La desregulación de la política forestal en Chile y el fomento de explotaciones intensivas con poco control explica la devastadora dimensión que han alcanzado los incendios en ese país, dijo a Efe Susana Gómez-González, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia chileno.
Gómez-González presentó en el XIV Congreso Internacional de Ecosistemas Mediterráneos (MEDECOS), que se celebra en Sevilla, una ponencia que destaca los perjuicios que la desregulación forestal ha causado en Chile, donde los fuegos son más numerosos y más extensos en plantaciones forestales intensivas que en los bosques nativos.
Explicó que la actual oleada de fuegos, que suma once fallecidos y 577.000 hectáreas calcinadas, se concentra en la zona costera, donde el bosque nativo fue "muy fuertemente transformado" para crear plantaciones forestales, incluso con subvenciones oficiales, según la ley aprobada en 1974 y prorrogada en 2015.
Aunque estos incendios son de origen humano, porque en Chile no son frecuentes causas naturales de ignición, como rayos, lo relevante es la expansión que alcanzan, "que viene dada por cómo se ha manejado el paisaje", según esta ecóloga.
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"La transformación, muy rápida y muy intensa, del bosque nativo hacia plantaciones se ha hecho con muy poca regulación y eso ha sido clave", añadió.
Como ejemplo de esta desregulación forestal mencionó que se permita que las plantaciones intensivas de pinos y eucaliptos "lleguen hasta los bordes de las casas", lo que aumenta la peligrosidad del fuego, que ha calcinado poblaciones enteras como Santa Olga, "que estaba dentro de explotaciones forestales".
La falta de una regulación menos laxa permite que apenas existan cortafuegos en las plantaciones, cuyos propietarios alegan que los caminos forestales brindan esa protección, y las comunidades locales denuncian que las empresas madereras les han dejado sin agua, lo que agrava la situación, según Gómez-González.