Muchos de los desaparecidos del edificio derrumbado en Miami se mudaron a este paradisíaco lugar a compartir en el mar, en la arena, a jubilarse, vacunarse o simplemente para iniciar una nueva vida.
El Político
Vinieron a retirarse. Vinieron a trabajar. Llegaron a las Champlain Towers en Surfside para escapar o para empezar de nuevo, según una investigación de El Nuevo Herald.
Vinieron para curarse, para vacunarse o simplemente para pescar en el mar azul claro. Vinieron de los inviernos fríos en el norte.
Venían de la incertidumbre de los países de nuestro sur. Vinieron por una última y desesperada oportunidad, reportó ElNuevoHerald.
Más de 150 personas que permanecen desaparecidas estaban separadas, pero juntas en la torre de condominios Champlain Towers South en Surfside en las primeras horas de la madrugada del jueves cuando el edificio se vino abajo.
Todos tenían diferentes razones para estar allí esa noche. Pero sus historias se cruzan en un solo momento.
Para algunos, poder vivir en Miami Beach era parte de un plan perfecto.
Vino de Nueva York en busca de una mejor vida
Estelle Hedaya nunca había sido tan feliz. Se mudó al sur de la Florida en 2015 para un trabajo ideal con una compañía internacional de joyería y viajó por el mundo, mientras publicaba en su blog de comida y viajes.
Los videos de ejercicios y las fotos de sus viajes iluminaron las cuentas de Instagram de sus amigos. Ahora, a los 50 años, estaba viviendo su mejor vida.
Organizó una reunión nocturna en Zoom con sus amigos durante la pandemia, sentada en su balcón frente al Atlántico.
“Si había algo divertido que hacer, ella era la primera en la fila”, dijo su amiga de toda la vida Mary Beth Silverman.
En uno de los otros condominios, Juan Mora Jr., graduado de la Belen Jesuit Preparatory, aprovechó la oportunidad para salir de Chicago y escapar al sur de la Florida durante unas semanas para visitar a sus padres, Juan y Ana, que se habían retirado a un condominio en la torre Champlain.
Juan disfrutaba de regresar a su ciudad natal y ponerse al día con los amigos de la secundaria, que ya eran amigos de toda la vida.
Y el mar detrás del condominio de sus padres era el panorama perfecto para pintar nuevos recuerdos. Reunió a un par de amigos de la secundaria y se fueron a pescar a pocas cuadras del condominio de sus padres, en lo que podría ser el último fin de semana de su vida.
La aventura de esta pareja en Miami
Su momento era ahora. Tiempo para parejas como Cassie Stratton, de 40 años, y su esposo, Mike, de 66. Este era el momento para disfrutar de la vida en el sur de la Florida.
La pareja se había conocido hace siete años en una fiesta, se casaron dos años más tarde y vivían algunos meses en Surfside. Modelo e instructora de Pilates, Cassie nació en Nueva Orleans y dividía su tiempo entre Nueva York y Surfside, donde la pareja había vivido durante cuatro años.
Sus aventuras los llevaron por todo Miami, donde siempre encontraron más que hacer de lo que les permitía el tiempo.
“Ella estaba llena de vida, siempre estábamos haciendo algo. Hay tantos lugares interesantes para ir en Miami y lo aprovechamos todo”, dijo Mike Stratton.
Mike, estratega político, estaba en un viaje de negocios a Washington cuando Cassie lo llamó a la 1:30 de la mañana, frenética de que el edificio se había sacudido.
Ella estaba en el teléfono con él cuando miró por la ventana y vio un sumidero donde había estado la piscina. Entonces la conversación se cortó.
Salir de Paraguay por primera vez
No todos los que se encontraban en la torre esa noche estaban en el sur de la Florida para una vida de descanso. Leidy Luna Villalba, de 23 años, necesitaba desesperadamente estar aquí.
En Paraguay, su padre estaba luchando para llegar a fin de mes en la granja donde trabajaba y ella se estaba quedando sin dinero para pagar una carrera de enfermería.
Así que rogó a sus padres que la dejaran irse a Miami para trabajar como niñera para la familia de la hermana de la primera dama de Paraguay, que tenía dos condominios en la Champlain Towers.
Ella había trabajado para ellos más de un año, por lo que su madre le dio su bendición y Leidy le dio a su madre el abrazo más largo y el beso en la mejilla.
Envió a su familia un texto diciendo que había llegado el miércoles por la noche, horas antes de que el edificio se derrumbara.
“Ella es el principal sostén de nuestra familia y se fue a Miami a trabajar. Se fue por nosotros. Mi corazón está roto”, dijo su madre, Juana de Villalba, a la prensa paraguaya.
Una jubilación tranquila
Para algunos que vivían en la torre, era hora de tomarse las cosas con calma.
