Solo horas después de que en la noche del miércoles la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, volviera a la escena pública a menos de un mes de su destitución, la cúpula del Partido de los Trabajadores (PT) recibió ayer un nuevo golpe.
En el marco de la investigación de la red de corrupción en Petrobras, un caso que empieza a parecerse a un "sálvense quien pueda", la Justicia brasileña puso ahora la mira sobre Guido Mantega, ministro de Hacienda de las presidencias de Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2010-2016), y figura de peso en la izquierda norteña.
Mantega, uno de los líderes ideológicos del PT, fue detenido en la mañana de ayer en un hospital de San Pablo, donde acompañaba a su mujer que acababa de ser operada, y fue llevado a las oficinas centrales de la Policía Federal paulista como paso previo a ser traslado a Curitiba, la ciudad donde se tramita la investigación.
La orden de detención fue emitida por el juez federal Sergio Moro por acusaciones de que el exjerarca pidió el pago de coimas millonarias para el PT mientras se desempeñaba como ministro de Hacienda y jefe de Petrobras.
El arresto ocurrió días después de que un juez decidió someter a juicio al expresidente Lula por supuestamente aceptar más de 1 millón de dólares en sobornos relacionados con la empresa estatal.
La declaración de Mantega quedó en suspenso luego de que Moro, responsable de la investigación en el caso de la petrolera, revocó sobre el mediodía la orden de detención y determinó la liberación del exministro para que pudiera acompañar a su esposa, que fue sometida a una operación de cáncer.
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La orden que quedó sin efecto estipulaba su detención por cinco días, prorrogables, con la posibilidad de transformarla en prisión preventiva.
Más allá de la circunstancia, la investigación continuará sobre uno de los hombres claves de los gobiernos del PT.
Uno atrás del otro
La investigación Lava Jato devela desde 2014 un megaesquema de corrupción que durante al menos una década drenó miles de millones de dólares de la estatal Petrobras.
Aunque la corrupción en la compañía involucra a todo el sistema político brasileño, la trama de sobornos pagados por grandes constructoras a políticos para obtener licitaciones le pega de frente a las principales figuras de la izquierda que gobernó Brasil por 13 años.
Mantega es la última de las figuras políticas del PT en ser alcanzada por la investigación, que además de asediar a Lula ya llevó a prisión a su jefe de gabinete, José Dirceu, al publicista del partido, Joao Santana, y al extesorero Joao Vaccari.
El caso, reconocido como la mayor investigación anticorrupción en la historia de Brasil, también ya puso tras las rejas a encumbrados empresarios, exfuncionarios de la petrolera estatal y operadores políticos que confabularon para arreglar contratos sobrefacturados y distribuir sobornos entre partidos políticos y sus dirigentes.
El gobierno de Michel Temer, que asumió tras la destitución Rousseff, perdió tres ministros por supuestamente conspirar para frenar la operación Lava Jato.
Mientras a comienzos de este mes todos los ojos estaban puestos sobre el juez Moro, que debía decidir si aceptaba denuncias contra Lula por su implicación en el caso, la Cámara de Diputados intentó aprobar una enmienda legislativa para amnistiar a los políticos que hubieran recibido en el pasado donaciones electorales irregulares.
En el ámbito de la operación Lava Jato, esta contabilidad paralela –no declarada– puede en realidad ocultar delitos más graves, como corrupción y lavado de dinero, por provenir de empresas que participaron de la red de desvíos en la estatal.
"Hay una sensación en el aire de que una parte del Congreso quiere parar a cualquier costo la operación Lava Jato, parar las investigaciones, porque podrían alcanzar a muchas personas", dijo a la AFP el diputado Alessandro Molón, del partido de izquierda REDE, uno de los legisladores que denunciaron la maniobra y frenaron la votación de la enmienda.
La última operación
En el marco de una nueva fase de la investigación, la Policía concretó ayer ocho órdenes de arresto y 32 pedidos de allanamiento y embargo en cinco estados y en Brasilia, informaron los fiscales.
Las medidas se aplicaron dentro de una investigación al exministro y a otros ejecutivos de los grupos de ingeniería Mendes Junior y OSX Construção Naval SA, parte del imperio construido por el empresario Eike Batista.
Los fiscales dijeron que Batista testificó que en noviembre del 2012 tuvo una conversación con el exministro de Hacienda, en la que Mantega le pidió el pago de 5 millones de reales –unos US$ 2,5 millones de ese momento– para beneficiar al PT.
Batista finalmente hizo un pago de US$ 2,35 millones a ejecutivos de marketing previamente vinculados con operaciones de lavado de dinero en la investigación, agregaron los fiscales.
Un hombre clave y con poder
Guido Mantega fue una figura clave del área económica durante tres de los cuatro mandatos consecutivos del Partido de los Trabajadores (PT). Condujo la economía brasileña en años de esplendor, cayó cuando la crisis golpeó la puerta y ahora es señalado por sospechas de corrupción.
Mantega asesoró desde 1993 al PT mientras era oposición, asumió el Ministerio de Planificación en 2003 y un año más tarde pasó a presidir el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social. En 2006, durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, tomó el mando del Ministerio de Hacienda y continuó en el cargo hasta 2015 cuando fue reemplazado por el ortodoxo Joaquim Levy, tras la reelección de Dilma Rousseff.
Brasil llegó en su auge a ser la séptima economía del mundo ayudada por un ciclo de altos precios de las materias primas. En el ámbito doméstico, millones de personas salieron de la pobreza y se expandió el consumo. Pero el viento cambió de dirección. Ya en el primer gobierno de Rousseff comenzó a tambalear el milagro brasileño, hasta que la recesión se desató del todo en 2015.
Rousseff reaparece en medio del caos
La expresidenta brasileña Dilma Rousseff, que no era vista en público desde su destitución el 31 de agosto pasado, reapareció el miércoles con un duro discurso durante un acto político en Río de Janeiro, en la campaña por las elecciones municipales a celebrarse en Brasil el 2 de octubre. En su oratoria, Rousseff habló contra los “retrocesos” presupuestales promovidos por su otrora vicepresidente y ahora jefe de estado, Michel Temer. En tanto, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva atribuyó ayer el arresto de su exministro de Hacienda, Guido Mantega, a una campaña política para perjudicar al Partido de los Trabajadores a pocos días de las elecciones. Los comicios suponen un duro desafío para el partido luego de haber dejado el poder. El expresidente se convirtió esta semana en uno de los procesados por el caso Petrobras.
Con información de El Observador