Las primarias republicanas para las elecciones de noviembre en EE.UU. han servido para medir el pulso a la influencia del expresidente Donald Trump en su partido. En ese sentido, el “trumpismo” ha tenido altibajos. Uno de sus más fervientes integrantes, Doug Mastriano, se hizo con la nominación a la Gobernación de Pennsylvania. En cambio, el gobernador de Georgia, Brian Kemp, blanco de la ira de Trump por negarse a desconocer la victoria de Joe Biden en su estado en 2020, derrotó a un rival avalado por el expresidente.
Esta semana tuvo lugar una primaria de especial trascendencia: la del único escaño de Wyoming en la Cámara de Representantes. La titular, Liz Cheney, acaso la detractora más dura de Trump entre los republicanos, perdió por paliza frente a su contrincante trumpista.
¿Significa eso que el Partido Republicano está irremediablemente en manos de Trump? Veamos.
Desechada por sus propios electores
No son muchos los republicanos que osan criticar a Trump, por miedo a su enorme popularidad en la base del partido. Pero entre los que lo hacen, ninguno llegó tan lejos como Cheney. Como vicepresidente de la comisión parlamentaria que investiga a Trump por el asalto al Congreso en 2021, se ha valido de ese papel para redoblar su repudio al ex mandatario.
Evidentemente, eso no gustó entre los votantes que la elevaron al Congreso el 8 de noviembre de 2016, mismo día cuando Trump ganó la presidencia. Seis años más tarde, Cheney fue derrotada por Harriet Hageman, quien secunda las denuncias infundadas de Trump sobre fraude electoral en las presidenciales de 2020 y cuenta con el espaldarazo del ex Presidente.
El resultado era de hecho esperable. En Wyoming, un estado abrumadoramente conservador, Trump derrotó en 2020 a Biden por una diferencia de más de 40 puntos porcentuales. Pero resulta que Cheney no es la única. De los 10 congresistas republicanos que votaron a favor de un juicio político a Trump por el asalto al Congreso, solo 2 permanecerán en sus curules. Del resto, la mitad perdió su respectiva primaria ante un rival trumpista, y la otra mitad se retiró.
Con Cheney fuera del Congreso, Trump se asesta una importante victoria. La derrota de su detractora, y de otros que también lo denunciaron, es una advertencia para los demás republicanos. Incluso si ven con malos ojos a Trump, les conviene callarse el desagrado. Eso hará que Trump avance con menos obstáculos en sus ambiciones, incluyendo una posible tercera candidatura presidencial.
¿Una nominación saboteadora?
Y hablando de candidaturas presidenciales, al aceptar su derrota, Cheney recordó que Abraham Lincoln, décimo sexto Presidente de EE.UU., perdió varios comicios parlamentarios antes de conquistar la Casa Blanca. La prensa norteamericana interpretó estas palabras como indicio de una próxima candidatura presidencial.
¿Puede Cheney obtener la nominación republicana a la presidencia en los comicios de 2024? No parece. Trump, su némesis, sigue siendo el dirigente más popular del partido, por amplio margen. El único que luce con posibilidad de disputarle la candidatura es el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien también ha abrazado el estilo populista de Trump. Son perfiles muy distintos al de Cheney, anclada a una vieja guardia con cada vez menos influencia.
Por otro lado, la futura ex congresista ha dejado claro que hará de mantener el trumpismo lejos del poder su prioridad. No es por lo tanto descabellada la posibilidad de que lance una candidatura fuera del Partido Republicano, como independiente. Después de todo, Cheney lleva tiempo cuestionando el giro de su partido hacia el populismo que encarna Trump.
¿Pero una candidatura fuera de los dos grandes partidos no está condenada al fracaso? Seguramente pero, de nuevo, la prioridad evidente de Cheney es que Trump no vuelva a la Casa Blanca. Una candidatura que quite aunque sea unos pocos votos al abanderado republicano en tal sentido sí sería efectiva.