La apertura del Parlamento español el martes próximo para el inicio de la nueva legislatura es un ejemplo de las dificultades de los partidos para llegar a acuerdos, dado que a dos días todavía se ignora quién presidirá el Congreso y cuál será el reparto de fuerzas en su órgano de dirección.
Los comicios del 26 de junio dieron ganador al PP (centroderecha), con 137 escaños, seguido del PSOE (socialistas), con 85; Unidos Podemos (coalición de izquierdas) con 71 y Ciudadanos (liberales) con 32, por delante de pequeños partidos nacionalistas.
Podemos quiere que Xavier Domènech sea el presidente del Congreso
Ello en un Congreso de 350 diputados en el que la mayoría absoluta está fijada en 176, mientras que en el Senado el PP goza de mayoría absoluta.
Los grupos han estado negociando desde hace días qué composición tendrá la Mesa del Congreso, donde el reparto de fuerzas es importante porque es el órgano directivo encargado de decidir qué iniciativas se tramitan y debaten y cuáles no y, además, es la Cámara que elige al presidente del Gobierno.
Tradicionalmente el partido más votado presidía el Congreso, pero eso cambió en la pasada y corta legislatura – duró de enero a mayo -, cuando un socialista accedió a la Presidencia a pesar de ser la segunda fuerza en la Cámara.
El PP, que en junio mejoró en catorce escaños los resultados de la anterior legislatura, no quiere ahora dejar escapar una situación de dominio en la Mesa, incluida la Presidencia, aunque este cargo podría ser una moneda de cambio en el marco de las negociaciones para formar gobierno, que tampoco avanzan.
El jefe del Ejecutivo en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy, ha llevado a cabo una ronda de contactos con los grupos parlamentarios y no ha conseguido un sólo apoyo.
Mientras se maneja la primera semana de agosto como fecha para el debate y votación de investidura – siempre que Rajoy acepte la eventual oferta del rey Felipe VI – el líder del PP no conseguiría la Presidencia del Gobierno en la primera votación, que requiere al menos 176 votos favorables y tampoco tiene fácil ser elegido en la segunda votación, dos días más tarde.
En esta segunda bastaría la mayoría simple – más síes que noes – para ser elegido presidente, pero Rajoy sólo tendría el apoyo relativo de Ciudadanos, que se abstendría, por lo que intenta que los socialistas también se abstengan.
La dirección del PSOE acordó la semana pasada votar no en las dos rondas, aunque deja la decisión final en su secretario general, Pedro Sánchez, que tiene mala relación con Rajoy.
El PP presiona sobre los socialistas con el argumento de que España tiene un Gobierno en funciones – sin competencias plenas – desde diciembre pasado y que un rechazo a Rajoy conduciría a las terceras elecciones en menos de un año.
Los socialistas no son proclives de momento a aceptar un pacto, aunque algunas voces dentro del partido apuntan que sería conveniente escuchar eventuales ofertas del PP y quizá abstenerse para evitar nuevos comicios.
El presidente de Ciudadanos Albert Rivera, apuntaló hoy esa estrategia del PP y, en una entrevista al diario conservador ABC pidió al PSOE que no eluda su responsabilidad en la segunda votación de investidura Rajoy, de modo que se evite la convocatoria de unas terceras elecciones que serían "malas para España".
La alternativa a la derrota de Rajoy podría ser que Sánchez diera un paso adelante y se propusiera para jefe del Ejecutivo, lo que ya intentó sin éxito en marzo, pero ahora su grupo cuenta incluso con cinco escaños menos, lo que hace menos previsible esa hipótesis.
La elección de la Mesa del Congreso y de su presidente podrá quizá dar alguna pista sobre el comportamiento futuro de los grupos, aunque por ahora las negociaciones están bloqueadas.
Con información de wradio.com.co