Con poco más de un mes en la presidencia de Colombia, Gustavo Petro deja muy claro que el acercamiento a la Venezuela de Nicolás Maduro es una de sus prioridades en política exterior. Las relaciones diplomáticas se reanudaron en su primer día como jefe de Estado, y su embajador en Caracas no para de vaticinar beneficios económicos a partir del intercambio entre ambas naciones.
Alejandro Armas/El Político
Pero siempre hubo otra motivación de la que mucho se especulaba, y que ahora es explícita. A saber, Petro pidió a Maduro que funja como “garante” en las conversaciones de paz que piensa establecer con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), históricamente la segunda mayor guerrilla colombiana.
¿Qué implicaciones tiene esta solicitud de Petro a Maduro? Veamos.
Insurrectos desde afuera
Sucesivos gobiernos colombianos intentaron poner fin al conflicto armado que desangra al país desde hace varias décadas. Pero mientras que la derecha encarnada en el expresidente Álvaro Uribe y sus herederos abogaron por una política de mano dura, la izquierda que representa Petro se inclina por una pretendida reconciliación. Después de todo, el propio Petro militó en un movimiento subversivo y coincide en varios puntos con las exigencias de esas guerrillas marxistas.
Una parte enorme de los grupos insurrectos ya se desmovilizó tras las negociaciones del gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Santos intentó hacer lo mismo con el ELN, sin éxito. Ahora Petro plantea que completará el proceso.
Pero el Ejecutivo neogranadino tiene un problema: buena parte del ELN, así como disidencias de las FARC que rechazaron de entrada el acuerdo de paz o renegaron de él después, opera desde Venezuela. Si bien las autoridades de Caracas jamás lo han reconocido públicamente, los llamados “elenos” hallaron un refugio tácito en territorio venezolano, mientras en Bogotá hubo un gobierno que les era hostil (y también lo era al chavismo).
De manera que Petro pudiera a duras penas negociar con el ELN sin que el régimen venezolano se involucre de alguna forma. Venezuela pudiera ser incluso la sede de las negociaciones. Según reseñó el diario español El País, Petro pudiera ir muy pronto a Caracas para afinar los detalles sobre el papel venezolano.
Un problema menos, pero…
Por muchos años se ha discutido si Venezuela bajo el chavismo califica como Estado fallido. Quien escribe estas líneas no simpatiza con dicha caracterización. Pero sí es cierto es que varias organizaciones armadas no estatales operan a sus anchas en suelo venezolano, a veces imponiendo sus propias reglas. La lista incluye a bandas criminales locales y a guerrilleros colombianos. El ELN, sobre todo.
No se crea que los elenos solo se encuentran cerca de la frontera con Colombia. Investigaciones periodísticas han detectado sus actividades en distintas regiones de Venezuela, bien lejos de la franja limítrofe. Incluso en el estado Bolívar, en el sureste del país. Se les señala de explotar ilegalmente los recursos minerales de la zona y de perjudicar a la población local, incluyendo a comunidades indígenas.
Si los guerrilleros del ELN se desmovilizaran y regresaran a Colombia, pues Venezuela tendría un problema menos en términos de seguridad ciudadana y actividad extractivas en zonas ambiental y culturalmente sensibles.
Pero por otro lado, al dar a Maduro protagonismo en las conversaciones, Petro le brinda mayor legitimidad ante la comunidad internacional. Eso pudiera complicar la presión que varias democracias americanas y europeas ejercen sobre el chavismo para que negocie una transición democrática con sus detractores. Perfectamente consciente de ello, Maduro aceptó la invitación de Petro con entusiasmo.