Parejas como Arnold “Arnie” Notkin y su esposa, Myriam Caspi Notkin, llegaron a Surfside para disfrutar de la jubilación. Arnie, un hombre enérgico, fue maestro de Educación Física, incluso en la primaria Feinberg en South Beach en las décadas de 1960 y 1970.
Vio lo mejor de los niños, detestaba a los bravucones y alentaba a las niñas a aplicarse a los deportes. Sus alumnos siempre se acordaron de él.
Arnie, de 87 años, y Myriam, de 81, eran conocidos por asistir a eventos sociales en la comunidad judíocubana de la que su esposa formaba parte en la cercana Miami Beach.
Pero en los últimos años, pasaron más tiempo en el condominio. Arnie tenía problemas para caminar y Myriam lo atendía.
Una pareja y su hija exitosa
Los Velásquez —Julio, de 67 años, y Ángela, de 60— estaban viviendo la mejor parte de su retiro cuando su hija, Theresa, llegó desde Los Ángeles el miércoles por la noche.
La pareja había alquilado su casa antes de mudarse al condominio. Julio se retiró, pero Angela permaneció activa en Fiorelli, una boutique para hombres que tiene en Weston, cerca de Fort Lauderdale.
La Unidad 304 era el lugar donde la pareja esperaba pasar sus años dorados. Su hija, Theresa, de 36 años —la imagen de su madre— se estaba labrando una exitosa carrera como ejecutiva de capacitación en Live Nation.
Su hermano y su familia tenían planeado volar a Miami para esperar noticias de sus seres queridos.
Trajeron a su hija para vacunarla
El sur de la Florida es un centro natural para América Latina y el Caribe, por lo que al menos 36 personas que visitaban de siete naciones y Puerto Rico están entre los desaparecidos.
La pandemia en Argentina casi había paralizado el trabajo de Andrés Galfrascoli como cirujano plástico.
Así que él y su pareja, Fabián Núñez, volaron a Miami con su hija Sophia Núñez para esperar lo peor del brote de coronavirus en el condominio de un amigo de Dania Beach, Rodrigo Salem. Todos tenían previsto vacunarse contra el COVID-19.
Un amigo llamó a Salem el jueves por la madrugada para contarle sobre el colapso del condominio que había prestado a sus amigos.
Ella quería un nuevo comienzo
Un condominio frente al mar en el sur de la Florida era el escenario perfecto para alguien que buscaba rehacerse a sí misma, alguien como Linda March.
Estaba cansada del Upper West Side de Nueva York, particularmente durante la pandemia. Había sobrevivido al COVID-19 en 2020 y estaba decidida a pasarla mejor en 2021. Así que March, de 58 años, alquiló el penthouse Champlain Towers South y dejó atrás el frío
El condominio frente a la playa en el sur de la Florida era un nuevo comienzo.
Como abogada, mantuvo clientes en Nueva York y Miami y sus amigos dicen que había encontrado el equilibrio perfecto entre el trabajo y la vida personal para alguien a quien le gustaba andar en bicicleta por el paseo junto amar en Surfside.
“El lugar era hermoso, frente al mar, con hermosas vistas”, dijo su mejor amiga desde segundo grado, Rochelle Laufer. “De lo único que se quejó fue de la construcción”.
No un condominio, un hogar
El condominio en Champlain no era un alquiler de vacaciones cualquiera.
Para los Kleiman, era su hogar permanente, un lugar de reunión para su familia puertorriqueñocubana.
Jay Kleiman había volado de Puerto Rico a Miami para quedarse con su madre, Nancy Kress Levin, en su condominio en la torre.
Su hermano Frankie y su esposa Ana Ortiz, y su hijo adulto, Luis, vivían en el mismo piso.
El sur de la Florida fue el lugar donde su familia echó raíces. Nancy Levin, de 76 años, huyó del gobierno de Fidel Castro a Puerto Rico, donde ella y su esposo, Saúl, tuvieron dos hijos.
Cuando la pareja se separó, ella llevó a los niños al sur de la Florida, donde construyeron una vida, pero mantuvieron estrechos vínculos tanto con la comunidad cubano-judía de Miami como con la comunidad judía de Puerto Rico. Jay vivía en Puerto Rico y visitaba a su familia a menudo, siempre reuniéndose en el condominio junto a la playa.
Frankie fue un gran padrastro del hijo de Ana, que sufre de distrofia muscular, recordaron sus amigos. Jay, un músico, lanzó un álbum acústico en abril, All the Voices in My Head, con letras que hablan del amor y el ser amado.
Y se reunieron aquí, en este condominio, donde Nancy tomó la foto que adorna su página de Facebook: el sol saliendo sobre su balcón en las torres Champlain South.