La nueva ola migratoria de venezolanos que se temía si el régimen de Nicolás Maduro se mantenía por la fuerza en el poder ya comenzó. Aún faltan más de cuatro meses para el 10 de enero, cuando corresponde la juramentación del presidente electo en las presidenciales del 28 de julio, pero a pesar de la contundente derrota oficialista que muestran las únicas actas que se han dado a conocer, la impaciencia, la represión, la persecución y el hambre han hecho que muchos agarren sus maletas y emprendan la huida que llevó a unas ocho millones de personas a buscar un mejor futuro en otras tierras.
Por José Gregorio Martínez – PanAmPost
Este fenómeno inevitable es el que han estado tratando de contener los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con su postura negociadora para intentar conseguir una salida a la crisis desatada en Venezuela tras el fraude cometido por el chavismo, que se ha atrincherado en Miraflores y se rehúsa a aceptar que perdió. Y es que Petro y Lula saben que sus países serán los primeros afectados por un nuevo éxodo que ya está tocando la puerta en el gigante sudamericano.
“Los primeros días luego de las elecciones no se vio un aumento como tal porque estaban entrando aproximadamente 120 personas, máximo 200, por día a Brasil, por la frontera entre Santa Elena de Uairén y Pacaraima, y en estos días, desde hace aproximadamente unos cinco días, el flujo ha aumentado. Están ingresando aproximadamente entre unas 500 a 600 personas diarias”, asegura la activista defensora de los migrantes y comunicadora comunitaria que reside en el fronterizo estado brasileño de Roraima, Yesica Morais, en conversación con PanAm Post.