El pueblo turco se acostó entre bombas el pasado viernes, cuando un sangriento intento de golpe militar mantuvo en suspenso a todo el país al menos por 20 horas y le costó la vida a más de 250 civiles.
Rafael Rodríguez/El Político
Las primeras detonaciones de la insurrección se oyeron en la sede central del Estado Mayor del Ejército en Ankara, capital turca, donde tuvieron como rehén a su jefe, Hulusi Akar. Mientras que en Estambul, otros rebeldes bloquearon los accesos de dos importantes puentes que unen la parte asiática con la europea de esta ciudad. Pocas horas después, el primer ministro, Binali Yildirim, confirmó por televisión que se estaba produciendo un golpe de Estado.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también tuvo que cambiar de golpe los planes de sus vacaciones en la localidad de Marmaris (sureste de Turquía) y partió con rumbo desconocido. El mandatario nacional envió un mensaje vía Facetime para instar a la resistencia desde las calles en defensa de la democracia. Pocas horas después del anuncio presidencial, cayeron detenidos los primero soldados golpistas.
Sin embargo, los ataques continuaron en Ankara: la sede policial, el Palacio Presidencial y el Parlamento turco fueron bombardeados por aviones conducidos por golpistas. El grupo militar se identificó como “Consejo de Paz en Casa” y aseguró haber tomado el poder en el país.
Erdogan aterrizó en Estambul después de que se especuló con su escape a Alemania o Reino Unido. La Fiscalía de Ankara ordenó la detención de la junta golpista, rescataron al jefe del Estado Mayor, general Akar, y el grupo de insurrectos empezó a negociar su entrega. Finalmente Yildirim anunció el fracaso de golpe, que hasta hoy ha dejado un saldo de al menos 290 muertos, 1.440 heridos y más de 10.000 personas detenidas.
Depuración y cementerio para traidores
El presidente Erdogan inició un proceso de depuración tanto en el Ejército como en el sistema judicial contra los seguidores del predicador conservador Fethullah Gülen, supuesto autor del intento golpista.
Los poderes Ejecutivo y Judicial coinciden en que la llamada “organización terrorista de Fethullah Gülen” es la principal responsable del levantamiento militar.
Los golpistas irán a “un cementerio de traidores”, como lo aseguró el alcalde de Estambul, Kadir Tropbas. "Cualquiera que visite el lugar los maldecirá y no podrán descansar en sus tumbas", aseguró el político islamista.
El alcalde aseguró que ya ha reservado un espacio para crear este cementerio, argumentando que ningún otro de la ciudad va a aceptar los cuerpos de los golpistas muertos en la asonada militar: "Creo que (los golpistas) no se salvarán del infierno. Pero necesitamos hacer que el mundo sea insoportable para ellos".
La Diyanet, el Ministerio de Asuntos Religiosos, también anunció que no ofrecerá servicios funerarios religiosos a los soldados que participaron voluntariamente en el golpe fallido.
El mandatario Erdogan ha planteado la restauración de la pena de muerte, que fue abolida en 2004. Esta decisión la dejó en manos del poder Legislativo turco y dijo que, en caso de respaldarla, no dudaría en firmarla: "Esta decisión no está en mi mano, sino que tiene que tomarla el Parlamento, después del llamamiento del pueblo, que desea que haya pena de muerte".
Exigencias internacionales
El Consejo de ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) rechazó la propuesta de restablecer la pena de muerte y recordó a Turquía el compromiso de abolirla por ser miembro del Consejo de Europa y candidato a la adhesión en la alianza europea. La organización instó al gobierno turco a "respetar la democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales, y el derecho de todo el mundo a un juicio justo".
La Organización de Naciones Unidas (ONU) criticó la suspensión masiva de jueces y fiscales impuestas por el gobierno nacional y sostuvo que “cada caso debe ser examinado antes de manera independiente e individual" para garantizar el respeto de los derechos humanos.
Los gobiernos de Brasil y Alemania también manifestaron su rechazo a la ola de suspensiones encabezadas por Erdogan. La nación sudamericana se mostró preocupada por la restricción de libertades individuales mientras que el país europeo aseguró que las medidas diarias contradicen los procedimientos del Estado de Derecho.
