La situación entre los Estados Unidos y la Federación Rusa no deja aristas para complicar las relaciones. No es la invasión a Ucrania, ni los nuevos miembros de la OTAN; mucho menos el problema con el gasoducto Nord Stream. Ahora es un problema deportivo.
Apolinar Martínez/El Político
Brittney Griner, jugadora estadounidense de baloncesto está siendo acusada de posesión de marihuana que, según ella, era una porción de carácter medicinal, pero que en Rusia está prohibido su consumo, no importa el por qué lo haga.
Brittney Griner, puede ser condenada hasta a nueve años de prisión, pese a las gestiones que se han hecho por su libertad, incluidas las del propio presidente, Joe Biden.
Moscú quiere intercambiar prisioneros
Moscú, por intermedio de su canciller Serguéi Lavrov, ha expresado la posibilidad de "un intercambio de prisioneros."
Lo viene "sugiriendo" desde el pasado mes de agosto, pero este solo sería posible con el visto bueno de ambos presidentes, Biden y Putin.
"Hay un canal especial acordado por los presidentes y, a pesar de algunas declaraciones públicas, sigue funcionando."
"Si los estadounidenses deciden de nuevo hacer diplomacia pública y hacer declaraciones estruendosas (…) es su asunto y su problema", dijo, y añadió que Washington "no puede" trabajar "de manera tranquila y profesional" sobre varios temas.
Sin embargo, parece que las conversaciones se han congelado, después de que la Casa Blanca afirmara que no aún no ha recibido respuesta a su oferta.
Será sometida a un “juicio falso”
"Estamos al tanto del anuncio de Rusia de que Brittney Griner será obligada a someterse a otro proceso judicial falso", dijo Karine Jean-Pierre, de relaciones públicas de la Casa Blanca
Brittney Griner, de 31 años, que estaba en Rusia para jugar en el equipo profesional de Ekaterinburgo fuera de su temporada de la WNBA con los Phoenix Mercury, fue detenida en febrero y acusada de traficar narcóticos.
La jugadora, dos veces medalla de oro olímpica y campeona de la NBA, se declaró culpable de los cargos, aunque argumentó que no tenía intención de infringir la ley ni de consumir el aceite de cannabis en Rusia, donde esta sustancia está prohibida incluso para uso medicinal.
Griner explicó que tenía permiso de un médico estadounidense para consumir cannabis medicinal para aliviar el dolor de sus numerosas lesiones, y que nunca había dado positivo en un control de drogas.