Las "maras" en Honduras son concebidas por el Estado como un fenómeno exclusivamente criminal, una visión simplista y represiva que no ha surtido el efecto esperado por las autoridades, revela un estudio presentado hoy en Tegucigalpa.
El estudio, "Maras y violencia. Estado del arte de las maras y pandillas en Honduras", fue presentado en un hotel de Tegucigalpa por su autor, el investigador social Tomás Andino Mencía, con auspicio de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES).
El documento subraya que el tema de las maras es muy "complejo" y que la noción predominante en el discurso oficial, sin embargo, no proviene de la academia, sino de los órganos de seguridad del Estado, que las conciben como "un fenómeno criminal".
En el caso de El Salvador, que junto con Guatemala y Honduras son los países de Centroamérica con más pandillas, estas "tienen la categoría de organizaciones terroristas. En consecuencia, se aborda a estas agrupaciones como si de delincuentes a secas se tratara, a base de una dura represión", subraya el estudio.
El análisis reconoce que el accionar de las pandillas genera problemas de seguridad pública, pero que el enfoque es "demasiado reduccionista e inefectivo".
Como ejemplo señala que en El Salvador, Guatemala y Honduras (el Triángulo Norte de Centroamérica), llevan "alrededor de doce años aplicando la receta represiva basada en el enfoque criminalista, sin resultados convincentes a la vista, manteniendo sus índices de homicidios entres los más elevados del mundo".
Según el estudio, las maras no son homogéneas en el mundo, ni en un solo país, tampoco entre generaciones, ni siquiera al interior de las más grandes, aunque hay variedad de clasificaciones.
En ese sentido, Andino Mencía en su estudio hace referencia a tres tipos, la pandilla juvenil primaria o "tradicional", la banda criminal y la pandilla subcultural transnacional.
El autor del estudio expone sobre los antecedentes del fenómeno de las pandillas en Honduras, la violencia y criminalidad, señalando en este apartado la incidencia de las pandillas en los índices de violencia y criminalidad cotidianas.
También trata sobre el rol de las mujeres dentro de las pandillas, que ahora tienen menos participación y puestos de jerarquía en las "maras"; las respuestas del Estado; y las pandillas y la gobernabilidad democrática.
La coordinadora de Programas de la FES en Honduras, Jennifer Erazo, dijo a Efe que en los países del Triángulo Norte de Centroamérica a los jóvenes que activan en pandillas los están viendo "como sospechosos".
"Nosotros lo que planteamos es que hay que tener concepciones y definiciones claras de lo que es un marero o una marera", subrayó.
Agregó que en algunos sectores confunden las organizaciones juveniles o primarias, "que son organizaciones de jóvenes que quieren reunirse para pasar el rato, y tienen temas en común con una mara y el crimen organizado".
Erazo resaltó que los medios de comunicación están "utilizando mucho esta confusión básicamente para sobredimensionar el papel de las pandillas".
Añadió que no se pretende desconocer que las pandillas "tienen un peso en la violencia y la criminalidad, pero la sobredimensionan".
"Y mientras sobredimensionan el papel de las pandillas, estamos perdiendo la atención de problemas estructurales o de la atención de otros grupos criminales que sí deberían merecer nuestra atención", enfatizó.
Por otra parte, dijo Erazo "también nos desobligamos como estados a atender los problemas estructurales de pobreza, desigualdad, exclusión social, destrucción del tejido social, de expulsión de población y del despojo de la vida".
Además, sucede que la posibilidad de trabajo que existe en su mayoría "en países como los nuestros, sea un trabajo precario, que es poco digno", acotó.
Con pocas opciones, a la población joven no le queda más que migrar o involucrarse en "maras", expresó Erazo, quien además considera que se desaprovecha el recurso de la juventud para el desarrollo del país.
"Creo que el Estado debe analizar estas propuestas que están surgiendo de sectores que tienen con énfasis en los derechos humanos, empleo digno y fortalecimiento institucional", añadió.
En su opinión, el llamado de la sociedad y la cooperación internacional debe unir esfuerzos, sentarse y colocar la vida de las personas en el centro para tener una Honduras en paz y democrática.
Con información de: EFE