La compleja crisis venezolana amenaza al hemisferio y a la seguridad de los Estados Unidos, Moisés Naim y Francisco Toro realizaron para Foreign Affairs un completo análisis de la situación que aborda un aspecto clave: el problema no es solo el socialismo.
El Político
"Venezuela se ha convertido en sinónimo de fracaso y, curiosamente, en una especie de papa caliente ideológica, un dispositivo retórico que se dejó caer en conversaciones políticas en todo el mundo", sostienen los autores del análisis de Foreign Affairs.
Los políticos invocaron a Venezuela en las campañas electorales de Brasil a México, de Italia a Estados Unidos, "como una advertencia sobre los peligros del socialismo".
"Los candidatos de izquierda de Jeremy Corbyn, en el Reino Unido, a Pablo Iglesias, en España, se encuentran acusados de simpatizar con el chavismo socialista y sufren daños políticos reales por la asociación con los gobernantes de Venezuela. El cargo, repetido sin cesar, es que el fracaso de Venezuela es el fracaso de una ideología; El socialismo es el culpable, y si tomas la decisión equivocada en las urnas, el caos de Venezuela también podría llegar a tu puerta", apuntan.
Esta línea es efectiva porque contiene un elemento de verdad: Las políticas socialistas del ex presidente Hugo Chávez han devastado el país.
"Expropiaciones caóticas de gran alcance, controles desastrosos de precios y divisas, regulaciones sofocantes y hostilidad desenfrenada hacia el sector privado y la inversión extranjera ayudaron a producir la catástrofe económica que ahora envuelve a Venezuela. Pocas guerras han destruido tanta riqueza de una nación como las políticas de Chávez y su sucesor elegido, Nicolás Maduro".
Pero según los autores como toda buena propaganda, el cargo oculta más de lo que revela: El impulsor más profundo de la implosión de Venezuela no es la adhesión doctrinaria de Maduro al socialismo sino, más bien, la caída del país en la cleptocracia.
"Centrarse en Venezuela como un fracaso del socialismo es perderse la historia real: el colapso del estado venezolano y la toma de sus recursos por una confederación de criminales despiadados tanto dentro como fuera del país".
Según FA esta dinámica es comúnmente ignorada en gran parte de los comentarios sobre Venezuela, que continúa tratando el enfrentamiento de Maduro con sus oponentes como una variante de una confrontación política reconocible de izquierda a derecha.
"Tales comentarios tienden a describir a Venezuela como si fuera como otras democracias frenéticas donde las batallas de los partidos rivales son feroces y ocasionalmente violentas. Pero pensar en Venezuela como una democracia enloquecida o simplemente como un ejemplo del fracaso del socialismo no logra capturar completamente las causas y consecuencias de la difícil situación del país".
Para Naim y Toro la democracia de Venezuela colapsó hace años. para muestra citan que según las encuestas cuatro de cada cinco venezolanos quieren ver a Maduro renunciar de inmediato, pero ningún mecanismo democrático puede satisfacer esta demanda.
"Con elecciones rigurosamente manipuladas, las opciones restantes son problemáticas: una intervención militar extranjera contra Maduro sigue siendo una posibilidad remota, al igual que los golpes militares y de palacio".
Apuntan que los autores que si bien es cierto que expertos extranjeros y benefactores, desde el Vaticano hasta el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, aconsejan las negociaciones y se presentan como intermediarios; "los intentos de facilitar las conversaciones evitan el problema principal: la oposición en Venezuela no es como una facción que se encuentra al otro lado de una democracia parlamentaria normal. Los miembros de la oposición son más como rehenes, y, en el caso de muchos presos políticos, son literalmente rehenes, de una camarilla criminal que explota despiadadamente la riqueza mineral del país para su propio beneficio.
Cueva de ladrones
Para FA el régimen de Maduro equivale a una confederación de empresas criminales extranjeras y nacionales con el presidente en el papel de jefe de la mafia. "El pegamento que mantiene unido al gobierno no es la ideología ni la búsqueda de un orden rígido: es la lucha por el botín que fluye de una vertiginosa variedad de fuentes ilegales".
Según el análisis de la prestigiosa revista, hoy, Venezuela es un centro para los traficantes en todo tipo de contrabando: desde productos básicos de consumo con precios controlados hasta cocaína con destino a los Estados Unidos y Europa, así como diamantes, oro, coltán, armas y trabajadores sexuales.
Los peces gordos del régimen se sientan sobre la montaña de dinero del botín. Jorge Giordani, uno de los jefes de política económica de Chávez y ahora un opositor del régimen, calculó que los funcionarios habían robado $ 300 mil millones durante el auge petrolero de 2003 a 2014. La cifra precisa puede ser discutida, pero la escala macroeconómica de la cleptocracia chavista no se puede ocultar.
Caracas se ha convertido en una de las principales capitales del mundo para el lavado de dinero. Habiendo robado sumas insondables, los funcionarios venezolanos y sus compinches han forjado amistades de gran poder en todo el mundo.
