La inflación vuelve a descomponer la economía argentina, aunque para muchos, ese mal nunca se ha ido del país suramericano.
Mario Beroes/El Político
Actualizaciones diarias de productos, lo que produce que los comercios comiencen su labor más tarde; la molestia de encontrar que los precios de los productos aumentaron en menos de 24 horas, son parte del acontecer diario en un país con más del 70% de inflación por año, una de las más altas del mundo.
Una historia que se repite
Este problema no es nada nuevo para los argentinos que tienen más de 10 años padeciendo una inflación que no baja del 25% anual.
Mientras que en otras partes del mundo se horrorizan porque el costo de vida alcanzó el 10%, como consecuencia de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, en este país sueñan con tener esas cifras.
Lo peor es que en los últimos años ese número se duplicó. Y a eso sumas los problemas políticos internos y la situación internacional, que ya es compleja.
La inflación se ha acelerado a niveles que superan los de los años 2001-2002, que dejó a más de la mitad de la población en la pobreza.
Desde marzo que el país viene registrando alzas mensuales de precios por encima del 5%.
En julio llegó al 7,4%, la cifra más alta de las últimas dos décadas, y la mayoría de las consultoras estiman que en agosto rondó el 6,5%.
Este es el motivo por el cual en las últimas semanas las maquinitas para remarcar precios no dan abasto.
Pero lo peor es que pocos prevén que la situación desacelere.
Por el contrario: el último Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central indicó que se espera un 90% de inflación para fin de año.
Y varios consultores privados creen que la cifra podría llegar a los tres dígitos.
Sin "anclas"
Una de las consecuencias más perjudiciales de tener una inflación tan alta es que ya no se tienen lo que los economistas llaman "anclas", es decir, referencias de precios.
Los comerciantes van aumentando sus valores de acuerdo con el costo que ellos estiman tendrán que pagar a fin de mes para reponer ese producto.
Algunos aumentan de acuerdo con la inflación del mes previo. Otros asumen que el alza será mayor.
Y no faltan los que aprovechan la confusión generalizada para lucrarse, ampliando sus márgenes de ganancias.
Por otra parte, hay sectores que sufrieron con fuerza los embates de la pandemia, como el turismo, la gastronomía y los negocios de ropa, que aprovechan la reactivación y la necesidad de muchos de volver a la normalidad para imponer fuertes aumentos que les permiten recobrar un poco de lo perdido.
Lo que esto ha generado es una distorsión de precios que hace que los consumidores ya no sepan lo que deberían valer las cosas.
El dólar "blue"
Ante la falta de referencias económicas, los argentinos están más pendientes que nunca del precio del dólar, la moneda que históricamente ha sido referente y reserva de valor en este país.
Pero lejos de ser una brújula, la moneda estadounidense se ha convertido en una parte fundamental de la crisis actual.
Primero, porque en Argentina no hay una sola cotización del dólar.
Hay al menos seis tipos (esas son las más usadas) y la variación entre la menor y la mayor cotización es tan amplia que a veces supera el 100%.
Los constantes ciclos inflacionarios han hecho que el peso argentino pierda gran parte de su valor, llevando a la adopción del billete estadounidense como moneda de reserva y la que se usa para realizar grandes transacciones, en especial la compra de propiedades.
Pero como Argentina no produce los dólares necesarios para abastecer la fuerte demanda de su población y de su economía, que depende de insumos importados para su producción, los gobiernos imponen controles de capital.
"Cepos" les dicen en dicho país, y fijan el precio del dólar.
Esto crea un dólar "oficial", cuya cotización es la más baja, y todo un abanico de otros dólares como el "ahorro", el "tarjeta", el "bolsa", y el más conocido y seguido por todos: el "blue", nombre que recibe aquí el dólar paralelo, comúnmente conocido en otras partes como "dólar negro".
Este dólar "blue", que sube y baja según el ánimo del mercado, también es muy sensible a las crisis políticas; de hecho, se disparó casi 10% en un solo día a comienzos de julio tras la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán.
Y este es el segundo factor que está provocando la escalada inflacionaria.
Porque al ser la principal referencia de precios de muchos, en especial los empresarios, cuando el "blue" sube, suben casi todos los precios.
Y cuando la cotización de este dólar se dispara, como en los últimos meses en los que duplicó el valor del dólar "oficial", se genera una brecha que distorsiona la economía, poniendo más presión para que el peso se devalúe.
Todas estas complejidades de la economía argentina hacen que los locales tengan que convertirse en cuasi expertos económicos para hacer rendir su salario de la mejor manera.