Cuando Donald Trump desembarcó en la política de EE.UU. en el verano de 2015, observó el tablero de juego y lo lanzó por los aires. El multimillonario rompió muchas normas no escritas -y todavía romperá alguna más-: entre otras, insultar a rivales por su aspecto físico. También, dudar de su habilidad o capacidad mental.
El Político
Al que fuera favorito en las primarias republicanas de 2016, Jeb Bush, le colocó el mote de «baja energía». Después se lo aplicó a su rival en las presidenciales, Hillary Clinton, de la que también dijo que «no tiene el vigor» para ser presidenta de EE.UU. Todo eso va a quedar en riñas de patio de colegio comparado con la que se viene en las elecciones de este año: una campaña feroz contra la salud mental de Joe Biden.
El exvicepresidente, cuya campaña estaba contra las cuerdas hace pocos días, es ahora el favorito para ganar la nominación demócrata, después de aglutinar el voto moderado alrededor de su candidatura y salir victorioso la semana pasada del ‘Supermartes’. Con esa nueva condición, también ha llegado un creciente escrutinio sobre su persona y sus propuestas. Pero nada como la andanada de ataques que han orquestado Trump y algunos medios de la cuerda del presidente contra Biden -pero también de los izquierdistas- y que son solo un anticipo de lo que será la campaña feroz de este otoño por la Casa Blanca. Su idea central es que el que fuera segundo de Barack Obama sufre demencia senil y no está capacitado para el cargo de mayor responsabilidad de EE.UU.
Cualquier que esté familiarizado con la andadura política de Biden, sabe de su discurso deslavazado, sus trompicones dialécticos, su leve tartamudeo y sus equivocaciones. Cualquiera que haya pasado por un mitin de campaña este año habrá comprobado que Biden aparenta la edad que tiene -77 años-, que no posee la energía de antaño, que necesita recurrir a sus notas con frecuencia. Para rematar el cuadro, incurre sin parar en pifias: en el último debate dijo que había muerto «150 millones de estadounidenses» por violencia con armas (un disparate); hace poco se confundió al presentarse en un evento público y dijo que era candidato «al Senado de EE.UU.» (donde pasó décadas antes de ser vicepresidente); en la celebración del ‘Supermartes’, en directo para todo el país, confundió a su mujer con su hermana (ambas habían subido al escenario); y en los debates de la campaña han sido habituales sus meteduras de pata y su lenguaje inconexo.
«Somnoliento Joe»
En otra época, las sospechas sobre la salud de un candidato o de un presidente se discutían con cuidado y solemnidad. Se habló de la precisión mental de Ronald Reagan -el presidente más viejo en asumir el cargo, hasta Trump- o de los problemas cardiacos de Dwight Eisenhower. Trump, sin embargo, habla de Biden sin ningún decoro y con toda la acidez. La semana pasada, publicó un tuit sobre ‘Somnoliento Joe’ -es el mote que utiliza contra Biden desde hace tiempo- con un vídeo de Fox News (la cadena más amable con el presidente) que recopila sus pifias en el que aseguraba que el candidato «no sabe dónde está o lo que hace. Sinceramente, ¡creo que no sabe ni a qué se presenta como candidato!».
«Ahí hay algo», deslizó después en Fox sobre las meteduras de pata de Biden, en un esfuerzo conjunto con sus presentadores y tertulianos de televisión de cabecera. Sean Hannity, posiblemente el presentador de Fox más cercano a Trump, ha defendido que es «legítimo» cuestionar la «fortaleza y agudeza mental» de Biden. Tucker Carlson, también de Fox, ha asegurado que Biden «está perdido» y Ann Coulter que «no ha habido ningún republicano con ese nivel de demencia senil» que se haya presentado a presidente. Rudy Giuliano, abogado personal de Trump y habitual defensor del presidente en la pequeña pantalla, dijo que Biden tiene «signos obvios de demencia».
Pero los ataques no llegan solo desde Trump y su círculo. Biden se disputa la nominación con el izquierdista Bernie Sanders (todavía más mayor que él, con 78 años), y su facción también ataca la salud mental del rival. Glenn Greenwald, fundador del medio izquierdista ‘Intercept’ ha hablado del «serio declive cognitivo» de Biden; Matt Stoller, un opinador del bando de Sanders, ha denunciado que el ‘establishment’ demócrata sabe de los problemas mentales del exvicepresidente pero «bromean sobre ello». Will Menaker, del podcast izquierdista ‘Chapo Traphouse’ ha dicho de él que «está senil, su cerebro no está ahí» mientras que Cenk Uyghur, de la plataforma online The Young Turks, ha dicho que «o está casi senil o está senil».
La idea que propaga Trump es que si el elegido como presidente es Biden -el probable nominado de los demócratas-, «le meterán en una casa y otra gente llevará el mando del país». Los ataques ahora contra la salud del candidato dejan claro algo: serán una de las las principales líneas de la campaña para su reelección.
Fuente: ABC