La democracia retrocede en el mundo. El optimismo que reinaba en el siglo pasado sobre la progresiva adopción de este sistema de gobierno por cada vez más países, se debilita. Los autócratas ganan terreno ante los demócratas.
Cecilia Pachano/ El Político
Según un estudio de The Economist de 2020, en el mundo existen 23 territorios con democracias plenas, 52 con democracias imperfectas, 35 con regímenes híbridos y 57 con autoritarios. La situación de América Latina es aún más dramática sólo Uruguay, Chile y Costa Rica son consideradas democracias plenas.
La antipolítica ha calado. La militancia y los partidos mismos se encuentran cuestionados por la opinión pública. A los partidos se le atribuyen los errores, fracasos y desaciertos de los gobiernos democráticos.
Los políticos son percibidos como corruptos, con poco o ninguna empatía social, y falsos. La política es calificada como "sucia", sujeta a intereses económicos y personales.Los partidos tienen una credibilidad seriamente golpeada. Con esta imagen la gente "decente" opta por alejarse de la actividad político-partidista.
Outsiders de izquierda o de derecha…¿Demócratas?
Ante este escenario crece la imagen de que la solución son los outsiders. Personajes cuya credibilidad se soporta en que no provienen de las filas de los desprestigiados partidos. Surgen de la sociedad civil, las fuerzas armadas o del sector empresarial.
En algunos casos aterrizan en los partidos o reciben sus respaldos por la popularidad alcanzada, sin haber surgido de sus cuadros militantes. Su discurso se basa en la capitalización del descontento social y el ataque al status quo.
En América hemos tenido varios casos en los cuales lograron ascender a la presidencia de sus países. Alberto Fujimori en Perú fue quizás el primer caso exitoso. Seguido de Hugo Chávez en Venezuela y más recientemente Jair Bolsonaro en Brasil y Nayib Bukele en El Salvador.
Outsiders con poca tolerancia
Ninguno de ellos se considera un político, si no hombres predestinados a cambiar a sus países. Aunque han contado con el respaldo de los partidos, no se consideran militantes. En algunos casos carecen de la formación doctrinaria que por tradición estas organizaciones daban a sus cuadros.
Un rasgo común es su poca tolerancia a la crítica (interna o externa) y su rechazo absoluto a la negociación. Dos prácticas elementales de los partidos políticos y principios básicos de todo gobierno demócrata.
Tampoco tienen simpatía por la prensa independiente o las Organizaciones No Gubernamentales. Cualquier cuestionamiento a sus decisiones es considerado un ataque.
Como se sienten predestinados consideran innecesario escuchar otras voces, y ceder ante las peticiones o quejas de los otros actores de la sociedad en la cual viven. Tampoco tienen mucho respeto por el derecho a la libertad de sus gobernados.
Llegan con los votos pero…
Debido al cansancio y descrédito de los partidos, los pueblos han abierto sus puertas a una serie de outsiders que independientemente de que se autoproclamen como progresistas o liberales, han derivado en una nueva generación de autócratas. Quienes llegan al poder por los voto pero luego no quieren entregarlo.
La vena autocrática está presente en países que en el pasado se consideraron democracias sólidas y exitosas como Venezuela y México. Incluso en el Gobierno de Trump en EEUU se sintieron algunos amagos. Frenados por la fortaleza de las instituciones de ese país.
Estos mandatarios buscan centralizar el poder y aniquilar, en la medida de lo posible, los partidos. Para sustituírlos por un partido único, plegado a lo que ordene el lider supremo. Como ocurre en la China de Xi Jinping, la Rusia de Vladímir Putin, o la Turquía de Recep Tayyip Erdogan.
Demócratas en retroceso
La democracia, con todos sus errores continua siendo considerada la mejor forma de gobierno. Pero históricamente la democracia ha estado bajo asedio. En la Grecia antigua, donde surgió, resistió 200 años, antes de ser reemplazada por las monarquías.
En el mundo actual, según Freedon House, el deterioro de la democracia comenzó en 2006. En su informe Libertad en el Mundo 2021, redujo las puntuaciones de libertad de 73 países, lo que representa el 75 por ciento de la población mundial. "Los afectados incluyen no solo estados autoritarios como China, Bielorrusia y Venezuela, sino también democracias en dificultades como Estados Unidos e India".
"Los hallazgos de este año dejan muy claro que aún no hemos frenado la marea autoritaria", dijo Sarah Repucci, vicepresidenta de investigación y análisis de Freedom House.
Hasta en EEUU
El retroceso de la democracia está afectando a una de las más antiguas y sólidas democracias del mundo: Estados Unidos.
EEUU experimentó un creciente deterioro democrático durante el último año de la presidencia de Trump. La calificación de Estados Unidos en el informe de la Libertad en el Mundo cayó 11 puntos en la última década, y solo en 2020 disminuyó tres puntos.
En el mundo existen unos 216 países, algunos con reconocimiento parcial, otros bajo tutela. 195 miembros de la ONU. De acuerdo al Índice de Democracia 2020, el 49,4% de la población mundial viven en una democracia de algún tipo. Pero solo 25 países del globo, (8,4% ) viven una democracia plena.
El panorama no luce alentador. Las redes sociales han devenido en demoledora de políticos demócratas. Problema que los autócratas, cuando detentan el poder, resuelven censurándolas.
Se buscan demócratas
Los partidos incurrieron en el error de dejarse seducir por la política massmediática. Abandonaron la formación doctrinaria, el debate interno, el desarrollo de los cuadros y el trabajo con los ciudadanos. En síntesis se olvidaron de la práctica interna de la democracia.
Dejaron de pensar en sus proyectos políticos y se desconectaron del quehacer y sentir de la gente. Reduciendo la organización política a una máquina recolectora de votos.
Para bien o para mal no puede haber democracia sin partidos. Menos puede haber democracia sin demócratas. Y estos no nacen…se hacen.
Por lo pronto toca parafrasear a Diógenes de Sinope, sacar la lámpara y decir : “Busco un demócrata”.