Este domingo se realizan elecciones en España que pudieran darle un giro de 180 grados a la política de ese país. El presidente Pedro Sánchez se está jugando su continuidad en el gobierno, de cara a un fuerte desafío por adversarios de derecha.
El Político
Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE, de centroizquierda) sorprendió a finales de mayo con el anuncio de elecciones generales antes de lo esperado. Los comicios técnicamente podían hacerse a más tardar en diciembre.
Pero sucede que un día antes del anuncio, la centroderecha española, encarnada en el Partido Popular (PP), tuvo un triunfo notable en elecciones regionales y locales. El resultado fue ampliamente visto como una muestra de debilidad del oficialismo en las urnas. Esperando que el daño no se profundice, Sánchez llamó a elecciones para dentro de menos de dos meses.
Si mantiene el impulso hoy, el PP, encabezado por Alberto Núñez Feijóo, pudiera destronar a Sánchez. Pero España es un régimen parlamentario y el presidente necesita contar con una mayoría legislativa para gobernar. Y es improbable que el PP consiga suficientes escaños para gobernar en solitario. En todo caso, tendría que pactar con Vox, partido más a la derecha que se ha consolidado como tercera fuerza política española.
Entonces, una coalición sucedería a la otra. Pues Sánchez gobierna actualmente junto con la plataforma de extrema izquierda Sumar.
El surgimiento de elementos que tienden hacia los extremos en la última década en España ha contribuido con una fuerte polarización. Así, la presencia de la izquierda radical en el gobierno de Sánchez genera una oposición muy fuerte entre ciudadanos de convicciones conservadoras. Un gobierno entre el PP y Vox de seguro surtiría el mismo efecto entre quienes se inclinan hacia el progresismo.
En fin, quienquiera que gane de seguro se encontrará con un panorama difícil para gobernar. La tensión entre facciones se mantendrá alta.