Acaba de concluir la que, hasta ahora, ha sido la batalla más larga en la invasión rusa de Ucrania. La de Bakhmut, una pequeña ciudad en el este de la nación agredida. Tras meses de combate, las fuerzas rusas se apoderaron de la urbe.
Alejandro Armas/El Político
Expertos militares señalan que esta victoria rusa no representa un avance estratégico sustancial en el objetivo de controlar toda la región del Donbas. Pero el hecho brinda una oportunidad al Kremlin para hacer propaganda con el primer éxito en mucho tiempo en la guerra.
Al mismo tiempo, otro suceso bélico pudiera aguarle la fiesta al presidente Vladimir Putin. Un grupo de sus propios connacionales llevó a cabo un ataque armado en territorio ruso, en desafío a su gobierno. ¿Qué consecuencias puede tener esto? Veamos.
No hay invulnerables
Se trata de la Legión Libertad para Rusia, que opera bajo el paraguas de los cuerpos de voluntarios internacionales que luchan del lado de Kiev en la guerra. A principios de esta semana atacaron la ciudad de Belgorod, cerca de la frontera con Ucrania. Luego volvieron a territorio ucraniano, país cuyas autoridades niegan haber tenido conocimiento previo de la operación.
No obstante, como era de esperarse, el Kremlin responsabilizó a Kiev por el ataque, por el cual manifestó “gran preocupación”. Incluso después de reconocer que los perpetradores eran étnicamente rusos, aunque catalogándolos al mismo tiempo como “militantes ucranianos”.
Desde que comenzó la guerra en febrero del año pasado, el gobierno de Putin ha hecho un gran esfuerzo porque sus consecuencias no las sienta el ruso común. Sobre todo en materia militar. Es decir, que todo ruso que no sea enviado a Ucrania no vea en peligro su integridad física. Así aspira a mantener su narrativa de una “operación especial”, que está bajo su control.
Por supuesto, un ataque dentro de territorio ruso por elementos hostiles al Kremlin atenta contra tal versión. No es el primero, pues ya ha habido explosiones en Rusia por las que Ucrania, al parecer, tiene responsabilidad. Pero más grave para la propaganda de Putin es que haya rusos colaborando con Ucrania, incursionando en territorio ruso y ejecutando ataques. Ello pudiera reducir la confianza que la ciudadanía rusa tiene en Putin como líder bélico, así como su popularidad.
¿Efecto nacionalista?
Pero también puede ocurrir lo contrario. Después de todo, el Kremlin desde un principio ha presentado su invasión como una medida defensiva. Como un intento de proteger a rusos residenciados en Ucrania de un gobierno que los quiere “eliminar”. Y de proteger a la propia Rusia evitando que Ucrania se vuelva un teatro de operaciones militares occidentales contra ella.
Este es el tipo de evento que pudiera fortalecer semejante narrativa. Los detractores rusos de la invasión son sistemáticamente tratados como traidores al servicio de los enemigos de la nación. El calificativo vale por tan solo protestar contra la guerra por razones pacifistas. Pero que haya rusos llevando a cabo ataques en su propio país puede dar un impulso sin precedentes a la noción de Estado bajo asedio. Incluso por “quintas columnas”.
A veces, cuando los ciudadanos de un país se sienten muy amenazados, se cohesionan en torno al gobierno con la expectativa de que este los proteja. De esa manera puede aumentar el apoyo al mandatario en cuestión. Es lo que se conoce como el efecto Rally-Around-the-Flag.
Por otro lado, Putin pudiera verse presionado para ser más agresivo contra Ucrania ante los nuevos hechos, para así honrar las expectativas defensivas aludidas. Y también por elementos radicales en su base de apoyo, que ya han manifestado descontento por el intento fracasado de someter a Ucrania. Una escalada en el conflicto es entonces posible, sobre todo si incursiones como la de Belgorod se repiten.