Sin embargo, el presidente turco indicó que se estaban tomando medidas legales: “No vamos a violar nunca el estado de derecho, pero al mismo tiempo no vamos a dejar de cumplir con el deber que tenemos de cara al país".
La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) instó a que se logre una pronta normalización en Turquía y manifestó su rechazó “al uso de la fuerza contra el orden constitucional y democrático”.
Las medidas del cambio
Casi 50.000 empleados destituidos
– 21.000 profesores removidos de centros educativos y orden de dimisión a los 1.577 decanos de facultades turcas, tanto de las universidades públicas como privadas.
– 8.777 empleados del Ministerio del Interior (11 generales y 61 coroneles).
– 1.500 funcionarios del Ministerio de Finanzas.
– 257 trabajadores de la Oficina del Primer Ministro.
– 2.745 jueces y fiscales (cinco miembros del Consejo Supremo de Jueces y Fiscales, el cuerpo que decide sobre los nombramientos en la Judicatura).
– Un gobernador provincial, 29 ex gobernadores, 52 responsables de distritos y 12 conserjes de edificios públicos.
Se ha reportado un total de 8.660 ciudadanos acusados de golpistas. Entre ellos destacan el general Akin Öztürk, ex comandante de las Fuerzas Aéreas turcas; el coronel Ali Yazici, asesor jefe militar de Erdogan, y Erkan Kivrak, asesor militar de rango inferior.
8.660 golpistas (990 a prisión preventiva):
– 6.000 militares (118 generales)
– 100 policías
– 755 jueces y fiscales
– 650 civiles
El gobierno turco también ha anunciado medidas excepcionales:
– Prohibición de viajar al extranjero a todos los empleados públicos, salvo que cuenten con permiso expreso de sus superiores.
– Orden de interrupción de las vacaciones y regreso a los puestos de trabajo de los funcionarios
– Suspensión de licencia a 24 medios de comunicación, por orden del Consejo Supremo de Radio y Televisión de Turquía (RTÜK).
-Decreto de estado de emergencia en todo el país por tres meses.
Un golpe único
No es la primera vez que Turquía sufre un golpe de Estado. Otros levantamientos ocurrieron en 1960, 1971, 1980 y 1997, pero ninguno fue tan violento como el ocurrido en julio de este año.
La particularidad de esta nueva sublevación fue que ninguno de los golpistas dio la cara y que por primera vez la ciudadanía tomó las calles para rechazar el intento. Incluso los cuatro partidos políticos del Parlamento firmaron una declaración conjunta que condenaba el golpe. A esta decisión se sumaron hasta los partidos opositores más radicales de Erdogan: el izquierdista y prokurdo HDP y el socialdemócrata CHP.
La violencia desatada por los insurrectos impulsó las demandas de un sector de la población para la restitución de la pena de muerte, una decisión que el gobierno nacional aseguró “tendría en cuenta”.
Aunque el presidente turco ha insistido en que actuará dentro del marco legal, la oposición y la comunidad internacional temen represalias desmedidas después del golpe. "Sin duda el intento (golpista) es un buen pretexto para que Erdogan pueda hacer ahora lo que quiera, imponer un régimen fuerte que elimine a cualquier oposición que se oponga", escribió el analista Yavuz Baydar, un antiguo seguidor de Erdogan y actual crítico de su gestión.
Limpieza en nombre del poder
El mandatario Erdogan invocó el artículo 120 de la constitución turca, que permite medidas extraordinarias para gobernar, y decretó tres meses de estado de emergencia.
La medida pretende “continuar la limpieza” y "librar al país de amenazas a la democracia”, según el jefe de Estado.
El mandatario anunció el estado de emergencia después de presidir reuniones tanto con el Consejo Nacional de Seguridad y como con el Consejo de Ministros.
"Esta medida no es en absoluto contra la democracia, el estado de derecho y la libertad. Por el contrario, tiene el propósito de fortalecer y proteger esos valores", aseguró Erdogan al proclamarse con amplios poderes en el Ejecutivo islamista. El mandatario cree que las cosas deben cambiar para preservar la paz en Turquía.