Con más de 80 asesinatos en la última década, ejercer de alcalde en México es este domingo día un oficio de riesgo en muchas localidades donde las amenazas de muerte se mezclan con la lucha o connivencia con el crimen organizado y el combate a la corrupción.
En marzo de 2015 la entonces alcaldesa de Matamoros, Norma Leticia Salazar, sufrió un ataque de un grupo armado luego de una persecución por las calles de esta localidad fronteriza perteneciente al violento estado de Tamaulipas (noreste).
Iba con protección a un acto oficial cuando dispararon contra su vehículo y el de su equipo, pero logró salir ilesa del atentado.
"He pasado de todo, ese caso es el único que se dio a conocer, pero he sufrido desde amenazas, pinchazos de llantas (neumáticos) y gente que nos ha disparado, pero nunca los dimos a conocer porque quería mostrar fortaleza", rememoró a Efe tras acabar su mandato en septiembre.
Según la Asociación Nacional de Alcaldes (ANAC), desde agosto de 2006 a principios de agosto pasado fueron asesinados 86 alcaldes de diferentes partidos, de los cuales 43 estaban en funciones, 36 ya habían dejado el cargo, siete eran alcaldes electos.
En México, prácticamente cada semana se conoce algún ataque o amenaza a un alcalde, si bien la mitad de las muertes se produjeron en los estados de Oaxaca, Michoacán, Veracruz y Guerrero.
Solo en los últimos meses, a tiros se acabó con la vida de Ambrosio Soto, de Pungarabato (Guerrero), quien había denunciado amenazas, y de José Santamaría Zavala, alcalde de Huehuetlán el Grande, en el central Estado de México.
Y algunos de los sucesos rozan lo dantesco, como el cuerpo descuartizado que apareció en mayo en Valle de Chalco, localidad cercana a la Ciudad de México, con un mensaje supuestamente dirigido al alcalde, Ramón Montalvo, quien sobrevivió a cinco balas dos años antes, cuando era diputado federal.
A menudo los alcaldes deben batallar con grupos delictivos con tentáculos en negocios tan lucrativos como la construcción o la hostelería, y que se niegan a pagar las licencias pertinentes, dijo a Efe Isidro López, alcalde de Saltillo y actual presidente de la Conferencia Nacional de Municipios de México (Conamm), que reúne casi 2.500 alcaldías.
"Si se niegan, ponen en riesgo su vida, pero incluso si aceptan (las condiciones impuestas), la delincuencia organizada puede ir y matarlo. También hay muertes por rencillas o incluso por líos de faldas", recordó el presidente municipal de Saltillo, capital del norteño estado de Coahuila.
Por ejemplo, en el municipio indígena de San Juan Chamula, en Chiapas (sureste), una reyerta con civiles armados dejó 12 heridos graves y cinco muertos, entre ellos el alcalde y el síndico del municipio.
Esta cantidad de casos han hecho que los alcaldes reclamen seguridad federal ante la habitual falta de recursos de los entes locales.
"Desde la Conamm proponemos que se forme un grupo de reacción operativa regional con policías especializados" y que trabajen con otros municipios y estados, remarcó López.
Estimó que solo el 20 % de los alcaldes tiene "capacidad para protegerse", por lo que la idea es que los entes locales tengan agentes "bien pagados y capacitados" que mejoren la seguridad en la localidad, y por ende les den protección.
El alcalde de Saltillo tiene hoy a su disposición varios escoltas, que trabajan por turnos y son pagados por las arcas públicas, pero es consciente de que es una excepción.
Su caso es bien distinto al de Salazar, pues en Matamoros y durante su mandato desapareció la Policía Municipal al no superar la mayoría de los agentes los exámenes de confianza.
"Yo no tuve escoltas, pero a los eventos iba personal del ayuntamiento, que me cuidaba y gente de la Marina o la Secretaría de la Defensa Nacional, que trabajaban por roles", detalló.
Devota, explicó también que todo este tiempo lo cuidó Dios. "Él me puso aquí por un propósito, y si hacía lo correcto sabía que me iba a cuidar", comentó.
Los peligros de ser alcalde impactan también en la familia, que a menudo vive con el temor constante de perder un ser querido.
Por ello, Salazar agradeció estar soltera, sin hijos, y tener una familia apartada del ojo público, aunque estos recibieran algunos mensajes intimidatorios.
"Fue duro y difícil, porque de alguna manera te alejas de la familia todo este tiempo", reconoció.
En tanto, al hoy alcalde de Saltillo su familia le suplicó que no se presentara a los comicios. "Esto es una vocación", les respondió.
Para López, lo primordial es que ninguna de estas muertes quede sin resolver: "Si ya están asesinando alcaldes y no pasa nada. ¿Qué podemos esperar cuando matan a la ciudadanía?", preguntó.
Con información de EFE