Por apenas siete décimas de un punto porcentual, los votantes ecuatorianos forzaron a la realización de una segunda vuelta electoral el próximo 2 de abril para escoger al nuevo presidente de la república entre Lenín Moreno, del oficialista Alianza País, y el empresario Guillermo Lasso, de CREO.
Redacción El Político
Según lo reseñado en The New York Times, el balotaje se anticipa muy reñido entre quienes apuestan por un nuevo comienzo con Lasso, o la continuidad de Alianza País en el poder, el movimiento liderado por Rafael Correa quién lleva un poco más de una década como presidente en la que logró estabilizar a Ecuador y volcarlo hacia el entonces naciente proyecto izquierdista de América Latina.
Desde enero de 2006 Rafael Correa se unió al grupo de Hugo Chávez, Evo Morales y otros mandatarios con pensamientos abiertamente socialistas que prometieron a cada uno de sus pueblos acabar con las grandes desigualdades de las clases sociales, que comprimían a los menos acaudalados.
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En el caso de Ecuador hubo un cambio notable, planteando una renovación nacional, que como en los demás países en su trayectoria degeneró en un proyecto autoritario, poco transparente, con un dominio caudillista de la vida social y política, devolviendo al país a sus viejas tradiciones populistas y lo alejándole de un horizonte renovado de vida democrática.
Debido a esta degeneración hay quienes apuestan por que termine el mandato de los izquierdistas y venga una renovación verdadera que devuelva al Ecuador el paraíso que pudo haber sido de no denigrarse el sistema que pretendían implementar los actualmente gobernantes; este "nuevo comienzo" es representado por Guillermo Lasso un empresario opositor cuya principal propuesta es generar "un millón de empleos en cuatro años" y quien al parecer aspira a no ser eterno en el poder, sino cumplir con su trabajo y marcharse.
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Sin embargo, cualquiera de los dos candidatos que triunfe deberá enfrentar las incertidumbres del agotamiento político y heredará un país con una economía en recesión, afectada por un agudo déficit fiscal y graves desequilibrios externos, que le obligarán a poner en marcha un programa de ajustes.
Y es así como termina el ciclo presidencial de Rafael Correa que logró sostener el modelo económico de la "Revolución Ciudadana" gracias al precio del petroleo, sin preocuparse por años venideros y centrándose siempre en mantener el poder por lo que muchos entendidos ecuatorianos temen que de ganar el candidato de gobierno, Lenín Moreno, Correa siga dando ordenes a bajo perfil.