El expresiente de Estados Unidos, Donald Trump, aspira nuevamente a ocupar la Casa Blanca. Así lo confirmó a mediados del mes pasado, luego de que mucho se especulara sobre su posible regreso al ruedo electoral, cosa rara en un exmandatario norteamericano.
Alejandro Armas
No obstante, las ambiciones de Trump se ven entorpecidas por una serie de reveses políticos y legales que se acumulan y se acumulan. Son cada vez más las señales de que su estilo de hacer política, aunque duraderamente popular en la base del Partido Republicano, repele a votantes independientes, cruciales para ganar una elección presidencial. Mientras, avanzan varios procesos judiciales contra él y sus allegados, uno de los cuales ya arrojó el primer resultado condenatorio.
¿Estamos ante la implosión del fenómeno Trump, como apuntan algunos comentaristas de la política? Veamos.
"Georgia On My Mind"
A principios del mes pasado, las llamadas "elecciones de medio término" (legislativas y regionales), en las que los republicanos esperaban arrasar, terminaron con un desenlace decepcionante para el partido de derecha. Sobre todo en el Senado, donde los demócratas lograron retener su mayoría. Ello dificulta que el Partido Republicano ponga trabas a la agenda del presidente Joe Biden.
Este resultado se debe en parte a que, en varios de los estados más reñidos, los republicanos nominaron a figuras radicales, muy alineadas con el conservadurismo populista de Trump. Salieron airosos de sus primarias, pero se quedaron cortos en la contienda contra los abanderados demócratas.
Así había quedado claro en todo el país a una semana de la jornada electoral (debido al prolongado conteo de votos en varios estados). Pero no en Georgia. Allí, ninguno de los candidatos obtuvo el mínimo necesario para vencer en primera vuelta. La ley del estado forzó un balotaje entre el senador demócrata Raphael Warncock y su contrincante republicano, Herschel Walker. Este último, muy cercano a Trump. La semana pasada se llevó a cabo la segunda vuelta, en la que Warnock fue reelecto.
La derrota de Walker contrasta con el triunfo por amplio margen del gobernador del mismo estado, el republicano Brian Kemp. Pero, a diferencia de Walker, Kemp no pertenece al ala "trumpista" del partido. Al contrario, Trump lo detesta porque hace dos años combatió el intento del entonces Presidente por revertir el triunfo de Biden en Georgia. De manera que un estado otrora bastión republicano ahora es reñido y en todo caso parece que el tipo de republicano que puede seguirlo ganando no es precisamente como Trump.
¿Arma de doble filo?
Sobre Trump y su entorno pesan varias investigaciones políticas y judiciales. Desde la de la Cámara de Representantes sobre el asalto al Congreso en enero de 2020 hasta la del Departamento de Justicia por su supuesto uso inapropiado de documentos gubernamentales secretos.
La semana pasada, una corte de Nueva York halló culpable a The Trump Organization, el conglomerado empresarial de la familia Trump, culpable de fraude fiscal. El propio exmandatario no está siendo procesado. La pena es mínima para efectos del dinero que maneja la empresa: un pago de hasta 1,62 millones de dólares.
Sin embargo, la condena pudiera complicarle los negocios a un político que base parte de su apelación popular en su éxito financiero. Varias personas jurídicas podrían pensarlo dos veces antes de hacer transacciones o suscribir contratos con un ente formalmente catalogado como delictivo.
Por otro lado, Trump sistemáticamente denuncia que sus problemas legales constituyen una "persecución política", atrayendo así la solidaridad y el apoyo del Partido Republicano. Le ha funcionado antes, justo cuando la adhesión de sus correligionarios flaquea. Pero tal vez, si los demás republicanos ven que el trumpismo deja de ser una opción electoralmente ganadora, las cosas serán distintas.