diferencia de la gran mayoría de los presidentes, que son muy populares cuando comienzan a gobernar y van perdiendo acompañamiento con el tiempo, el magnate inmobiliario tuvo siempre más rechazos que adhesiones, pero estas no cayeron casi nunca de los 40 puntos.
“Las fortalezas de Trump son también sus debilidades. Muchos están disgustados por sus insultos y calumnias a los demás. No es empático y no tiene compasión por quienes sufren desastres naturales u otras crisis. Si bien puede jactarse de una baja tasa de desempleo, su Ley de Recortes de Impuestos de 2017 creó un enorme déficit presupuestario que nos afectará durante muchos años. Sus políticas comerciales y arancelarias han producido dificultades inmediatas para los agricultores y para los trabajadores de la industria automotriz, que son las mismas personas a las que dice representar”, sostuvo John S. Klemanski, profesor de ciencia política de la Universidad de Oakland, en diálogo con Infobae.
A esta altura de sus respectivos gobiernos, casi todos los últimos mandatarios estadounidenses se acercaban o superaban el 50% de apoyo. La gran excepción es Jimmy Carter, que a tres meses de haber asumido tenía el respaldo del 70% de la población, pero a los mil días apenas superaba el 30 por ciento. Es de los pocos que no consiguió la reelección.
La incierta interna demócrata
La derrota de una figura muy desgastada como la de Hillary Clinton por su larga historia en las altas esferas de la política estadounidense parecía forzar una regeneración en el Partido Demócrata. La expresión más clara de ese movimiento es Elizabeth Warren.
Si bien tiene 70 años, es un rostro nuevo en la política. Es una académica especializada en derecho de quiebras, que se hizo conocida por su fuerte posicionamiento público contra los bancos en la crisis de 2008. Recién en 2013 llegó a su primer cargo electivo al conseguir una banca en el Senado por el estado de Massachusetts, y ahora es una de las favoritas a ganar la primaria. Con un discurso combativo y ambiciosos planes de reforma del sistema de salud y de la economía, que apuntan a una sociedad más igualitaria, tiene mucha llegada a los votantes jóvenes.
Sin embargo, es la precandidata que más rechazo genera entre los votantes conservadores que no se sienten representados por Trump. Muchos la ven como una dirigente radicalizada, que quiere hacer demasiados cambios.
Fuente: Infobae