El régimen de Nicolás Maduro, sigue intentando imponer su ley. Ya anunciaron su intención de adelantar las elecciones legislativas para disolver a la opositora Asamblea Nacional (AN) en Enero de 2020. Pero ¿Tienen la suficiente fuerza para mantenerse en confrontación? o ¿Tendrán que volver a Barbados? donde los representantes de un desafiante Juan Guaidó los esperan. Escojan lo escojan, van a perder. Así lo asegura el periodista, Pedro Benítez
El Político
Maduro se ha atrincherado en el Poder, moviéndose entre dos posiciones, la primera corresponde al general Vladimir Padrino López, quien en su doble condición de ministro de la Defensa y comandante del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), la noche del 6 de diciembre, aseguró en trasmisión de radio y televisión que, garantizaría el resultado de las elecciones parlamentarias que ese día la oposición venezolana ganó al obtener 2/3 partes de las bancas de la AN
Pero ahora dejó atrás ese papel de alto jefe militar para actuar más como un activista político. Sin embargo, Al frente de la FANB como institución actuó como el árbitro final de la disputa política, lo que es coherente con lo que ha sido su actuación dentro de la corporación militar.
Recordando esos días, especialmente el 23 de diciembre de ese 2015, la todavía mayoría chavista de la AN aprobó atropelladamente (violando los lapsos establecidos en la Constitución) la designación de nuevos magistrados al Tribunal Supremo de Justicia para que no lo hiciera la nueva AN que se instalaría en enero siguiente y de esa manera iniciar la maniobra para bloquearla.
El responsable de todo no fue otro, que segundo pilar de Maduro, Diosdado Cabello, quien en ese momento era presidente de esa AN y justificó la decisión, afirmando que con la oposición: “No hay nada que dialogar”. Y agregó como sentencia: “La confrontación es inevitable”.
Cabello, con mucho orgullo ha jugado el papel del más radical de los radicales; esa siempre fue, es y será su posición como segundo hombre del régimen que Nicolás Maduro Heredó de Hugo Chávez. Así se encargó él de demostrarlo desde la presidencia de aquella Asamblea Nacional, como primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en su programa de televisión y ahora como presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Tanto Padrino como Cabello delinean el camino de Maduro. Quien, por supuesto, no ha querido arriesgar el control de la FANB, que pese a esto está bastante deteriorado. Pero tampoco quiere perder el dominio político del chavismo. Por eso su guerra fría con Diosdado Cabello jugando a ver quién es más radical, el más macho, el más irresponsable o al que se le ocurre la idea más disparatada.
El primero deja margen para que se realicen las fechorías. Mientras que el segundo junto con Maduro ha llevado al chavismo y a Venezuela toda a un callejón sin salida.
La Asamblea Nacional, por su parte, sigue superando los múltiples esfuerzos de Diosdado para liquidarla. Y ahora cuenta con un amplio respaldo nacional e internacional.
A esto se le suma, que debido a las dimensiones que ha tomado la situación en Venezuela, todas las grandes potencias son partidarias de una salida negociada. Incluyendo China y Rusia. Y es aquí donde el peso del general Padrino López se incrementa todavía más. Porque al final del día en la política siempre habrá una negociación.
Es entonces cuando, su reciente y clara declaración pidiendo a la oposición a regresar a la mesa de negociación de Barbados (cuando no ha sido ella la que se ha levantado esta vez, sino Maduro) toma otro sentido. Debido que desde hace mucho tiempo, los militares venezolanos se han caracterizado por evitar la confrontación. Primero entre ellos, pero también con una fuerza externa. Aplican aquello de contar los cañones.
Los militares venezolanos, en particular la mayoría del actual alto mando de la FANB, son partidarios de la negociación. No quieren verse envueltos en una confrontación.
Tampoco quieren que la crisis se prolongue. Desde el masivo apagón eléctrico del pasado mes de marzo han condicionado su apoyo a Maduro por una salida de la crisis. Esa es una de las razones que explican la participación de este en los diálogos promovidos por el gobierno noruego.
No es en sus planes esté desplazar a Maduro del poder (o al menos eso parece), pero necesitan un acuerdo estabilizador para el país o por lo menos para ellos.
Además, Padrino tiene una fuerte carta a su favor: su amistad con los rusos. Pues, el gobierno de la Federación Rusa también desea un acuerdo político “de las partes”.
El presidente Vladímir Putin parece conocer los límites de su poder y hasta dónde puede asistir militar y económicamente a su aliado al otro lado del mundo. Ciertamente quiere molestar a Estados Unidos,desea expandir su influencia mundial, pero si de algo le vale su experiencia como exagente de la KGB, la agencia de inteligencia soviética, es para saber que una de las razones de la caída de la Unión Soviética corresponde al gasto exagerado que generó respaldar gobiernos extranjeros por razones ideológicas. No se puede dar el lujo de sostener otra Cuba indefinidamente.
A Venezuela ser parte de un acuerdo le caería bien. Porque por mucho que les pese, Maduro y Cabello no han podido derrumbar el liderazgo de Juan Guaidó, las circunstancias los colocan en el dilema de o tener que negociar con él o arriesgarse a perder el respaldo de sus aliados.
Guaidó sigue en Caracas desafiando abiertamente a Maduro, con 50% de respaldo de los venezolanos, según recientes estudios de opinión pública. También lo apoyan la mayoría de las democracias del mundo que lo reconocen como Presidente Encargado de Venezuela. Detrás de él están Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo de Lima.
Y si quieren negociar deben hacerlo con él. No con quien Maduro y Cabello deseen. Por más que quieran no puede escoger a otro. Lo que sí pueden escoger es como quieren perder más: confrontando o negociando.
Fuente: Al Navío