El Primer Comando de la Capital (PCC) trata de imponerse en el norte, pero no hay sitio para todos los que quieren controlar el negocio de la droga en el segundo país con más consumidores de cocaína del mundo.
La ruptura entre el poderoso Primer Comando de la Capital de Sao Paulo y el Comando Vermelho (CV) de Río de Janeiro, las dos mayores facciones del crimen organizado en Brasil, quedó clara con los cuerpos decapitados y desmembrados del centenar de presos asesinados en los estados de Amazonas y Roraima.
Según el diario O Estado de Sao Paulo, las otras 25 facciones que actúan en el gigante sudamericano tomaron partido por uno u otro grupo, mientras los grandes patrones nacionales reformulan el tablero en una guerra sangrienta.
Una de esas bandas es la Familia do Norte (FDN), la tercera facción más poderosa del país, que se alió a los cariocas contra el PCC.
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“El Comando Vermelho utilizaba las rutas del sur que ahora comanda el PCC y tuvo que buscar soluciones en el norte. Allí se unió con la FDN para hacer una ruta alternativa al PCC, que lo que quiere es dominar todo Brasil”, explicó el fiscal Marcio Sergio Christino, especializado en crimen organizado.
La más influyente de las facciones brasileñas hace tiempo dejó de ser una banda de presidiarios que exigía mejoras en las hacinadas cárceles del estado paulista. Con ese objetivo nació en la década del 90 y hoy tiene más de 20.000 integrantes que entendieron que su poder podía ser mucho más rentable al otro lado de las rejas.
Además del dinero del narcotráfico, la facción que dirige Marcos Willians Herbas Camacho, ‘Marcola’ -encarcelado desde 1999-, también posee compañías de autobús, modestos equipos de fútbol en Sao Paulo e incluso una refinería de petróleo clandestina, según las investigaciones.
Las superpobladas y denigrantes cárceles brasileñas son, además, caldo de cultivo para estos grupos criminales. “El PCC es una organización muy sólida, jerárquica, con reglas definidas y una división clara de tareas y funciones”, explicó Sergio Adorno, coordinador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de Sao Paulo.
La batalla por Río
En las intrincadas calles de las favelas de Río de Janeiro se libra una batalla por el dominio del narcotráfico.
En las décadas de 1980 y 1990 el negocio en Río estaba en manos del Comando Vermelho, la facción criminal organizada más antigua de Brasil, nacida a fines de la década de 1970. De los robos a bancos y secuestros derivó al narcotráfico, que controló durante años.
A diferencia del PCC paulista, el CV no es tan organizado ni tiene una vocación hegemónica, sostiene el procurador de Justicia de la fiscalía carioca, Alexander Araujo.
El fiscal considera que el origen de la actual guerra entre el PCC y el CV comenzó cuando grupos menores de Río se unieron a los paulistas facilitándoles el acceso a enclaves tan emblemáticos como la favela de Rocinha, la mayor de Brasil.
Como parte de las redes de narcotráfico, las facciones criminales no son un problema solo de Brasil. Con 17.000 kilómetros de fronteras, en algunos trechos muy porosas, el mayor país de América Latina es un punto clave en el comercio mundial de la droga.
Con información de El Telégrafo