"Cuando los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley de EE. UU. y Europa miran a Venezuela, ven una red de crimen organizado en expansión oculta, torpemente, detrás de la fachada de un gobierno".
La caballería no llega
"El colapso de Venezuela amenaza la estabilidad de la región en general", apunta Foreign Affairs. Colombia es el país más expuesto, pero el fracaso del estado venezolano repercute en todo el hemisferio.
Apuntan además que los líderes de Venezuela también han tratado de exportar inestabilidad. "Maduro a menudo habla públicamente de su deseo de socavar a los oponentes en la región. En la medida en que una América Latina estable y democrática es una prioridad de seguridad nacional de los Estados Unidos, la implosión de Venezuela es un problema no solo para la seguridad de los países vecinos sino también para la de los Estados Unidos.
En la medida que Maduro desestabiliza la región, la perspectiva de una intervención militar para deponerlo se mantiene. Por más de un año, el gobierno de Trump ha reiterado que mantiene "todas las opciones sobre la mesa".
"Esta formulación diplomática —un guiño astuto a una intervención militar— parece estar más dirigida a los exiliados venezolanos registrados para votar en Florida que a los planificadores militares en El Pentágono", apuntan.
A juicio de Naim y Toro, los gobiernos extranjeros tienen poco deseo de invadir Venezuela y arriesgar sangre y tesoros para forzar el cambio de régimen.
"Los países latinoamericanos y la Unión Europea han rechazado con firmeza la sugerencia de intervención militar. En verdad, Estados Unidos no tiene apetito para llevar a cabo una importante operación militar en Venezuela. Una invasión, que, para ser claros, nadie está considerando seriamente, correría el riesgo de convertirse en un atolladero tropical dada la presencia de grupos armados dispersos por todo el país".
Consideran que la estrecha colaboracion entre el gobierno de Maduro y Rusia en defensa, convierten a Venezuela en "un complicado teatro militar", en el que cualquier acción contaría además con el rechazo de China, Cuba y Turquía.
"Muchos exiliados venezolanos pueden estar convencidos de que nada menos que la fuerza externa desalojará a Maduro, pero ningún gobierno extranjero está dispuesto a responder a su llamado".
Teorías del cambio
Según el análisis de Foreign Affairs , en los últimos tres años, varias "teorías del cambio" parecían ofrecer posibles formas de salir de la actual calamidad de Venezuela. "Estas teorías han fallado hasta ahora, en muchos casos porque continúan, erróneamente, viendo la crisis de Venezuela en términos ideológicos".
El surgimiento de Guaidó como un pararrayos de protesta en 2019 inspiró nuevas visiones de un cambio radical.
A lo largo de este período, las voces moderadas continuaron presionando por una solución negociada.
"Pero Maduro tiene un fuerte control sobre su empresa criminal; No sintió la compulsión de ofrecer concesiones significativas durante las diversas conversaciones que tuvieron lugar en los últimos años. En cambio, utiliza las negociaciones para enfrentar a sus oponentes, tanto nacionales como extranjeros, entre sí".
Una mejor transición
Consideran los autores que cualquier juego final concebible para la crisis venezolana dependerá de un acuerdo respaldado internacionalmente entre Maduro y sus oponentes.
"Pero tal negociación solo puede tener éxito una vez que Maduro esté convencido de que es su último recurso. Hasta que se den tales condiciones, las conversaciones simplemente jugarán con su estrategia cínica de encadenar a sus oponentes".
Naim y Toro estiman que solo cuando el régimen sienta que se ha quedado sin dinero, amigos y opciones, será inevitable un acuerdo negociado. "Pero liberar a un régimen odioso del poder sin sangre implica compromisos difíciles".
A su juicio los venezolanos de hoy están lejos de estar preparados para soportar este tipo de resolución: el gobierno no está listo para considerarlo porque no siente que su control sobre el poder esté realmente amenazado, ni la oposición porque los crímenes del régimen siguen siendo demasiado crudos. "La gente retrocederá en un acuerdo que, por ejemplo, garantice escaños en la legislatura a las figuras del régimen, lo que los protege del enjuiciamiento o permita que esos potentados mantengan su botín robado".
Puntualizan además que paradójicamente la historia de las transiciones exitosas de la democracia a fines del siglo XX socava su viabilidad hoy.
"El arresto de un antiguo dictador de derecha reduce drásticamente las opciones para los supuestamente socialistas revolucionarios de Venezuela, subrayando, una vez más, cuán tangencial es la ideología para comprender la crisis".
Consideran los autores del análisis de Foreign Affairs que incluso si los secuaces de Maduro pudieran ser persuadidos para aceptar un resultado negociado, "los problemas de Venezuela estarán muy lejos de terminar".
"El fin del régimen de Maduro, cuando llegue, revelará una cáscara hueca de un estado. Los administradores públicos competentes huyeron hace años. La reconstrucción rápida de la infraestructura física crítica puede ser posible, pero la reconstrucción de la infraestructura institucional llevará mucho más tiempo. La caída del régimen será solo el comienzo necesario para una década tumultuosa del renacimiento de Venezuela".
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