Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó invadir Ucrania en febrero, muchos alrededor del mundo pensaron que sería el fin de la ex república soviética como Estado soberano. Después de todo, se trataba del país con la que se consideraba como la segunda fuerza armada más poderosa del mundo agrediendo a un vecino mucho más pequeño.
Alejandro Armas/El Político
Pero el ataque inicial fracasó en la toma de la capital y la, presuntamente deseada por el Kremlin, captura y sustitución de las autoridades nacionales ucranianas. Y siete meses después, Rusia ha sufrido pérdidas incluso en aquellos territorios que dominó, debido a una contraofensiva ucraniana.
Ahora es el propio Putin quien está reduciendo los objetivos de su nueva aventura militar. Una serie de factores internos y externos pudieran no dejarle alternativa. Veamos.
Impaciencia en Asia
Sucedió durante una rueda de prensa en Samarcanda, Uzbekistán, donde Putin se reunión con varios de sus pares asiáticos. Según reseña The New York Times, al hablar de Ucrania, el Presidente ruso no hizo mención a sus metas de “desmilitarizar y desnazificar” al país vecino, los cuales esbozó al comenzar la guerra.
En vez de eso señaló que el objetivo ruso es tomar el control de la región del Donbas, una zona en el este de Ucrania con una importante población rusoparlante. Es ahí donde, desde 2014, ha habido un movimiento separatista respaldado por Moscú. También es el área donde las fuerzas rusas han avanzado más, pese a que no la dominan en toda su extensión.
Ese mismo día, Putin sostuvo un encuentro televisado con el primer ministro indio Narendra Modi. Frente a las cámaras, este le dijo al mandatario ruso que “no es momento para la guerra” y que “discutirán cómo avanzar hacia la paz” en Ucrania. En esa misma cumbre, Putin ya se había reunido con su par chino, Xi Jinping, y acto seguido reconoció que Pekín tenga “dudas e inquietudes” sobre la guerra.
En conjunto, estas declaraciones indican que China y la India están presionando a Rusia para que termine pronto con los enfrentamientos. Las repercusiones económicas globales que tendría el conflicto las afectan a ellas también. A la economía china le costaría más crecer en un mundo de tendencias contrarias (Europa, uno de sus mayores socios, podría caer pronto en recesión por razones relacionadas con la guerra). El propio Modi se quejó de los efectos del aumento en precios de alimentos y energía sobre países en desarrollo, como el suyo.
Mucho se habla de los límites al apoyo de las democracias occidentales a Ucrania, de cara a la pérdida de combustible ruso. Pero Rusia también depende de los mercados alternativos que buscó en Asia para compensar lo que ahora no vende a Europa. China y la India son dos de esos mercados alternativos. Si se hartan de la guerra, sería un problema para Putin.
Más putinistas que Putin
Mientras tanto, a Putin le están surgiendo críticos a su manejo de la guerra dentro de la propia Rusia. Pero no son quienes se opusieron a la invasión en primer lugar. Estos han sido en buena medida silenciados por leyes que los criminalizan.
Son más bien sectores ultranacionalistas que consideran que el Kremlin no está yendo lo suficientemente lejos en el intento de someter a Ucrania. El retroceso ruso reciente en el nororiente de Ucrania ha sido irritante para estos grupos. Si bien en general evitan cuestionar al propio Putin, sí han repudiado las decisiones del alto mando militar, lo cual pudiera eventualmente alcanzar al propio Presidente.
A diferencia de la oposición, estos grupos sí tienen vínculos con la elite gobernante. De manera que su descontento es algo que Putin querrá evitar.
Ese acaso sea uno de los objetivos del Presidente al replantear objetivos para hacerlos más modestos. Si lograra que la guerra termine con el control sobre el Donbas consolidado, no sería una dominación total de Ucrania. Pero sí tendría una ganancia territorial que mostrar para aplacar a las voces radicales.
Posdata
Este miércoles, Putin ordenó la movilización de 500.000 reservistas de las Fuerzas Armadas rusas. De ser añadidas al frente ucraniano, el número de tropas rusas ahí se multiplicaría por más de dos.
Al mismo tiempo, el Kremlin está promoviendo “consultas populares” que organizan separatistas pro Rusia en los territorios ocupados, con miras a que sean anexionados por Moscú. Si bien el propio Putin no lo planteó de esa forma, desde círculos ultranacionalistas rusos se señaló que, de darse la anexión, cualquier ofensiva de Kiev en esos territorios sería considerada como agresión al Estado ruso.
Este conjunto de medidas indica que Putin reconoce tácitamente los duros reveses de las últimas semanas y busca cómo contrarrestar su efecto entre su base de apoyo. Pero el objetivo parece ser consolidar el dominio territorial que ya se obtuvo, no expandirlo más allá.