La situación en China, la segunda economía del mundo para muchos, continúa complicándose, a pesar de la censura y la represión del régimen que preside Xi Yiping, quien ve como fracasa su dura estrategia en la lucha contra el Covid-19.
El Político
Son varias las causas, y es justamente el estamento juvenil el que recibe el golpe más duro, no solo por el férreo confinamiento, sino que el desempleo en ese sector social alcanza ya el 20%, todo un récord.
A esto se une un desplome de las ganancias corporativas que intensifican el caos económico que se inició con el desastre de la constructora Evergrande. No hay señales cercanas en China de volver a algo parecido a la normalidad.
La presión hace crisis
"Las dificultades económicas han intensificado la presión para flexibilizar las restricciones pandémicas con el fin de salvar la débil economía y regresar a algo que parezca una vida normal", detalla un reportaje de The New York Times.
Xi Jiping, quien estrena un conflictivo tercer período de gobierno, se niega a reconocer el fracaso de una política de tolerancia cero frente a la pandemia.
Tampoco acepta ayude de organizaciones sanitarias o de otras naciones, como Israel, que han vencido casi por completo la enfermedad.
Los casos se incrementan, en un país que se niega a vacunar a la población, a pesar de haber exportado miles de millones de vacunas a diversas naciones con un alto perfil de efectividad. Esto ha hecho que las protestas se multipliquen en todo el país, donde la población está harta de los confinamientos imprevisibles, las cuaretenas prolongadas y las pruebas masivas.
El presidente de China se ha negado a ceder en la estricta estrategia gubernamental contra la enfermedad. "Si Xi relaja las restricciones y las infecciones se disparan, existe el riesgo de que haya muertes masivas y un sistema de salud desbordado. No obstante, si se mantienen las políticas actuales y se limitan los contagios con confinamientos generalizados, se infligiría un daño mayor a una economía que ya está desacelerada."
El Covid avanza en China
Más de 80 ciudades chinas están luchando contra las infecciones ahora, en comparación con las 50 ciudades que estaban en esa situación durante la primavera, cuando un aumento menor de los contagios provocó un cierre de ocho semanas en Shanghái y sumió el crecimiento anual de la economía en el ritmo más lento registrado en décadas. Estas ciudades representan la mitad de la actividad económica de China y son desde donde se realizan 90 por ciento de sus exportaciones, según Capital Economics.
Este mes, China anunció planes para relajar algunas políticas pandémicas, lo cual impulsó la especulación de que comenzaba a eliminar su política “cero covid”, para deleite de los inversionistas, que provocaron el aumento en el valor de las acciones de las empresas chinas. Sin embargo, conforme se incrementó el número de infecciones, el gobierno volvió a sus tácticas y se mantuvo firme en lo que ha dicho todo el tiempo: China está intentando erradicar la COVID-19, no quiere aprender a vivir con ella.
En una serie de editoriales que comenzaron a publicarse el domingo en los medios del Estado, Pekín señaló que China todavía necesitaba “mantener el enfoque estratégico” en la lucha contra la COVID-19, pero instó a las autoridades de todo el país a evitar medidas extremas como bloquear las salidas de emergencia u obstruir entradas comunales durante las cuarentenas. Pekín enfatizó la necesidad de que las autoridades locales se adhirieran a las modificaciones de las políticas destinadas a “optimizar” las políticas existentes contra la COVID-19 y a limitar las interrupciones en la vida de las personas y los comercios.