Sobre la recepción de los Reyes en el Palacio Real con motivo de la Fiesta Nacional sobrevoló ayer un común entusiasmo por evitar nuevas elecciones. Sin embargo, ese anhelo compartido públicamente por todos se vio atravesado por una realidad que preside la actualidad política en las últimas semanas: la división en el PSOE. Dos «bandos» –utilizando la terminología de Pedro Sánchez– que ayer fueron representados por Francina Armengol, presidenta de Baleares y sanchista declarada, y Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha.
Armengol supo escoger el momento para escenificar su discrepancia con Javier Fernández, presidente de la gestora socialista. Tras el saludo a los Reyes, cuando los representantes políticos se mezclaron con el resto de invitados –entre ellos periodistas–, la presidenta balear conversó durante quince minutos con el asturiano y le espetó que le parece «mal» que la gestora haya abierto la puerta a la abstención sin un debate previo del Comité Federal y sin que la militancia pueda opinar. «La militancia debe tener la palabra», tuiteó después. Fernández, que mostró durante toda la mañana un gesto serio y que trató de huir de toda polémica, sí admitió su preocupación porque la idea de consultar a las bases haya calado en el PSOE. Es más, unos minutos antes de acabar la recepción dijo tener la sensación «de que me entienden más fuera que dentro»
Frente a las críticas de Armengol, García Page aprovechó un corrillo con periodistas para transmitir dos ideas y enviar un recado a Pedro Sánchez. «No habrá terceras elecciones», dijo contundente, aunque sin atreverse a concretar cuál sería la fórmula que permitirá investir a Mariano Rajoy. Eso sí, reconoció que están hablando con el PNV para buscar su implicación en la búsqueda de una salida.
El mensaje para el exlíder socialista sonó a golpe bajo: «A Pedro Sánchez le esperan todavía informaciones y noticias peligrosas», dijo anunciando que cuando se resuelva la gobernabilidad de España llegará el momento de aclarar por qué los críticos del PSOE se movilizaron para destituirle. Page acusó a Sánchez de haber estado a punto de abocar a su partido a una «última semana de octubre de infarto», en la que iba a hacer pública una «declaración de intenciones» que habría permitido a los independentistas dar el voto a favor de su investidura a cambio de «un planteamiento muy peligroso». Es decir, según Page, el pacto de Sánchez con Podemos y el acercamiento a PDC y ERC ya estaba fraguado. Curiosamente, a esas horas Pedro Sánchez irrumpía en la Fiesta Nacional a través de Twitter:«Celebremos este #12Oct apelando al diálogo y al entendimiento para construir país. En ese empeño trabajaremos siempre los socialistas».
«Estar callado»
Sin embargo, y pese al debate interno socialista, el clima general durante la recepción fue relajado y tranquilo. Nada que ver con hace un año, cuando los partidos afrontaban las elecciones generales de diciembre y nada que ver con la tensión existente cuando Sánchez dirigía la nave socialista.
El primero en mostrarse prudente fue el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, quien aseguró a los periodistas que «lo mejor que puedo hacer es estar callado» a la espera de que la gestora socialista toma una decisión definitiva en el Comité Federal que se celebrará –según coincidieron en señalar diversos barones socialistas– el próximo día 23. Al respecto, precisamente, Rajoy reconoció que «lo importante» es lo que suceda en ese cónclave socialista, pues eso será lo que marque el acuerdo para la investidura, y por extensión para la gobernabilidad. Eso sí, ante la cada vez más probable celebración de un debate de investidura la semana del 24 de octubre Rajoy confirmó que no viajará a la Cumbre Iberoamericana de Cartagena de Indias los días 28 y 29. Acompañará al Monarca el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, único junto a Morenés que no tiene acta de diputado y puede ausentarse de la votación.
«Clima bélico»
Ante el perfil bajo de Rajoy y de Fernández, cobró protagonismo en los corrillos la figura de Susana Díaz, abonada también a la tesis del «hoy toca callar», pero interesada en transmitir que el PSOE vive una nueva etapa de «serenidad» y «tranquilidad». «Ya no estamos en un clima bélico», aseguró antes de vaticinar que «la gestora va a salir muy respaldada del comité federal».
A doce días de las consultas del Rey y a 19 de la automática disolución de las Cortes, en el ambiente se respira que habrá gobierno, pero se desconoce la fórmula que desbloqueará la situación. Desde la celebración de la Fiesta Nacional de 2015 muchas cosas han cambiado. En aquel momento España se acercaba a unas elecciones generales marcadas por la irrupción dos partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, que consiguieron entrar con fuerza en el Parlamento pero que transcurridos doce meses han sufrido un enorme desgaste. La prueba fue que el más buscado un año atrás, Albert Rivera, pasó ayer a un discreto segundo plano. Doce meses que recuerdan el dicho de «si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».
Con información de ABC