A tan solo meses de la elección presidencial en los Estados Unidos, la industria del entretenimiento está dando la milla extra cuando se trata de manipulación y no perder su cuota de poder.
Jennifer Barreto Leyva
Desde actores en solitario, hasta producciones enteras, de forma explícita o solapada, están enviando claros mensajes que son de manipulación política a la ciudadanía.
Algunos no han parado sus ataques al partido adversario a sus creencias como Whoopie Goldberg o Ana Navarro, dos de las voces más vocales y nefastas del partido demócrata, otros han inclusive reconsiderado sus posturas políticas y utilizando su voz, abogan por éstas.
Recientemente Robert De Niro en un despliegue de histeria e ignorancia llamó al candidato presidencial Donald Trump “tirano” entre otros desatinos importantes expresados usando un tema público como lo es la política, para atacar una batalla privada que lleva años entre ellos dos.
Dennis Quaid por vez primera se expresa sobre política a días de las desatinadas palabras de De Niro argumentando lo que muchos aún se niegan a decir públicamente. Su voto lo dará a Trump, lo endorsó públicamente, ya entendió que el libertinaje demócrata no lleva sino al caos. Estados Unidos está en total descontrol y la única persona en este momento que tiene el poder de controlar y retomar el orden se llama Donald J. Trump.
Lo curioso con Hollywood es el inmenso poder que tienen sobre la política, pero a la vez lo ajenos que están a todo. Es hasta inmoral cuando quieren dar lecciones de cómo se debe batallar un problema o de cómo llevar la sociedad. Son personas que viven una vida tan distinta, una cosmovisión tan extremadamente opuesta a la que vive cualquier persona lejos de ese entorno que hace esa superioridad moral grosera e impúdica.
Sus problemas y dramas nada tienen que ver con el resto, aun así, con un simple pronunciamiento pueden cambiar la intención de voto, para muestra el fenómeno Taylor Swift en estas elecciones y la catástrofe gigantesca que puede ocasionar. Las masas son profundamente manipulables y la élite profundamente maquiavélica, saben hasta donde pueden llegar y por eso jamás se limitan, para ellos, hay que mantener el poder como sea.
Recuerdo cuando el candidato presidencial Donald J. Trump estaba en campaña para su primer período, la histeria hollywoodense estaba en su máximo esplendor. Sigue dando mucha grima y vergüenza ajena como una élite de gente que ni remotamente tiene que ver con “Juan Pueblo” se siente con tanto derecho de decirnos como pensar y votar.
La serie Full House que fue parte de mi infancia, se politizaba en su gran regreso en Netflix. En el primer capítulo ya estaban satanizando a Trump, sin importar que algunos de sus compañeros como Candace Cameron Bure es republicana y conservadora. Su lenguaje no verbal fue incómodo de ver. Por suerte respetaron al público y los comentarios políticos cesaron.
No es el mismo caso actual de otra serie con un target similar en Netflix. The Upshawns tuvo en sus manos una oportunidad de oro de hacer algo diferente, sin embargo, han utilizado la serie de forma descarada rozando en lo vulgar, para reafirmar estereotipos que a estas alturas son absurdos, manipulando la intención de voto de la audiencia sin el menor escrúpulo.
Hacen un uso excesivo de palabras obscenas, siendo una serie familiar esto es fatal, pero además, insisten en el uso del victim card basados en la raza. Son una familia afroamericana de clase media como cualquier otra, y han satanizado la gente de esta raza educada, sin acento o con pensamiento crítico como no había visto en mi vida en una serie.
En un capítulo la madre le dice a la niña más pequeña: “Mucho cuidado Fulanita, ya estás pensando como Republicana” solo porque la niña más pequeña de la familia (de unos 8 años) expresó que debía esforzarse más para alcanzar una determinada meta que tenía en específico. En otro capítulo se fueron lo más bajo y lejos que he visto recientemente. Era el mes de la historia negra, en el salón de la niña más pequeña de la familia harían una representación de los héroes del mes, al ser tantos niños debía ser algo breve para que no se hiciera eterno. Como la maestra hizo distribución sabia del tiempo, la tía y madre de la niña fueron a reclamarle a ésta sus decisiones. Reclamaban por qué era anti woke (aseguraban que ser woke era algo muy positivo) y la maestra respondería: “Si quieren algo mejor vayan a una escuela privada donde los blancos, ricos y republicanos envían a sus hijos”.
Este ha sido de los riesgos televisivos más atrevidos recientes para politizar y manipular a la audiencia norteamericana. Quizá el camino sembrado por Netflix hizo el sendero perfecto para esta apuesta tan atrevida.
Cuando exploramos el mercado hispano han sido más comedidos, sin embargo, la gesta se ha hecho.
Se le ha dado voz y espacios a feministas y abortistas en horas del mediodía para hablar de las “ventajas y lo positivo” de matar a tu hijo en el vientre materno. No me lo contaron, yo misma lo vi. Jamás hablo de lo que no he visto o vivido.
Han dado espacios y entrevistas a personajes nefastos que solo aportan vulgaridad, antivalores y promoción a todo lo que es la agenda progresista, en aras de una supuesta inclusión obligada que ya asquea.
Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi, decía entre sus postulados que una mentira repetida mil veces se convertía en una verdad, y en efecto así sucede. Sus 11 principios de manipulación se han convertido por ese sector social y político que defiende lo indefendible en 11 consignas que hoy podemos palpar.
Lo que me sigue haciendo ruido es la profunda desproporción entre pensantes y manipulados, dormidos versus despiertos.
A medida que se acerque la fecha de votar, los ataques de personajes que ni idea tienen a cuanto está la libra de pan vienen a hablar de justicia social o a querer enseñar por quien se debe votar. Hollywood pondrá en todos los ámbitos y puntos estratégicamente publicidad y manipulación de todos los tipos que usted querido lector quizá ni conozca.
Si usted está de acuerdo con el caos actual ya sabe por quién votar, o si por el contrario aboga por un cambio donde la ley y el orden sea la prioridad, también sabe ya por quien votar. La última palabra la tiene usted.
¡Hasta la próxima!
Abogada, periodista, conferencista y escritora, presidente de Club de los viernes capítulo Venezuela, coordinadora general de Mujeres en libertad, conductora y productora de TV y radio. Miembro de la mesa editorial nacional del Republican National Hispanic Assembly. Ex-corresponsal de Fox News. Analista y consultora política. Corresponsal en Buenas Nuevas, Puerto Rico. Presidente de The Ladies Coalition. Directora de la plataforma El dato político.