Tal y como paso en Venezuela en los años 40 y 60 cuando españoles, árabes, italianos, portugueses y colombianos, llegaron a ese país en busca de un mejor futuro, ahora es el turno de los venezolanos, quienes emigran en la búsqueda de una mejor calidad de vida. Uno de los destinos es Ecuador, país que le ha abierto las puertas a más de 30 mil inmigrantes que ahora residen en esa nación.
Dilia Hernández y Gabriel Brito son una pareja de venezolanos que llagaron a Ecuador en el año 2015. En su país tenían casa propia, vehículo y una empresa de bordados industriales, pero decidieron vender todo y cerrar la empresa en búsqueda de algo mejor. Así como ellos son miles los oriundos de Venezuela que han decidido ir tras nuevos horizontes.
De acuerdo al Ministerio del Interior en los últimos cinco años entraron al Ecuador 476 132 venezolanos, de estos 38 087 no registraron su salida. La Asociación Civil Venezolanos en Ecuador dice que sus compatriotas están principalmente en Quito, Guayaquil, Manta y Cuenca. Alfredo López, director ejecutivo, señala que el principal motivo para emigrar es la seguridad personal y luego lo económico.
Muchos optan por Ecuador debido a las facilidades para legalizarse, el idioma, la moneda y la cercanía con Venezuela.
Dilia y Gabriel no pudieron abrir la empresa de bordados en Ecuador, pero si adquirieron un carrito de empanadas y tequeños en El Salvador, ya para diciembre contaban con dos carritos y en agosto del 2016 sumaron un local de empanadas ecuatorianas y venezolanas.
Igual pasó con Daniel Vergara, químico farmacéutico, y su esposa Helem El Zelah, quienes llegaron a Quito en 2014 para presentar el proyecto de consultas médicas online YippyCab. Tras la buena recepción por parte del IESS no hubo retorno. Al ver la cantidad de médicos venezolanos que había emigrado, en junio de 2016 fundaron la clínica Yippy Mec, en Los Chillos.
Otra venezolana que emigró a Ecuador en busca de mejores oportunidades, fue Duba Palencia, de 23 años y oriunda de Valencia, llegó a Guayaquil en noviembre del 2016. Tardó tres semanas en encontrar un trabajo en un bar, en el norte de la urbe, donde gana USD 375. Es profesora de literatura y en su país trabajó en el seguro social, percibiendo un salario que equivalía a USD 20. “Decidí arriesgarme porque Venezuela ya era una pesadilla”, comenta.
Con información de El Comercio