Dese el mes de septiembre Ucrania empezó a dar muestras de que está ganando la guerra. Cuando todo el mundo confiaba en que los esfuerzos se concentrarían en el frente sur, Kiev sorprendió a todos con una importante ofensiva en el norte.
El Político
Con un ritmo acelerado que libera unos 1000 km2 al día, las fuerzas ucranianas comenzaron la reconquista del norte y del este del país, aunque en los próximos días no se descarta que el frente sur también pueda caer.
¿Cuáles han sido las claves de esta ofensiva ucraniana?
Ataque a los centros logísticos: si hay un defecto que caracteriza al ejército ruso es su incapacidad para abastecer a sus tropas, lo que obliga a los soldados rusos a llevar mucho peso, haciendo mucho más lentos y tediosos sus movimientos en el campo de batalla.
La doctrina militar americana, que es la que sigue Kiev, establece que las fuerzas armadas deben contar con un sistema de abastecimiento que responda eficazmente a las necesidades del campo de batalla teniendo en cuenta las limitaciones de las fuerzas armadas, el entorno de combate y las capacidades del enemigo, informó VozPopuli.
Uso de tecnología militar americana: La tecnología militar americana en general y la artillería de largo alcance en particular, están siendo clave en la derrota de Rusia.
Si bien es cierto que los rusos no contaban con que Ucrania podría lograr esta tecnología, sí que era de esperar que Washington pudiera transferírsela.
Promoción de la confusión. Desde el comienzo de la guerra Kiev ha buscado suplir su inferioridad militar confundiendo a Rusia. Entre otros muchos “trucos”, los ucranianos han creado HIMARS de madera para que los rusos dispararan sus misiles sobre estos señeros.
Así, la ofensiva de agosto sobre Crimea que hemos comentado anteriormente no ha sido más que para provocar que Rusia pensara que Ucrania estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta para conquistar la península.
Gran rapidez en la (re)conquista. Al contrario de lo que ocurrió con la ofensiva rusa del pasado 24 de febrero, los ucranianos sí que están avanzando con gran rapidez en esta contraofensiva.
De hecho, los tanques avanzan con tal velocidad que los propios mandos ucranianos tienen dificultades para saber donde están sus unidades.
Esta movilidad la pueden lograr debido a que sus aviones y sus tanques parecen invisibles para los radares rusos, algo que se consigue gracias a la utilización de los AGM-88 HARM (High Speed Anti Radiation Missiles).
Se trata de unos misiles anti-radiación que detectan y se dirigen hacia las fuentes de emisión de radio enemiga inutilizando los radares e impidiendo que los sistemas SAM puedan hacer su función.
Se caen las caretas
Pero el lunes se cayeron las caretas. La televisión estatal rusa difundió las imágenes de las filas para cargar combustible en Ucrania, de las góndolas vacías en los supermercados, y difundieron un pronóstico meteorológico extendido que prometía meses de temperaturas gélidas en territorio ucraniano.
Y en vez de enfocarse en la destrucción causada por civiles en zonas controladas por los rusos, ahora las noticias mostraron columnas de humo y devastación en el centro de Kiev, reportó LaNacion.
“No tienen agua caliente y parte de la ciudad está sin luz”, anunció un presentador ruso al describir la escena que se vive en la ciudad de Leópolis, en el oeste de Ucrania.
Putin sintió que era necesaria una decisiva demostración de fuerza
Ese cambio abrupto es una señal de que las presiones internas por la fallida aventura bélica de Rusia llegaron a un punto en que el presidente Putin sintió que era necesaria una decisiva demostración de fuerza.
Sus militares venían siendo blanco de críticas cada vez más duras de parte de los partidarios de la guerra por no ser los suficientemente agresivos en el campo de batalla, y ese coro de voces alcanzó su punto álgido el sábado, tras el ataque contra el estratégico puente que conecta con la anexada península ucraniana de Crimea, símbolo del gobierno de Putin.
Al menos 19 personas murieron y decenas resultaron heridas en los ataques con misiles, respaldados por drones de ataque de fabricación iraní.
La infraestructura resultó dañada y las casas antes del invierno se sumieron en un apagón.
Sin embargo, funcionarios ucranianos dijeron que aproximadamente la mitad de los 84 misiles habían sido interceptados.
Los comentaristas rusos incluso sugirieron que se habían lanzado 150, lo que indica que el daño podría haber sido peor, informó CNNEspanol.
Cambio radical de estrategia
Era un nivel de fuerza diferente de parte de Moscú, pero quizás no un cambio radical en su estrategia, por dos razones.
La brutal escalada de la guerra de este lunes parece ser la respuesta de Putin a esos cuestionamiento y estar destinada a aplacar, al menos momentáneamente, a la furia de los halcones del nacionalismo por las humillantes derrotas rusas en el frente ucraniano.
“Esto es importante, sobre todo, desde la perspectiva de la política interna rusa” dice Abbas Gallyamov, analista político y exredactor de discursos de Putin. “Fue para demostrarle a la élite gobernante que Putin sigue siendo capaz, y que su ejército todavía sirve para algo”.
Pero en términos internos, la escalada también tiene sus riesgos: puede ser interpretada por la élite y el pueblo ruso en general como una señal de fortaleza, pero también como un intento desesperado de causar más daño en una guerra que Rusia parece estar perdiendo.
Es importante recordar que Moscú no ha tenido absolutamente ninguna reserva sobre atacar objetivos civiles o infraestructura desde el comienzo de la guerra.
En la semana anterior a los ataques del lunes, la ciudad de Zaporiyia fue alcanzada repetidamente por misiles, que se estrellaron contra bloques de apartamentos, matando e hiriendo a decenas.
Al principio de la guerra, un hospital de maternidad y un teatro convertido en refugio marcado con las palabras "NIÑOS" en Mariúpol fueron impactados.
El lunes no fue un cambio repentino en la brújula moral de Rusia. Simplemente hicieron lo mismo que han estado haciendo durante la guerra en una escala más grande y más amplia.
“Se suponía que era una demostración de fuerza, pero de hecho es una muestra de impotencia”, dice Gallyamov. “Al ejército ya no le queda otra cosa por hacer”.
En su discurso, Putin cometió una omisión que sorprende: no apunto a Occidente cómo culpable último del ataque del sábado en el Puente de Crimea, ni de otros presuntos ataques ucranianos.
El giro discursivo es una posible señal de que el líder ruso no quiere que la guerra se le vaya de las manos y desatar un conflicto directo con la OTAN.
¿Qué se puede esperar?
Hay algunas señales de que Putin se prepara para una mayor escalada de la guerra. El sábado nombró al frente de la guerra en Ucrania a Sergei Surovikin, un general conocido por su despiadada crueldad.
Y el aliado internacional más cercano de Putin, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, declaró este lunes que pronto llegarían a su país miles de soldados rusos, para formar un grupo militar conjunto con las fuerzas bielorrusas, conjurando así el espectro de una nueva amenaza para Ucrania desde el norte.
Greg Yudin, profesor de filosofía política en la Escuela de Ciencias Sociales y Económicas de Moscú, dice que Putin tuvo que ceder a las presiones de los halcones de derecha que piden una escalada aún mayor.
Para Yudin, lo esperable es que “tarde o temprano” Putin redoble sus amenazas de usar armas nucleares tácticas.