El cubano Alex Romero tenía grandes expectativas cuando el presidente Barack Obama llegó a La Habana en marzo de 2016 con la promesa de un futuro brillante para las relaciones entre su país y Estados Unidos.
Al igual que muchos de sus compatriotas, este empleado de 42 años en una tienda de fotografía imaginó que si los lazos entre ambas naciones se restablecían y las sanciones se levantaban, la isla podría mantener beneficios sociales como la salud y educación gratuitas a la par de obtener una inyección de divisas para sacar adelante la estancada economía.
Nueve meses después la realidad se ve incierta y el año que viene será probablemente una dura prueba para el presidente Raúl Castro tras el triunfo del republicano Donald Trump y las dificultades en Venezuela, el principal aliado económico de Cuba.
"La expectativa cuando llegó Obama era de cambios… y que hubiéramos podido mantener lo mejor, lo favorable para el pueblo", dijo Romero a The Associated Press. "Obama no pudo contra su Congreso, yo pensé que ese iba a ser el legado de él".
Inicialmente Trump no había manifestado su desacuerdo con la política de deshielo de Obama, pero durante su campaña dio un giro y advirtió que podría desandar el acercamiento que sólo se basó en medidas ejecutivas y sin el aval del Congreso, que mantiene el embargo sobre la isla.
"Trump no va a tener lo que él quiere, o sea, otro modelo en Cuba", agregó Romero. "Si el país número uno del mundo arrecia contra nosotros nos la vamos a ver muy mal en 2017″.
Raúl Castro deberá manejar los desafíos económicos y diplomáticos precisamente en sus últimos 12 meses de gobierno ya que anticipó que no aceptará una reelección en 2018 y dejará su lugar al actual vicepresidente Miguel Díaz-Canel, un ingeniero de 56 años.
Y esto sin el apoyo que significaba su hermano Fidel, fallecido en noviembre y líder del proceso revolucionario a quien muchos cubanos respetaban.
"Suponiendo que estos dos sucesos no ocurrieran, el triunfo de Trump y el fallecimiento de Fidel, de todas maneras 2017 iba a ser un año muy difícil para Cuba", comentó a AP Omar Everleny Pérez, un economista cubano y profesor visitante en la Universidad de Keio, en Tokio.
Ni el incremento del turismo o las remesas podrían parar, según los expertos, la caída del crecimiento que se produjo en 2016 y se prolongará en 2017.
Pérez y otros economistas estimaron que 2016 cerrará con un porcentaje de incremento del Producto Interno Bruto (PIB) cercano a cero y que el próximo año podría haber recesión.
A su vez reportes de expertos en la isla indicaron una baja en las exportaciones y las importaciones de insumos para la industria liviana cubana en el segundo semestre de 2016 que impactará en el primero de 2017.
Además, pese al deshielo con Estados Unidos, no han fluido las inversiones extranjeras por la persistencia del embargo y la lentitud burocrática de las autoridades isleñas para aprobar proyectos.
En contrapartida el turismo fue el elemento más dinámico de la economía: en 2016 creció 12% y se espera que cierre con unos 3,8 millones de visitantes durante todo el año. La tendencia al alza está previsto que se extienda a 2017.
Por su parte Venezuela, principal socio de Cuba y soporte importante en sus finanzas con la compra de servicios y el envío de crudo, atraviesa una de las peores crisis de su historia.
Analistas estiman que Venezuela pasó de entregar de manera directa a precios preferenciales unos 115.000 barriles de petróleo diarios en 2008 a unos 90.000 en los años precedentes y finalmente 40.000 en los últimos meses.
Raúl Castro reconoció en julio el impacto de la crisis en Venezuela y dispuso medidas como la reducción del horario laboral durante el verano y el recorte en la entrega de combustible a los cientos de miles automóviles que el Estado asigna a funcionarios y empleados jerárquicos.
"De inicio va a ser un año con sus complicaciones", consideró el jubilado Antenor Stevens, de 66 años. "Nosotros somos un pueblo que hemos sufrido mucho. Hemos pasado muchas necesidades, pero hay conciencia revolucionaria… Me parece que no va a haber otro periodo especial aquí". Stevens hacía referencia a la crisis de los años 90 tras la caída de los aliados de Europa del este que siempre gravita como un fantasma en la vida de los cubanos.
Las dificultades en Venezuela y el cambio de signo político de Brasil también tendrían consecuencias en la exportación de servicios profesionales, un área estratégica para las finanzas isleñas con ingresos equivalentes a unos 6.000 millones de dólares anuales, por encima del turismo.
El níquel, otro de los rubros principales, también atraviesa un momento complicado debido a la baja en la cotización del metal.
Por su parte, las reformas emprendidas por Raúl Castro no produjeron ninguna noticia efectiva en 2016 y a menos que el año entrante se avance en la legalización de la pequeña y mediana empresa no se avizoran cambios.
"Le queda sólo un año (de gobierno) y debe tener planificado lo que se debe hacer. Resolver la dualidad monetaria, las reformas de las empresas estatales, pero sobre todo va a estar manejando una crisis", comentó a AP Pavel Vidal, un economista cubano que se desempeña en la Universidad Javeriana de Cali, Colombia.
Incluso no está claro si se ampliará el rango de trabajo independiente del Estado que actualmente alcanza a medio millón de personas.
Para algunos sectores, sin embargo, pese a las dificultades las reformas económicas están dando su fruto.
"Personalmente soy optimista sobre 2017″, dijo a AP Fernando Funes, un agrónomo que desarrolla una finca que surte a unos 30 restaurantes privados de La Habana.
Funes, quien obtuvo en usufructo tierras ociosas, casi duplicó este año sus trabajadores, incrementó la producción de miel y viandas y abrió un programa de agroturismo.
Para 2017 unas cinco familias se instalarán en tierras vecinas ociosas para formar una cooperativa con el mismo esquema de negocios. "Hoy tenemos más posibilidades de hacer proyectos", aseguró.
Con información de El Nuevo Herald