La izquierda chilena iba en un ascenso aparentemente indetenible. A partir de un estallido de protestas, consiguieron que el gobierno de Sebastián Piñera aceptara una consulta sobre el futuro de la Constitución. Luego, en esa consulta, los votantes aprobaron un Cambio de Carta Magna. Esa misma izquierda se hizo con el control de la Convención Constitucional a cargo de redactar un reemplazo. Por último, uno de sus líderes, Gabriel Boric, fue electo Presidente de la República.
Alejandro Armas/El Político
Y de pronto, a ese movimiento le aplicaron el freno de mano. El borrador de nueva Constitución fue rechazado de forma aplastante en el plebiscito que decidiría su suerte. La derrota estrepitosa del “Apruebo” marca una lectura grotescamente equivocada de las expectativas ciudadanas por parte de esa izquierda. También una pérdida sustancial de capital político.
¿Cómo se llegó a esto? ¿Qué sigue para Chile en términos del andamiaje básico del Estado? Veamos.
Desconectados del público
El rechazo a la propuesta de nueva Constitución no quiere decir que la vieja haya encontrado de pronto una nueva mayoría que la respalde. Después de todo, en el plebiscito de 2020, 78% de los votantes se decantó por un sustituto (aunque entonces la participación fue de apenas 51%). Lo que indica es descontento con el tipo específico de sustituto diseñado por la Convención Constitucional.
Parte de la razón pudiera ser la asociación, entre las masas, del borrador constitucional con el impopular gobierno de Boric. Este perdió un segmento nada despreciable del respaldo que lo elevó a la presidencia, por problemas como el aumento de la inflación y la percepción de debilidad en el castigo a la delincuencia.
Pero hay más que eso. La izquierda al frente de la Convención Constitucional sobreestimó el deseo de cambio entre los ciudadanos. Porque deseo de cambio hay. Pero cabe recordar que las protestas de 2019 y 2020 tuvieron el costo de la vida por principal motivación. Si bien la propuesta de nueva Constitución incluyó una transformación del sistema económico, se puso mucho énfasis en reformas socioculturales, propias de la izquierda posmoderna. Acaso ello alienó a una mayoría de los chilenos, que vio tales reformas como desconectadas de sus necesidades.
Y tal vez vieron los cambios económicos como excesivos. Sus detractores denunciaron que vulnerarían en exceso los derechos de propiedad. Otras transformaciones probablemente relacionadas con la derrota del “Apruebo” fueron las puramente políticas. Por ejemplo, la abolición del Senado, una institución de inmenso peso histórico en Chile.
Incógnitas en el porvenir
Ahora las autoridades tienen un dilema. ¿Cómo satisfacer la exigencia de cambio sin volver a incurrir en excesos? BBC Mundo plantea cuatro posibles escenarios. Mantener intacta la Constitución vigente, hacerle algunas reformas, establecer una “comisión de expertos” que redacte una nueva o una segunda Convención Constitucional, electa como la anterior. Esta última sería la opción preferida por Boric.
Cualquiera de las tres alternativas de cambio tendría que hacer un mejor trabajo de escucha a la ciudadanía que el de la Convención Constitucional responsable del texto rechazado. El propio Boric celebró el resultado como muestra del talante democrático de la sociedad chilena y admitió la necesidad de prestar más atención.
Pero no todos en la izquierda derrotada fueron igual de empáticos. En las redes sociales, muchos de los partidarios del borrador culparon a “campañas de desinformación” por el resultado adverso, o incluso a “la ignorancia” de los votantes. Estudiantes y activistas de izquierda protestaron y formaron barricadas en las calles de Santiago.
Si no quiere seguir perdiendo apoyo, Boric tendrá que aplacar la intransigencia de algunos sectores de su coalición. Solo entonces podrá contar con la aprobación del próximo borrador constitucional sustituto. Sin esas reformas estructurales, su programa de gobierno, de grandes cambios, a duras penas verá la luz.