El presidente brasileño, Michel Temer, afirmó que era necesario tener "coraje" para impulsar la medida aprobada definitivamente el pasado lunes en el Senado, que restringirá el gasto público en el país durante los próximos veinte años.
"Esta votación completó el ciclo de la primera reforma que hemos presentado para sacar al país de la recesión" en que se encuentra desde hace dos años, declaró Temer en un acto público celebrado después de la votación en el Senado, que calificó de "victoria extraordinaria".
La polémica medida, resistida por la oposición y los movimientos sociales, impondrá que los aumentos del gasto público anuales queden limitados a la inflación del ejercicio anterior por un plazo de dos décadas, que pudiera ser revisado sólo tras los primeros diez años.
Según los críticos de esa medida, en la práctica ha sido aprobado congelar el gasto durante veinte años, ya que en ese lapso no habrá aumentos reales, y eso llevará a recortes en áreas que requieren de una ingente presencia del Estado, como la salud, la educación o la atención a los más pobres.
Temer sostuvo para que impulsar una medida impopular como esa era necesario "tener coraje", pero apuntó que "para gobernar es preciso tener coraje" y "unir esfuerzos" en torno a "actitudes valientes".
Según el Gobierno, ese límite del gasto detendrá el proceso de aumento de la deuda pública en relación al Producto Interior Bruto (PIB), lo que considera "indispensable" para recuperar el equilibrio fiscal, que ha alcanzado niveles históricos en los últimos años.
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Los datos oficiales dicen que, entre 1997 y 2015, el gasto público en Brasil creció a una media del 6 % por encima de la inflación del año anterior, lo que el Ministerio de Hacienda ha calificado de "insostenible".
El Gobierno argumenta que, entre 2008 y 2015, ese proceso se acentuó y el gasto aumentó hasta un 50 % respecto a la inflación, y esa diferencia fue financiada con emisión de deuda, lo cual impactó en las arcas públicas y en toda la actividad económica del país, que está hace dos años en una profunda recesión.
La impopularidad de la medida fue reflejada en una encuesta publicada hoy por el instituto Datafolha, según la cual al menos el 60 % de los brasileños está en contra de imponer ese límite al gasto, que sólo cuenta con el apoyo del 24 % de la sociedad.
Frente a la votación realizada en el Senado, sindicatos y movimientos sociales han convocado a una jornada de protestas, que llevó a las autoridades de Brasilia a reforzar la presencia policial en los alrededores del palacio legislativo.
Para garantizar la seguridad, también fue cortado el tránsito de vehículos en la Explanada de los Ministerios, una céntrica avenida de la capital en la que se sitúan todos los edificios del poder, incluidos el Parlamento y el Palacio presidencial de Planalto.
Con información de EFE