Para Mariano Rajoy poner «el reloj institucional en marcha» no es tan importante como hace cuatro meses. Para el presidente en funciones es mejor conseguir el sí de Albert Rivera y la abstención de Pedro Sánchez, se tarde lo que se tarde, que celebrar dos votaciones para su investidura —el 3 y el 5 de agosto— iniciando así el calendario para unas hipotéticas terceras elecciones el 27 de noviembre. Fuentes cercanas al presidente, consideran que «la determinación de todos los partidos de no obligar a los españoles a pasar por tercera vez por las urnas, no hace perentorio, pues, que se materialice una investidura fracasada, si no se consiguen los apoyos necesarios».
Por tanto, las mismas fuentes confirman que marcar ese día forma parte de la estrategia de presión que el PP considera vital para que la actual abstención anunciada por Ciudadanos se convierta en un sí, y el no del PSOE derive en una abstención que permita echar a andar un nuevo Gobierno presidido por Rajoy. De hecho, el líder del PP ya tenía diseñado un primer escenario que marcaba el lunes 25 de julio para su discurso de investidura (y, por consiguiente, los días 26 y 28 para las dos votaciones) pero finalmente, los plazos para la ronda de consultas del Rey hicieron inviable adelantar tanto la cita parlamentaria.
La determinación del presidente es presentarse en esa primera semana de agosto, pero solo si previamente el líder socialista, Pedro Sánchez, que acudirá a la ronda de consultas con el Rey solo horas antes que Rajoy le garantiza al Monarca dos cosas: que renuncia a volver a intentar una investidura con las fuerzas de extrema izquierda y con los nacionalistas; y que, por contra, permitirá con su abstención que España tenga un Gobierno presidido por el partido más votado el 26 de junio. Lo que sí descartan fuentes populares es que Rajoy se someta a las dos votaciones de agosto sin la seguridad de que saldrá de la Carrera de San Jerónimo como presidente del Gobierno a todos los efectos, sin el límite constitucional de «en funciones».
Resistencia de Ferraz
Y es que Rajoy no solo multiplicó sus gestiones para allanar el camino con el líder de Ciudadanos, sino que también intentó algún contacto personal con Pedro Sánchez, previo al encuentro público del pasado miércoles. Es verdad que, aclaran las citadas fuentes, no fue una llamada personal sino que las gestiones fueron «a través del gabinete de ambos», pero finalmente dicha conversación no se celebró por la resistencia de Ferraz. Sin embargo, los populares aseguran que la conversación entre Rajoy y Sánchez en el Congreso «fue muy positiva y aunque el presidente no ha contado todo, allí se avanzaron muchas cosas». Ni el propio Rajoy confiaba en que esa charla se prolongara una hora y cuarto y fue el primer sorprendido «de la buena disposición» de Sánchez, siempre teniendo en cuenta la escasa empatía que existe entre el actual presidente y el jefe de la oposición. Tan pesimista era el entorno de Rajoy que nunca pensó que la duración de la entrevista les hiciera anular sus planes para el resto de la mañana y les «obligara» a improvisar una comida en el cercano restaurante «La Ancha», en el que participaron además del propio Rajoy, Carlos Floriano, Rafael Hernando, José Luis Ayllón, Fernando Martínez-Maillo, Bermúdez de Castro y la incorporación a última hora de María Dolores de Cospedal.
Aunque al terminar esa larga sobremesa el presidente anunció en un corrillo informal con periodistas las fechas elegidas para la investidura, un asistente negó que Rajoy comentara durante el almuerzo a su equipo más próximo los plazos institucionales que iba a hacer público minutos después, aunque el equipo de estrategia de Moncloa ya había marcado varias fechas como alternativas, entre ellas el primer miércoles y el primer viernes de agosto.
Sin límites de negociación
Desde el PP no se descarta que durante las próximas dos semanas, y de forma discreta, el presidente intente algún contacto privado tanto con Rivera como Sánchez. Más allá del documento de 250 propuestas enviado a ambos grupos, Rajoy quiere llevar «personalmente» el acercamiento a PSOE y Ciudadanos. No hay límites para la negociación siempre que no suponga cesiones clave, lo que convertiría el pacto en una suerte de revocación del programa electoral del PP. Cospedal ya anunció que su partido estaba dispuesto a hablar de mejorar la reforma laboral, manteniendo el núcleo central. No se descarta, pues, que como moneda de cambio los populares estuvieran dispuestos a recuperar la figura de la negociación colectiva, debilitada en la ley de 2012.
La primera oportunidad para tomar la temperatura a la capacidad de negociación de PP, PSOE y Ciudadanos vendrá de la mano del reparto de puestos, la próxima semana, en la Mesa del Congreso y en la propia elección del presidente de la Cámara Baja. Los populares están decididos a ceder una de las dos vicepresidencias que le corresponden al partido de Rivera y defenderán que uno de sus diputados (no se descarta que la candidata pudiera ser la propia Cospedal) asuma la presidencia de las Cortes. Según las citadas fuentes, «la presidencia del Congreso es fundamental en este periodo de negociaciones, sobre todo teniendo en cuenta que Patxi López, el anterior presidente, manejó los plazos institucionales favoreciendo la dilación de tiempos para la investidura de Sánchez». No obstante, Rajoy no pondría nunca en peligro su investidura por mantener la presidencia de la tercera magistratura del Estado.
Con información de ABC